Tras años de intromisiones políticas, presiones variadas y juegos de intereses llevados hasta el absurdo, la continuidad o el cierre definitivo de la central nuclear de Santa María de Garoña dependerá de su cartera de resultados, de su viabilidad económica y de sus posibilidades técnicas y de seguridad. Única y exclusivamente. Así, al menos, lo entiende el presidente de la multinacional eléctrica Endesa, Borja Prado. De hecho, éste aseguró ayer a preguntas de accionistas de la compañía que preside -que es propietaria de la planta atómica burgalesa a través de su subsidiaria Nuclenor, en la que comparte accionariado al 50% con Iberdrola- que no existe “ningún compromiso político” con respecto al futuro de la instalación ubicada en el Valle de Tobalina, que dista unos 40 kilómetros de Vitoria y que linda con numerosos municipios alaveses. Bajo tal premisa, el directivo de la eléctrica situó la decisión final sobre el reactor en el informe del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) llamado a estudiar la viabilidad de la instalación “desde el punto de vista técnico y financiero”.
En respuesta a preguntas de los accionistas en la Junta de la compañía, Prado señaló que lo que sí pide la energética es “que se saque lo antes posible” ese informe para que Nuclenor pueda tomar una decisión. Por otra parte, el presidente de Endesa descartó comprar la participación de Iberdrola en Nuclenor si finalmente ésta decide dejar de operar plantas nucleares en España. “No es algo que contemplamos en este momento”, analizó en declaraciones a la prensa recogidas por diversas agencias. Al respecto, el primer directivo de Endesa eludió calificar de desleal la actitud de Iberdrola, que comunicó a los sindicatos su intención de cerrar Garoña por causas económicas antes de plantearlo en Nuclenor, aunque subrayó que “cada uno es como es”. “Yo no lo haría”, añadió.
Estas declaraciones llegan apenas dos semanas después de que Ignacio Sánchez Galán abriese la caja de los truenos ante un posible cierre de Garoña. De hecho, el presidente de Iberdrola trasladó en una reunión con los sindicatos de su empresa que su intención es que la central nuclear no reabra nunca sus puertas porque económicamente es totalmente inviable. Sánchez Galán no dijo nada similar, en cambio, el día después de dicha reunión, durante la celebración en Bilbao de la Junta General de Accionistas de la compañía, ni en las no pocas entrevistas que concedió con motivo de dicha Junta, aunque días antes sí había señalado públicamente, quizás como aviso a navegantes, que si multitud de plantas atómicas de medio mundo se encontraban en proceso de clausura no era “por razones políticas”, sino porque “las centrales nucleares no son viables económicamente”.
La afirmación del presidente de Iberdrola sobre su intención de bajar la persiana de Garoña fue más o menos contundente en función de los diferentes sindicatos presentes en la reunión, aunque al menos dos de ellos, ELA y Comisiones Obreras (CCOO), coincidieron a la hora de confirmar el anuncio cerrar Garoña y los motivos que les trasladó Ignacio Sánchez Galán.
Sea como fuere, la presencia de la instalación nuclear sigue presente pese a estar paralizada desde hace varios años. Por eso, la Diputación Foral de Álava renovó ayer su compromiso con el cierre definitivo de Garoña y su apuesta por el desarrollo y promoción de energías alternativas a la nuclear. Los hizo a través de su Consejo de Diputados, donde aprobó una declaración institucional con motivo del 30 aniversario de lo acontecido en Chernobil, “la mayor catástrofe nuclear de la historia”, tal y como explicó el diputado general, Ramiro González.- M.G./E.P. / Foto: Efe