en la piscina del centro cívico de Salburua, al contrario de lo que ocurre en otras piletas de la ciudad, no hay gradas para que los padres y madres puedan ver la evolución de sus retoños en el líquido elemento. Sí hay una cristalera que da a la piscina, en la que las familias esperan mientras los menores completan sus clases de natación. La cuestión es que hasta hace una semana en dicho espacio no había donde sentarse, las familias se quejaron y la asociación Salburua Burdinbide reclamó que se pusieran bancos para no alimentar las varices de las piernas de los mayores mientras los chiquillos chapotean con las suyas en el agua. El Ayuntamiento atendió a esta petición instalando un banco en un lateral, traído del edificio municipal de la calle San Prudencio, ahora sin uso, en el que se pueden sentar cinco o seis personas.

La solución no parece ser adecuada, dado que ayer mismo el suelo frente a la cristalera seguía siendo utilizado como improvisado asiento para las familias. “Es claramente insuficiente, los padres y madres quieren ver a sus hijos nadar como en los demás centros cívicos de la ciudad. Aquí no hay gradas, pero hay una vidriera de la que la gente quiere hacer uso y tienen que sentarse en el suelo”, señala el presidente de la asociación, Ioseba Martínez de Guereñu.

Dado que el Ayuntamiento vitoriano dispone de muchos más de esos bancos, que no suponen coste alguno, en la asociación vecinal consideran que si no han puesto más es “porque no han querido”.

En Salburua Burdinbide consideran que “la cuestión no es el banco, sino que los padres y madres piden una cosa de sentido común y que al final no se cumplen las expectativas y las demandas vecinales”.

En ese sentido, Martínez de Guereñu recuerda que la asociación también pidió que a quienes no sean socios y quieran acceder a esta cristalera, por ejemplo para ver a sus nietos nadar, se les facilite un pase para poder franquear los tornos del centro cívico. La petición no ha sido atendida, critican en la asociación.