Vitoria - Ha costado, pero por fin Vitoria va a renovar su flota de autobuses urbanos. El consejo de administración de Tuvisa ha acordado adquirir la primera de las dos decenas de vehículos que se incorporarán esta legislatura a la flota de la empresa, una compra que se financiará mediante un préstamo y que le costará a las arcas públicas 3,7 millones de euros, a razón de 370.000 euros por cada autobús.
En el concurso de adjudicación se primará que los vehículos, articulados y de piso bajo, consuman lo menos posible, que admitan biodiesel en sus depósitos, que el asiento del conductor sea ergonómico y esté suficientemente separado del pasaje, y además deberán ajustarse a las más recientes normas sobre emisión de gases contaminantes. También tendrán que permitir el paso a personas con movilidad reducida hasta los tres espacios reservados para sillas de ruedas, uno más de lo que suele ser habitual, y la señalización deberá estar adaptada para que todo el mundo la pueda leer o escuchar sin problemas.
Pero no sólo eso. La tecnología progresa a pasos agigantados y hoy día es posible monitorizar el consumo de combustible, los vehículos van equipados con sistemas de seguimiento por GPS, cámaras de control tanto del interior como del exterior del autobús, wifi y conexiones USB, y por supuesto contarán con los sistemas necesarios para validar las tarjetas BAT, MUGI y Barik, y con un sistema de conteo de pasajeros cuya fiabilidad será superior al 80%.
En materia de seguridad, estos autobuses, que deberán poder superar pendientes superiores al 18%, llevarán suelos antideslizante, barras de apoyo en las puertas, carrocería reforzada en la zona del conductor, desconectador de baterías a distancia, pintura anticorrosión o cierres de seguridad en el depósito de combustible.
En el pliego de condiciones se ha hecho mucho hincapié en la comodidad de los chóferes, que llevan años sufriendo en sus riñones los desperfectos de unos asientos muy viejos y de unas suspensiones más que amortizadas. Los asientos estarán calefactados, enfrente tendrán parasoles, y su puesto de conducción estará cerrado, sin aristas ni salientes.
También se ha pensado en la comodidad de los pasajeros. Así, los autobuses contarán con suspensiones regulables e inclinables, un sistema anticabeceo y antigalope, y el aire se renovará totalmente doce veces cada hora para garantizar una correcta ventilación.
Una vez se adjudiquen los autobuses, comenzará su fabricación. Los consejeros de Tuvisa tendrán derecho a realizar un par de visitas a la fábrica para supervisar el proceso, y una vez se entreguen los vehículos, se realizan todo tipo de pruebas para comprobar consumos, distancias de frenado, capacidad para subir pendientes, o respeto a la normativa sobre ruidos o emisiones de gases contaminantes.
Pasados estos trámites, y con dos años de garantía firmados ante posibles contingencias, los autobuses entrarán en servicio, y serán fácilmente distinguibles de sus vetustos predecesores. No sólo porque serán nuevos, sino porque serán verdes. El consejo de administración ha decidido que el nuevo color de la flota de Tuvisa debe ser el de la Green Capital, aunque los viejos vehículos seguirán siendo grises.
Y dado que los nuevos autobuses incorporan muchas mejoras tecnológicas, la empresa que finalmente se lleve el contrato deberá incorporar un plan de formación para la plantilla de Tuvisa, que con estos autobuses dirá adiós a los motores diésel.
La próxima tanda de autobuses, que se comprarán en dos años, serán eléctricos. La transición no se ha hecho desde ya porque la tecnología sin combustibles fósiles es aún muy cara y porque hay que adaptar las cocheras para estos vehículos, lo que también supone una importante inversión, pero la intención de cara al futuro es clara. Los autobuses seguirán la senda del BRT y el tranvía y el gasoil será cosa del pasado en la red de transportes públicos de la capital alavesa.