amurrio - El parque de las energías renovables de Aresketamendi en Amurrio cumplirá en junio diez años de su apertura y ya ha empezado a celebrarlo. De hecho, desde el pasado jueves y hasta hoy, su horario matinal habitual de 10.00 a 14.00 horas se verá ampliado con una apertura vespertina de 17.00 a 19.00 horas para dar cabida a las personas que decidan acercarse a su principal reclamo de Semana Santa: la exposición La niña que andaba del revés.

Se trata de un iglú hinchable cedido por La Caixa, que se colocará bajo la pérgola del parque para evitar las inclemencias meteorológicas. En la instalación se darán a conocer a través de un diaporama las diferentes constelaciones y el sistema solar, las formas de la luna, las mareas, la iluminación de las ciudades o los efectos que la contaminación lumínica tiene en los animales, por citar alguno de sus contenidos.

El objetivo no es otro que “fomentar el respeto por la naturaleza y los animales, como venimos haciendo desde marzo hasta junio con los ingenios del parque, pero invitando a contemplar lo que nos rodea desde otro punto de vista, o como dice el título de la muestra: el mundo del revés; es decir, el cielo”, explica la responsable del espacio, Encarna García.

La entrada a esta curiosa iniciativa -pensada sobre todo para niños menores de doce años, aunque también dejarán entrar a los adultos- será gratuita. No obstante, las familias que quieran aprovechar la visita para conocer el resto del parque sí tendrán que pagar la correspondiente entrada a un recinto destinado a la educación ambiental y que, cada temporada, atiende a una media de 5.000 escolares llegados de centros educativos de toda Euskadi.

En concreto, el parque Aresketamendi lleva, desde su apertura en 2006, transmitiendo a los visitantes, de una manera didáctica y lúdica los principios energéticos por los que apuesta el desarrollo sostenible. Para ello, dispone de un espacio expositivo al aire libre de 22.600 metros cuadrados en el que una pasarela de madera en espiral de algo más de un kilómetro introduce en las diferentes áreas del parque.

Se trata de 29 ingenios energéticos, artilugios participativos, maquetas y paneles, relacionados con las diferentes fuentes de energía ligadas al agua, al viento, al sol, o a la tierra (biomasa), que dan la oportunidad de comprobar cómo la fuerza del agua mueve una enorme bola de mármol sin casi tocarla, de descubrir que el sol es capaz de dar la hora, o que los molinos de viento se usan desde hace siglos, por poner un ejemplo. “Con visitas escolares se suele tardar en ver todo en torno a dos horas, pero cuando se trata de familias la cosa se alarga media hora más, ya que los padres y madres suele hacer más preguntas y, sobre todo, concernientes al ahorro energético que cada uno podemos adoptar en nuestro hogar”, subraya García.

Por esto mismo, en las visitas suelen separar a los adultos de los menores para que cada uno viva la experiencia acorde a su edad. “Los txikis alucinan sobre todo con la cocina solar que usamos en la fiesta del solsticio de invierno para hacer la txistorrada. En cuanto llegan, si hace día de sol, ponemos encima una cazuela con agua y nos pasamos al término de la visita para que vean cómo, por efecto del sol, se ha calentado el líquido hasta entrar en ebullición y hervir. ¡Flipan! También con que la fuerza de las olas produzca energía y se encienda una bombilla, o porque ellos entre diez no puedan mover una bola de mármol de 180 kilos y, en cambio, sí pueda hacerlo la presión del agua”, enumera García. Los mayores, en cambio, se decantan más por el tornillo de Arquímedes. Un ingenio mecánico que se pierde en la memoria de los tiempos (siglo III antes de Cristo, aunque existen hipótesis de que ya era utilizado en el Antiguo Egipto) y, cuyos principios físicos se siguen aplicando hoy día a herramientas tan dispares como un sacacorchos, plantas de tratamiento de aguas residuales, o transporte de agua, e incluso granos de cereal en los sistemas de silos.