juan Antonio Gonzalo, vecino de Gasteiz de 65 años, sufrió un infarto el pasado 5 de julio mientras se encontraba en su domicilio, pero la rápida y certera intervención de su mujer y su hija y de los servicios de emergencia después logró devolverle a la vida. “No he tenido colesterol nunca, ni he bebido ni he fumado, así que lo mío fue un caso atípico. Parece que todo se debió al estrés”, explica Gonzalo, ya plenamente recuperado de su dolencia. El paciente, después de seis días ingresado en Txagorritxu, logró el alta y se preparó para iniciar una vida nueva, mirando de cerca a la plena rehabilitación de su corazón, y se puso en manos de los especialistas.
Comenzó entonces un programa basado en la combinación de ejercicio físico, buenos hábitos alimenticios, apoyo psicológico y también farmacológico y los resultados, menos de un año después de sufrir el infarto, saltan ya a la vista. “La terapia ha sido estupenda, me encuentro muy bien. Ahora suelo andar bastante, me he apuntado al gimnasio, la última prueba de esfuerzo salió bien y si todo sigue así me quitarán tres de las seis pastillas que tomo ahora”, detalla Gonzalo mientras apura un café.
El responsable del milagro ha sido un equipo multidisciplinar del centro médico IMQ Amárica de Gasteiz, que apenas un mes antes de que Gonzalo padeciese el infarto puso en marcha un nuevo programa integral de rehabilitación cardiaca dirigido a pacientes como él o que, sin haber sufrido un episodio de este tipo, poseen factores de riesgo que hacen aconsejable una intervención terapéutica preventiva. Lo pilota el cardiólogo Javier Pérez Asenjo, por cuyas manos han pasado ya 43 pacientes. “Hay una epidemia de infartos y de enfermedades del corazón que nos tiene abrumados. Casi toda la gente tiene unos hábitos de vida sedentarios, cada vez se come peor, y cuando un paciente se recupera tiene miedo a hacer una vida normal. Se trata de darles herramientas para recuperarse y empoderarse, sin paternalismos. Y que pierdan esos miedos”, explica el profesional.
El programa, que tiene como principal objetivo reducir a medio y largo plazo los índices de mortalidad de los síndromes coronarios agudos, cuenta con una duración media de tres meses, un tiempo en el que fundamentalmente se trabaja el cambio hacia unos hábitos de vida saludables y la reintegración a la vida normal de la forma más rápida y segura posible.
Una de las principales características de la terapia es su actuación desde un enfoque multidisciplinar, en este caso cuádruple, con la intervención de diferentes especialistas. Una vez visto el paciente por el cardiólogo, que determina y coordina el diagnóstico y el tratamiento de la cardiopatía -tanto los aspectos farmacológicos como de rehabilitación y hábitos de vida-, una psicóloga trabaja con él en el control del estrés, la relajación y los aspectos ligados a los estados de ánimo.
Ese cambio hacia unos hábitos de vida saludables continúa con la actuación de especialistas graduados en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte que dirigen a los pacientes en ejercicios aeróbicos, de fuerza y de higiene postural en una escuela de la espalda. Finalmente, el círculo se cierra con la intervención de una doctora en Farmacia y Nutricionista, que valora al afectado desde el punto de vista nutricional y desarrolla una estrategia individualizada para la adopción de hábitos dietéticos y alimentarios sanos. Un trabajo en varios campos hacia la que la Cardiología camina en todas las esferas, también en el ámbito de la Sanidad pública. “Hemos cambiado la visión y por fin le damos al paciente la importancia que tiene. Hasta hace diez años se le ha ninguneado, y no nos hemos dado cuenta de que puede aportar mucho. Si tú remas y yo no, daremos vueltas”, ejemplifica de nuevo Javier Pérez Asenjo.
Los resultados, hasta la fecha, son satisfactorios. “No hemos tenido ninguna complicación durante las sesiones. Ni anginas de pecho, ni muertes ni nada por el estilo. Y casi en la mitad de los casos hemos podido reducir la medicación para la tensión y el colesterol al tener un mejor control de los factores de riesgo”, añade el cardiólogo, que recuerda que el proyecto iniciado en IMQ Amárica “es una continuidad del trabajo que inició el doctor Camacho con el programa de rehabilitación cardiaca que se realizaba en el Bakh”.
Dos simples realidades evidencian el peso que este problema de salud tiene y a seguro tendrá sobre la población. Las enfermedades cardiovasculares son ya la causa más importante de mortalidad a nivel mundial y aún así la población sigue empeorando sus hábitos de vida y, de esta forma, aumentando el riesgo. El Gobierno Vasco, de hecho, estima que un 80% de sus vecinos no sigue las indicaciones de la OMS.