Plazas agotadas para los cursos de personas de más de 55 años que quieran aprender informática. Es el cartel que cuelgan en Álava los centros que ofertan clases dirigidas a todos los mayores que cuentan con escasos conocimientos para ponerse delante de un ordenador, pero que aún así desean adentrarse en la era digital, un territorio que aún es dominado por los jóvenes, tal y como aún reflejan las últimas cifras al respecto. En concreto, prácticamente la totalidad de la juventud alavesa navega por la Red, con un espectacular 98,7% entre las franjas de edad que van desde los 15 a los 24 años, frente al 55% entre los que tienen 45 o más años, según los datos de la encuesta “Población de 15 y más años de Euskadi usuaria de Internet”, de octubre de 2015, elaborada por el Instituto vasco de Estadística (Eustat). Aunque, por fortuna, cada vez son más los que peinan canas deseosos de estrechar esta brecha digital. “Todos nuestros cursos se completan, incluso hay que recurrir al sorteo de plazas por exceso de demanda”, explican desde la Fundación Vital, que lleva desde el año 2002 organizando este tipo de iniciativas que ellos, en concreto, dividen en tres niveles: iniciación, profundización e Internet, con tres meses de duración cada una. Se trata de una de las actividades más demandadas por los alaveses que tienen más de 55 años, con un total de 480 alumnos anuales, aunque no es la única que tiene tirón. “Hemos observado una evolución en los últimos años hacia los cursos de especialización en aplicaciones concretas, en vez de a los de iniciación. Las nuevas generaciones de personas mayores son cada vez más exigentes y lógicamente disponen de mayores conocimientos tecnológicos en general”, añaden desde la Fundación Vital.

La novedad de este año es la aplicación para el teléfono móvil de GPS de montaña, sobre seguridad en senderismo, aunque antes vinieron otros talleres prácticos, como el de cámara digital, al que se apuntan 90 personas cada año, el de sacar partido al móvil y el de hardware para aprender a manejar los componentes del ordenador.

Otro ejemplo de cursos especializados son los monográficos de informática, muchos de ellos surgidos a petición de los propios alumnos, en los que se inscriben los que ya tienen conocimientos básicos de ordenador o incluso un nivel avanzado. “Almacenamiento y nube”, “Limpieza de equipos”, “Iniciación a Facebook” y “Tratamiento de imágenes” son los que se están dando en marzo en el palacio del Cordón. Y todos los estudiantes, pese a su edad, aprenden rápido. “Señores que en su vida han tocado un ordenador logran usar el correo electrónico o redes sociales. Incentivamos que haya más blogs de adultos mayores y les enseñamos, por ejemplo, que Internet, aparte de una herramienta para comunicarse con sus familiares, también lo es para hacerlo con el mundo, si aportan comentarios”, explica Ruth García, una de las profesoras de los 22 cursos monográficos que tienen una duración de un mes y que cada año registra un total de 352 participantes. Una de estas alumnas es Lourdes López de Briñas, de 61 años. Ella, en concreto, está en “Tratamiento de imágenes”, que le sirve para aprender a hacer un álbum digital o incluso a crear una película elaborada con fotografías. “Yo me apunté porque veía que me estaba quedando obsoleta en las tecnologías, con temas que cada vez eran más funcionales, como cuando iba al banco y me decían que les diera un correo electrónico que no tenía ni sabía usarlo”, detalla esta mujer que ya sabe cómo empleará en el futuro lo aprendido en estas clases. “Lo usaré para enseñar a mis conocidos las fotografías de mis viajes”, dice orgullosa Lourdes.

Patxi Varona, de 64 años, es otro de los estudiantes que sin duda pondrá en práctica las lecciones del “Tratamiento de imágenes”. “Hago fotos de naturaleza, así que decidí apuntarme en él después de que unos amigos me hablaran del curso”, afirma este jubilado.

Aumento de la edad Otro de los centros de la capital alavesa en los que se demuestra que la edad no es un impedimento para ponerse al día en las nuevas tecnologías es el de las aulas de informática de la asociación de pensionistas y jubilados de Las Cuatro Torres, que cada año cuenta con 75 participantes en sus cursos de 30 horas de duración. Una “demanda que no deja de crecer”, según cuenta el máximo responsable de esta asociación, Antonio González Cabezudo, tal y como ha comprobado desde el año 2000, fecha en la que empezaron a ofertar a sus socios nociones básicas para el manejo del ordenador, Internet, tratamiento de imágenes o manejo de móviles de última generación.

“Cada año hacemos cinco cursos, en los que se apuntan 15 personas de media, pero este año vamos a intentar hacer más porque tienen mucha demanda y hay muchos que se quedan fuera. El año pasado, el primer día, los llenamos todos”, explica Natalia García coordinadora de voluntariado. El alumnado de esta formación, subvencionada por la Diputación foral de Álava, tiene una edad media comprendida entre los 55 y 70 años. Y todos ellos tienen en común que no tienen miedos a la hora de apuntarse: “La gente es muy animada porque los hijos les regalan un ordenador o un móvil y quieren saber usarlo”, matiza García. De hecho, aprender a desenvolverse con las nuevas tecnologías les ayuda a recuperar la confianza en su capacidad de aprender. “Siempre se pude volver a repetir el curso y los que lo llegan a dominar, pasan de nivel”, añaden desde esta asociación, en la que los cursos que más solicitan sus socios suelen ser los de Internet o iniciación de ordenadores.

Así también lo han comprobado en Saregune, otro de los centros veteranos de Vitoria en ofrecer cursos de informática para todas las personas con escasos conocimientos informáticos que quieran adentrarse en la era digital. Por su sede del Casco Viejo pasan cada día 60 personas matriculadas en sus cinco cursos diarios, que van desde el aprendizaje básico del teclado y ratón, a procesadores de textos e imágenes y manejo de redes sociales. Son, por lo general, cursos de breve duración, ya que el más largo dura un mes y el más corto una semana, y en los que son también habituales los sorteos, ante las numerosas peticiones para matricularse en ellos. “Llevamos años acercando la tecnología, pero el curso estrella sigue siendo la iniciación a la informática. La brecha digital se sigue manteniendo, así que nuestro reto es seguir ofreciéndolos para que la gente no se quede fuera”, puntualiza Ainara Pérez, coordinadora de este centro que recibió un galardón europeo por trabajar por disminuir la exclusión tecnológica.

El objetivo es que los alumnos se sientan seguros y por eso están adaptados al ritmo de cada persona. “Es un campo que genera esa sensación de no sentirse tan hábiles como los jóvenes, cuando todo el mundo es capaz de aprender y de tener su hueco en el mundo de la tecnología”, recalca Pérez. Es por ello que sus clases no están orientadas a ningún colectivo en particular. Cualquier persona con ganas de aprender, puede apuntarse. “Sólo se necesita un nombre y apellido para matricularse”, precisan en Saregune, donde han notado un cambio en el perfil de su alumnado. “Hay una franja de edad, la que va de los 35 a los 51 años, que ha aumentado mucho en los últimos cuatro años. Suponemos que es a raíz de la crisis por el número de personas desocupadas que ven estos cursos como una herramienta para tener más posibilidades de reincorporarse al mundo laboral”, añade su coordinadora.

Y, al final, ese cambio mental de volver a sentirse útil, sabiendo que se es capaz de volver a aprender, es mucho más importante que su habilidad para usar un ordenador.