vitoria - El odio, “ese borracho al fondo de una taberna que constantemente renueva su sed con la bebida”, que decía un poeta francés, puede ser delito. Y el Gobierno Vasco piensa tratar así, como delito de odio, sin contemplaciones, el ataque con sangre y restos de cerdo contra el local de Zabalgana donde se proyecta una mezquita. “Es un hecho grave contra la convivencia”, advirtió ayer el viceconsejero de Seguridad, Josu Zubiaga, “y la Ertzaintza va a trabajar en esclarecer los hechos e intentar encontrar a los culpables”. Lo hará de la mano de la Policía Local, aunque por ahora se ha hecho complicado extraer huellas en la lonja y encontrar testigos.
El ataque se produjo apenas una semana después de que se buzonearan por todo el barrio cartas anónimas contra la apertura de la mezquita. Sucedió el martes al mediodía, a la hora de comer, a plena luz del día. El autor o los autores rociaron con sangre la fachada del local, el 20 del Bulevar de Mariturri, reventaron la cerradura y continuaron con su despropósito en el interior, donde arrojaron más fluidos, vísceras y hasta una careta de cerdo, un animal impuro para los musulmanes. Fue un intento de amedrentar a la asociación sociocultural árabe Al Mohsinin, que ya ha iniciado los trámites administrativos para poder acondicionar la lonja y trasladar allí el centro de culto que ahora tiene en la calle Teodoro González de Zárate. Y fue un intento burdo, porque el colectivo no piensa echarse atrás.
Lo confirmó Ahmed El Hanafy, presidente de la Unión de Musulmanes del País Vasco, en nombre de los afectados. Todos ellos tienen bien claro que el ataque ha sido perpetrado “por una minoría” que quiere “enturbiar” la situación. Y eso es “intolerable”. Su intención es presentar una denuncia ante la Ertzaintza, pero quieren actuar “con calma y tranquilidad” porque están convencidos de que los autores del ataque “no reflejan el sentir del vecindario”. Y así es. El mismo martes, la asociación Zabalgana Batuz mostraba su repulsa y desvinculaba al barrio de lo sucedido. Y ayer, el Ampa de Mariturri se sumaba a la condena y afirmaba durante la inauguración del nuevo colegio, de la mano de un padre musulmán muy activo, que la comunidad educativa no comparte los argumentos incendiarios de los pasquines, que hablan de una devaluación de las viviendas y de los riesgos que al parecer correrían los niños al bajar a la calle a jugar.
“Son personas poco valientes, porque actúan de forma anónima, sin dar la cara y quieren enrarecer el ambiente”, dijo El Hanafy de los autores de las cartas y de los de los ataques a la lonja. Y, aun así, él confía en que no lo lograrán, en que ambos casos quedarán reducidos a “hechos aislados”. Ya no siente la tensión política y social de la pasada legislatura, cuando se atacó en repetidas ocasiones un local en Zaramaga donde también se proyectaba una mezquita, se frenó su apertura aun contando con todas las licencias, se inició una dura campaña que vinculaba la inmigración con el fraude en las ayudas sociales y aparecieron pintadas racistas en una asociación afroamericana. “La convivencia en Vitoria siempre ha sido pacífica, con una sociedad cohesionada, esa etapa ya se ha superado y la situación ahora está calmada”, subrayó.
Fue el llamamiento a la conciliación, un intento de hacer comprender que ellos sólo quieren tener un local bien acondicionado donde reunirse y rezar. Sin una palabra más alta que otra. Porque las gruesas, que las hubo, no vinieron del colectivo musulmán, sino del lehendakari. Iñigo Urkullu expresó su “perplejidad y vergüenza” por quienes faltan al respeto e insultan a las personas por sus creencias religiosas. “Tenemos un largo pero apasionante camino por recorrer en una educación sustentada en valores y principios de respeto”, subrayó. También Gorka Urtaran, el alcalde de Vitoria, volvió a pronunciarse. Lo hizo para advertir de que es “rotundamente injustificable que en el siglo XXI se produzcan este tipo de ataques”, defender que la inmensa mayoría de los vitorianos “desea una convivencia pacífica con sus vecinos” y subrayar su “disposición a dialogar” para llegar a un acuerdo entre las partes.
Y eso que, si el proyecto cumple la normativa -y sólo faltan unas modificaciones que el Ayuntamiento de Vitoria había advertido, en aspectos como ventilación o prevención de incendios-, la idea es que continúe adelante. Que la mezquita abra, una más en esta Vitoria multicultural. Y que si no gusta, si no se entiende su función, al menos impere “el respeto”, como reclamaron los colectivos SOS Racismo, Atawasol, Ongi Etorri, Kaddour Sbai y Ayoub El Bachiri, tras manifestar su “repulsa” por el ataque del martes. A su juicio, es “un despropósito y una provocación en toda regla que desconocidos amparados en la clandestinidad intenten romper las normas del respeto hacia las creencias de otros ciudadanos y vecinos que lo son muy a su pesar”. “Dediquen sus actividades provocadoras a otros menesteres. Basta de ejercer de salvavecinos y vecinas a la sombra de sus miserias mentales”, recomendaron, con rabia, desde las asociaciones.
También la directora de CEAR-Euskadi, Patricia Bárcena, habló del ataque a la futura mezquita, aprovechando su comparecencia en la comisión de Derechos Humanos, Igualdad y Participación Ciudadana del Parlamento Vasco. Lo hizo para tratar de descorrer la cortina de la hipocresía, que llora por quienes escaparon de la guerra y ahora aguardan a cruzar la frontera en campamentos ahogados por el barro a la vez que recela de las personas inmigrantes que tratan de labrarse un futuro mejor en sus nuevos destinos. Bárcena se preguntó si el asalto perpetrado contra la lonja de Zabalgana “va a ser la acogida que se va a dar a las personas que lleguen de Siria” y de otros países de la zona, mayoritariamente musulmanas. “Hay que hacer un pronunciamiento firme de que como ciudadanía, Gobierno y Parlamento no queremos esta acogida y este trato a las personas que vienen de fuera”, dijo. Porque la sangre y los restos de cerdo esparcidos por la futura mezquita “hieren lo más profundo del sentimiento religioso de una comunidad”.
El presidente de la Unión de Musulmanes del País Vasco anunció que la asociación árabe pondrá una denuncia en la Ertzaintza, que ya investiga los hechos, y agradeció el apoyo recibido por colectivos vecinales, educativos y sociales del barrio.
El lehendakari expresó su perplejidad por quienes ofenden a las personas por sus creencias religiosas y dijo que queda “un largo pero apasionante camino por recorrer en una educación sustentada en principios de respeto”.
El viceconsejero de Seguridad explicó que Euskadi es más estricta con la calificación de delitos de odio porque quiere evitar el auge de la xenofobia.. Y, de acuerdo a esa directriz, es como trabaja la Ertzaintza.
El alcalde de Vitoria insistió en que el ataque es “injustificable en el siglo XXI” y reiteró su disposición al diálogo para lograr “un acuerdo pacífico” entre el colectivo sociocultural y los vecinos disconformes con la mezquita.
Los colectivos SOS Racismo, Atawasol y Ongi Etorri tacharon el ataque de “despropósito y provocación en toda regla” y pidieron a sus autores y a quienes escribieron las cartas que “dejen de ejercer de salvavecinos”.
La directora de CEAR-Euskadi advirtió de que la mayoría de personas que huyen de la guerra vienen de países musulmanes y de que el ataque de Zabalgana “hiere lo más profundo de su sentimiento religioso”.
La lonja de la discordia. Se trata del local número 20 del Bulevar de Mariturri, a la que una asociación sociocultural árabe quiere trasladar el centro de culto que ahora tiene en la calle Teodoro González Zárate. Su deseo es contar con un espacio mejor para un aforo de 300 fieles.
Las críticas. Vecinos opositores creen que las viviendas se devaluarán y que sus hijos pequeños pueden correr riesgos.