Gasteiz - Penalizadas por el “impuesto de ser madres” ¿Es la única causa del menor salario?
-La solución pasa porque la sociedad entienda que los hijos son bienes públicos y sociales. Muchas de las sociedades avanzadas estamos envejeciendo peligrosamente. España y, más aún, Euskadi, son sociedades con tasas de natalidad entre las más bajas del mundo. En gran medida se debe a la dificultad de conciliar la vida familiar y la profesional. Todo el esfuerzo recae sobre la mujer y ahora que la mujer invierte tanto capital humano en formarse quiere posteriormente ejercer profesionalmente. Así que retrasa su entrada en la maternidad hasta tener condiciones laborales más estables, pero a partir de ese momento se ve obligada a transitar hacia empleos más conciliables. Si la sociedad entendiera que los hijos son de los dos, estoy segura de que se implementarían medidas laborales más amables con la familia. En los países nórdicos, está socialmente mal visto que los padres no lleven y recojan a los niños de las escuelas. Debemos de llegar a eso. Pero todas las medidas que se tomen deben ser para los padres y madres, nunca solo para las madres, porque esto no hace sino ahondar más en las brechas existentes.
Un estudio reciente considera que las empresas con más mujeres al mando son más rentables. ¿Lo cree así?
-No creo que las mujeres, por el mero hecho de ser mujeres, tengan una mayor habilidad innata para gestionar las empresas. Pero lo que sí pienso es que aquellas empresas en las que se comparte la gestión entre hombres y mujeres, necesariamente ofrecen más diversidad en opinión, maneras de entender y de manejar la empresa. Esta mayor diversidad es en mi opinión muy necesaria y positiva. Siempre suma, porque enriquece y nunca resta. Permite una mayor representación del 50% de la población, que son las mujeres. Por estas razones considero necesaria la presencia de mujeres en los órganos de gestión y decisión de las empresas.
A pesar de esos beneficios económicos que representan para las empresas, la diversidad de género sigue siendo un tema pendiente y los altos cargos siguen dominados por los hombres
-Sin duda, no hay más que ver los porcentajes de mujeres en altos cargos en las empresas. Creo que aunque se considera políticamente correcto hablar sobre la importancia de la diversidad de género, no existe en la mayoría de las empresas una actitud proactiva hacia la integración más plena de la mujer. Ésta se sigue enfrentando sola a mil barreras para progresar en su vida laboral, sobre todo a partir de su entrada en la maternidad. En general, tanto entre los agentes sociales como desde las instituciones no veo una actitud decidida por el cambio y por una apuesta valiente y de empuje por la consideración de la familia como una parte fundamental en la sociedad. Ello pasaría por interiorizar que el tener hijos impone a padres y a madres la dedicación de tiempo que, si se organiza bien, puede ser totalmente compatible con el trabajo pero que no se puede obviar como si ese aspecto no existiera. Por otra parte, la sociedad debiera también transitar hacia normas sociales en las que se “viera bien” que los padres participen mucho más activamente en la crianza de los hijos en cuanto a dedicación.
Se propala que las mujeres directivas vetan a otras mujeres. ¿Mito o realidad? También se dice que ellas no quieren acceder a puestos de responsabilidad. ¿Cierto?
-Es posible que algunas mujeres, al verse tan en minoría en puestos de responsabilidad, con gran presencia masculina, en algunos casos traten de comportarse como hombres. Pero no creo que ni siquiera en estas situaciones las mujeres en general veten a las mujeres, más bien al contrario. Es más probable que en estos puestos más masculinos la presencia de más mujeres se vea como algo positivo para ellas. Por otra parte, sí que existen muchas mujeres con hijos que no quieren acceder a puestos de responsabilidad porque saben que eso implica una presencia mucho más importante en la empresa y la imposibilidad de conciliar con su vida familiar. Esta conciliación se la toma mucho más en serio la mujer que el varón por el momento y por tanto son ellas las que más renuncian a puestos que no permiten conciliar.
¿Cómo ve el futuro en cuanto a la presencia de la mujer? ¿Cree que las generaciones más jóvenes tienen visiones diferentes sobre la conciliación y que podría cambiar las cosas hacia mayor igualdad?
-Si bien no tengo datos que me confirmen esto, sí tengo la percepción de que existen muchos varones jóvenes, sobre todo con parejas con altos niveles educativos, que sin duda quisieran compartir el cuidado de los hijos. Pero por desgracia, esto todavía no está bien visto en las empresas. El querer conciliar se entiende muchas veces como falta de compromiso y de esfuerzo y no debiera ser así. Ellos mismos se enfrentan en muchos casos a la incomprensión por parte de la empresa para trabajar y conciliar. Es fundamental que estos jóvenes alcen sus voces, que aumenten en número y que muestren a las empresas que conciliar no tiene nada que ver con falta de compromiso e interés. El día que se logre esto, habremos dado un gran paso hacia la igualdad de hombres y mujeres en el trabajo.