han sido cinco años de investigación. Muchas horas en el laboratorio, pero también fuera, cerca de las personas. El último proyecto de los Laboratorios María D’uol, con María Unceta-Barrenechea al frente, contiene aún más si cabe el sello que ha caracterizado a esta firma alavesa desde su fundación hace 24 años. Una filosofía que le ha llevado a “formular cerca de las personas, en función de sus necesidades” -como bien describe-, y por otro lado, con el convencimiento de estar utilizando las mejores materias primas.

Por circunstancias de la vida, esta empresaria vizcaína afincada en Gasteiz desde hace más de dos décadas ha conocido la enfermedad del cáncer muy de cerca pero, en lugar de amilanarse, le ha plantado cara como mejor sabe. Con una línea de cosmética formulada para paliar los efectos secundarios que se producen en la piel tras las sesiones de quimioterapia y radioterapia. Lesiones como enrojecimiento, picor, sequedad, manchas... que pueden desembocar en heridas o infecciones si no se les presta el cuidado necesario.

Todo comenzó hace cinco años cuando una persona contactó con María porque a su hija le habían diagnosticado cáncer de mama. En aquel momento, tal y como relata esta empresaria, “no tenía nada específico, pero sí las materias primas en las que yo confío. Así que le recomendé una serie de productos que sabía que le iban a funcionar muy bien”. Cuando finalizó el tratamiento, el personal sanitario del Hospital Universitario de Álava se interesó por aquellas lociones al comprobar la ausencia de lesiones cutáneas en la paciente. Ahí es cuando esta farmacéutica lo ve claro y piensa: “yo puedo hacer algo para esas personas que están sometiéndose a un tratamiento oncológico”. Comienza entonces un proceso de investigación que le llevará a encontrar nuevos principios activos, naturales y seguros.

Aquel producto que recomendó en su día (el Bálsamo Reparador) comienza a extenderse entre los pacientes en tratamiento y los testimonios recibidos desde distintos puntos del planeta no dejan lugar a dudas. Su composición funciona: calma, nutre y repara. Disminuye el enrojecimiento y alivia la irritación.

experiencia personal En 2013 le diagnosticaron un cáncer a su madre y la oncóloga les explicó que el efecto secundario más importante se produciría sobre la piel. La empresaria entra en contacto directo con la enfermedad y se lo toma como un reto: “todos los días, al salir del laboratorio, iba a casa de ama y le aplicaba el bálsamo reparador con un aceite de pepita. Era nuestro momento”, describe.

María comienza a entender el alcance de los efectos secundarios: inflamación, calentamiento, manchas, picores? “La piel de mi madre quedaba perfecta. Al no rascarse ni sentir picor, dormía relajada”, asegura. Nace así el aceite reparador, una fórmula mejorada del aceite de pepita. La investigación no cesa y nuevos productos se suman a la Línea Oncology, compuesta en la actualidad por seis referencias.

Para el alma mater de esta empresa vitoriana éste ha sido un proyecto con mayúsculas. “Ha requerido mucho esfuerzo, pero también una enorme implicación emocional”, sostiene. Y por eso mismo confiesa que “ha habido momentos muy duros en los que he pensado en dejarlo. Al mismo tiempo, los resultados que yo misma estaba comprobando y los testimonios de agradecimiento de los pacientes me dieron la fuerza necesaria para seguir”. En este sentido, María destaca las personas “tan maravillosas” con las que se ha encontrado a lo largo de estos cinco años y que han colaborado con ella para hacer posible esta línea de cosmética pionera. Para ella, hay cuatro figuras claves en este proyecto: “los proveedores, que me han ayudado en el conocimiento de las materias primas; los pacientes y en especial mi madre; el personal sanitario que ha estado y está muy involucrado y el equipo de María D’uol”.

Orgullosa de poder contribuir a mejorar la calidad de vida de los pacientes, María siempre ha apostado por el cuidado de la piel y esta experiencia le ha permitido situarla en un lugar preferente. “El personal médico está muy centrado en acertar con la terapia y curar el tumor y la piel pasa a segundo plano”. Para ella, sin embargo, es tan importante o más: “cuanto mejor tienes la piel, mejor soportará la toxicidad del fármaco. En cambio, si está afectada, el paciente se puede desanimar y querer abandonar el tratamiento”, argumenta. De naturaleza inquieta, esta vitoriana de adopción ya tiene la mente puesta en nuevas fórmulas. Y es que, dados los avances médicos en dichas terapias, esta cosmética oncológica promete estar en constante evolución.