Filtraciones, ruidos, excesivo calor en verano o frío en invierno son los problemas que soportan los vecinos que habitan en los edificios más antiguos de Vitoria y que, por lo general, se concentran en los barrios de oro de la ciudad, como Zaramaga, Coronación, Adurza, Abetxuko o Ariznabarra, donde el 30% de sus edificios tiene de media la etiqueta G de calificación energética, la que más gasto implica en las facturas de electricidad para sus propietarios.
La falta de un correcto aislamiento térmico es el principal problema al que se enfrenta el progresivo envejecimiento del parque de inmuebles gasteiztarra, que cuenta con un 54% de las viviendas con más de 33 años, según los datos del Gabinete de Estudios que publica el Ayuntamiento de Vitoria, sobre el total de las 109.024 moradas contabilizadas en la capital alavesa. Dicha antigüedad implica que muchas de ellas no cumplen con los criterios mínimos de eficiencia energética, ya que cuanto más años tenga una casa, mayor es el consumo de recursos que necesita para obtener unas condiciones óptimas de confort en su interior. A día de hoy, sólo la rehabilitación energética parece ser la única técnica eficiente para minimizar esos impactos. Es la arquitectura sostenible, aquella que tiene como pilares principales el respeto medioambiental y la reducción de la demanda energética como única vía para edificar, gracias a la optimización de recursos y materiales que junto con el empleo de medios renovables hacen posible la reducción de emisiones contaminantes.
El Ayuntamiento gasteiztarra, consciente de la necesidad de rejuvenecer sus barrios más antiguos, ya ha puesto en marcha el plan de revitalización de Coronación, elaborado por el Gobierno Vasco y acreedor de una financiación europea de 11 millones de euros que, entre otras medidas, contempla la reforma de cubiertas, fachadas y carpintería o la instalación de una enorme red de calefacción de biomasa para reducir la factura energética de ese distrito en un 50%.
Este proyecto sigue la ejemplarizante estela del Plan Revive de Zaramaga, basado en una rehabilitación integral de un bloque de viviendas situado en la calle Cuadrilla de Laguardia, a la altura de los números 2, 4 y 6, y cuyos vecinos lograron recortar sus recibos en un 70% tras las reformas efectuadas. La principal, el cambio de fachada, un nuevo abrigo desde la cabeza hasta los pies, para evitar la perdida de energía en invierno y la entrada de calor en verano con aislante térmico continuo. A ello se añadió un novedoso sistema de recuperación del aire, paneles fotovoltaicos en la cubierta y ventanas de doble cristal para evitar aún más la fuga de calor, que dio como resultado la clasificación energética A, la más alta de su categoría.
“La de Zaramaga es la primera rehabilitación energética de Vitoria con recuperación de calor y eso es un proyecto que podrían tener todas las viviendas”, explica el prestigioso arquitecto Ramón Ruiz-Cuevas, cuyo estudio, Luz y Espacio, fue junto con IMV arquitectos uno de los artífices de este plan en Zaramaga, galardonado con el V Premio Construcción Sostenible que entrega el gobierno de Castilla y León.
Aunque este tipo de rehabilitación sostenible trae indudables beneficios económicos y medioambientales a la ciudad, aún estamos ante “proyectos puntuales”, como los califica este arquitecto, ya que aún queda mucho para incentivar la renovación del parque de viviendas. “Hace falta información, financiación para construir estos proyectos y ayudas para los propietarios, porque se trabaja en los edificios más antiguos de la ciudad, que muchas veces están habitados por personas con menor poder adquisitivo”, matiza Ruiz, para quien la rehabilitación energética de los edificios, pese a la inversión inicial, siempre a la larga es más rentable. “Creamos una vivienda más ahorradora en la que se mejora el confort y la salud, sin emitir contaminación. Con una mejor calidad de entrada de aire y se te revaloriza luego el inmueble”, afirma Ruiz-Cuevas, cuya empresa en materia de sostenibilidad posee también el Premio nacional a la Arquitectura y Urbanística Sostenible (2007) por el edificio de depuración de las piscinas de Gamarra. Su lema es “la sostenibilidad arquitectónica debe empezar por el urbanismo” y así lo ha demostrado con otra experiencia pionera en la ciudad, la del diseño del ecobarrio de Bustaldea, con empleo de elementos arquitectónicos vernáculos, que son una seña de la ciudad, como las galerías, que contribuyen a la captación solar pasiva. La clave, en opinión de Ruiz-Cuevas, para reducir la demanda energética es la envolvente y ésta responde a “una ecuación muy sencilla” sobre la energía que gastamos. “Arriba, en el numerador, iría la demanda energética y abajo, en el denominador, el rendimiento de las instalaciones, de manera que para reducir la demanda, hay que hacer un buen abrigo a la vivienda”, matiza.
Casas pasivas Esparza Arquitectura es otro de los estudios de la ciudad especializados en las reformas sostenibles, cuya demanda, como dicen, es cada vez mayor. “En Vitoria estos proyectos nos suponen un 60% de la carga de trabajo”, explica Alberto Esparza, arquitecto de este estudio especializado en la máxima eficiencia en construcción, las casas pasivas o Passivhaus, cuyo principal objetivo es conseguir un consumo energético menor de 15 kw/m2 al año, lo que significa un ahorro de energía de entre un 70% y un 90%. “La primera que hicimos, en Trokoniz, de 250 metros cuadrados, tiene un consumo de calefacción anual de 300 euros, lo que supone un 80% de ahorro frente a una vivienda estándar”, añade Esparza, quien propone, ahora que está en fase de revisión el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de Vitoria, que “es el momento de tomar medidas para que la ciudad sea un referente a la hora de potenciar este tipo de proyectos sostenibles y para que haya más subvenciones al respecto”.
Otro ejemplo práctico de cómo la intervención en edificios antiguos es también posible con planteamientos de eficiencia energética es la reforma de una casa adosada de tres plantas, en la avenida de Estíbaliz de Vitoria, con criterios Passivhaus o conceptos pasivos de energía, al aprovechar la que produce la propia casa, efectuada por el estudio de arquitectura y urbanismo Arke. “Según el estudio que hemos hecho, tras las obras con el recuperador de calor más los dos radiadores en esta casa de 225 metros cuadrados, con 75 metros cuadrados por planta, se consigue un consumo de 389 euros al año. Es un ahorro bastante fuerte”, desvela la arquitecta Nerea Ortiz de Landaluze, quien, como añade, “el aislamiento y la hermeticidad son los principales problemas que se conjugan para hacer más sostenible un edificio”.
La empresa Certificación y Calificación Energética (CERCAE) también nota que cada vez hay una mayor demanda de proyectos de rehabilitación energética. “Ahora mismo tenemos tres proyectos de este tipo sobre la mesa, aunque en este caso son para Bizkaia”, destaca el arquitecto Jorge Inchaurbe, quien tiene claro que el futuro de la arquitectura pasa por la sostenibilidad, más si cabe debido a lo “abocadas” que están este tipo de intervenciones, tras el compromiso de cumplir con el objetivo “20-20-20”, de la directiva europea de 2012/27/UE de eficiencia energética de edificios, que aspira a reducir en 2020 el 20% del consumo energético. “Hasta 1979 no se obligaba a colocar aislamiento térmico en los edificios”, recuerda este amable arquitecto, quien anima a que la sociedad invierta en la rehabilitación energética, ya que “desde el día uno que tienes el aislamiento, notas el confort y calefacción”.
Todas los construcciones pueden reducir sus facturas de electricidad y calefacción. Según cuenta Unai Herrero, ingeniero de la empresa Enerfik, creada en 2014, “el 85%-90% de los casos que nos llegan se pueden mejorar, si pueden invertir en las medidas que les recomendamos”. En esta empresa saben por experiencia propia que un edificio insuficientemente aislado consume entre un 25% y 30% más en calefacción y/o refrigeración. Pero además de las soluciones que llevan a cabo en viviendas, también se han dado cuenta de que la correcta gestión de la energía es un instrumento clave para mejorar empresas e instalaciones deportivas. Prueba de ello son las bondades que han experimentado en el campo de golf de Larrabea, en Legutiano, puesto que sólo con hacer unos cambios en la iluminación ya han notado el ahorro. Así lo han conseguido con el empleo de luces LED en las zonas de mayor tiempo de encendido, como vestuarios, cuarto de palo, oficinas y tienda, han reducido la factura de la luz en 60.000 kw al año (ya que la potencia necesaria para soportar el antiguo sistema de iluminación ha pasado de 25,7 Kw de carga a tan sólo 9Kw, que para sus dueños conllevará un importante ahorro en la factura al cambiar la potencia contratada con la eléctrica, que hará amortizar la inversión en tiempo récord, “lo que significa un total de 29,6% de ahorro en su factura eléctrica y una reducción del vertido de emisiones de más de 27.000 kilos de CO2(eq)”, precisan desde Enerfik.
trabajo. Gran parte de los gabinetes de arquitectura de la ciudad dedican el 60% de sus recursos y de su tiempo en proyectos de restauración y sostenibilidad.