gasteiz - “Son como esos jarrones chinos que tienes en la estantería y que ni te das cuenta de que están ahí, y que igual habría que quitar”. La metáfora, propiedad del portavoz del PSE en el Ayuntamiento de Vitoria, Peio López de Munain, surgió ayer en el Ayuntamiento para alertar al equipo de gobierno de que por las calles de Vitoria hay multitud de elementos del mobiliario urbano que no sólo no sirven para nada, sino que además estorban, y por ello los socialistas pidieron al concejal de Urbanismo y Espacio Público, Borja Belandia, que haga un inventario de estos elementos y los vaya retirando poco, una sugerencia que para el responsable municipal es cuando menos “interesante”.

Ya los propios socialistas han elaborado un primer listado a vuelapluma de estos obstáculos, simplemente dándose una vuelta por la ciudad, y de los elementos detectados hay un uno especialmente simbólico, un “monumento al despropósito”, dijo López de Munain, que una década después de su instalación, y sin haber funcionado jamás correctamente, sigue plantado a la entrada de las piscinas de Mendizorroza. Es el biciberg, aquel aparcamiento subterráneo para bicicletas que ha sobrevivido a la empresa que lo instaló, y que el Ayuntamiento trató de poner en marcha sin éxito. “Ahí sigue, y sólo sirve para removernos la conciencia”, dijo el portavoz del PSE. Según Belandia, también al equipo de gobierno le produce cierto bochorno ver “la maravilla esa” a las puertas de las piscinas, pero el coste económico de su retirada no es asumible a día de hoy por el Ayuntamiento vitoriano.

Pero hay más. En el cruce de las calles Fueros y General Álava hay un poste con un interfono para activar y desactivar bolardos, un elemento que ya no se utiliza. Tampoco se da uso a las jaulas para bicicletas instaladas hace años en la plaza Sefarad, junto al centro cívico Judimendi, cuyos elementos, dijo Belandia, se están reutilizando en otros aparcabicicletas. Hay además, en el Polvorín Viejo, un cartel que señala rutas de bicicleta que ya no existen, y por toda la ciudad hay repartidas grandes aspirinas de hormigón que en teoría deben impedir el paso de los vehículos a zonas vetadas, y que en la práctica, al menos en algunos casos, no lo hacen. López de Munain explicó, por ejemplo, el caso de una aspirina colocada delante de un banco, o de una hilera de estos elementos bloqueando todo el ancho de una calle, salvo en un pequeño espacio habilitado para permitir el paso de los coches a los que en teoría se quiere vetar el paso.

Tampoco sirve de mucho la isleta arbolada de la plaza del Lehendakari Leizaola allí colocada a modo de pipicán, y que los perros no utilizan porque a su entrada se puso un paso canadiense (una reja en el suelo) que impide el paso a los animales de cuatro patas para los que fue diseñado este espacio.

Más casos. En la plaza de las Vascongadas hay un árbol justo en mitad del acceso a un paso de cebra, y en Portal de Villarreal ocurre lo propio, sólo que en este caso es un semáforo el que dificulta cruzar la calle, principalmente a las personas con movilidad reducida. También estorba, y bastante, la farola colocada en mitad de una senda peatonal de la calle Valladolid por donde se supone que deberían pasar los servicios de emergencias si fuera necesario.

Mobiliario en desuso. En Vitoria hay farolas, aparcabicis o ‘aspirinas’ de hormigón que no cumplen ninguna función y hacen más difícil la movilidad, así como árboles y semáforos colocados en mitad del acceso a los pasos de peatones. Destaca entre todos estos elementos el ‘biciberg’ ubicado junto a las piscinas de Mendizorroza.

El portavoz del PSE en el Ayuntamiento vitoriano pidió ayer al equipo de gobierno que realice un inventario de todos estos elementos en desuso y que proceda a su retirada paulatina de la vía pública.