Hace apenas un año no los conocía nadie. Hoy en día, sin embargo, son un referente en Álava e, incluso, más allá de los límites provinciales. Su trabajo en el control de las colonias de gatos callejeros mediante la implantación del sistema de seguimiento ces (captura, esterilización y suelta) en los municipios en los que trabajan habla por ellos. Son Andrea Vidal, Estíbaliz Domínguez, Belén Diego, Rubén Bermúdez y Ane Miren Calongue. Todos son parte de la protectora Amukatu, de Amurrio, que acaba de lograr gracias a la implicación del Ayuntamiento una de las herramientas esenciales para el trabajo de cualquier asociación como la suya: los carnés de alimentadores.
“En Euskadi sólo los tiene alguna protectora de Gipuzkoa que sepamos, pero en Bizkaia o Vitoria-Gasteiz, que llevan más tiempo que nosotros intentando implantar este sistema, aún no los han logrado. En otras zonas de España como Zaragoza o Barcelona nos llevan años luz en esto, pero en el resto se está empezando y nos han llovido felicitaciones en todo el Estado por conseguir estos carnés, ya que nos abren las puertas para que otros municipios sigan el ejemplo de Amurrio y colaboren con sus protectoras”, apunta Bermúdez.
De hecho, su compañera Estíbaliz Domínguez asegura que, a raíz de la publicación de su labor en su página de Facebook, “han contactado con nosotros gente de municipios tan dispares como Zalduondo o Miranda de Ebro, para que asesoremos a sus ayuntamientos y para que puedan implantar tanto el proyecto como lograr los carnés de alimentadores, ya que los de Amurrio son exclusivos para este municipio”, subraya.
La importancia de esta pequeña txartela de plástico -que sólo se logra mediante la firma de un contrato con la protectora, que implica unos derechos y unos deberes que debe respetar el poseedor, ya que en caso contrario se le retira- radica en su doble función. Por un lado, protege a su portador de la normativa municipal que multa por alimentar animales callejeros en las zonas autorizadas y controladas, ya que “la Policía Municipal está al tanto de la existencia de este documento”. Por otro, es una salvaguarda de salubridad e higiene tanto para el vecindario como para los propios animales que atienden. Y es que un alimentador de gatos callejeros está obligado a mantener limpia la zona de la colonia “no dejando bandejas, bolsas, papeles o latas tiradas, y limpiando y renovando periódicamente los recipientes de alimentación”. Además, el poseedor del documento tiene que facilitar a los gatos pienso seco y agua limpia, porque es “el alimento más completo y equilibrado, y su textura crujiente mantiene sus dientes sanos y afilados. Hay que evitar darles restos de comida o similar, porque se pudren en muy poco tiempo, y podría causarles dolor de estómago, diarreas o gastroenteritis que podrían deshidratarlos y causarles la muerte. Además, el olor de comida podrida molesta a los vecinos, que culpan a los gatos de la suciedad. Tampoco hay que tirarles comida por los balcones”, inciden.
De igual forma, la tenencia de este carné obliga a su propietario a no entrar en conflicto con vecinos o autoridad. “En caso de cualquier problema que pueda surgir, se deben poner en contacto con los coordinadores de Amukatu, y nosotros nos cuidaremos de reunirnos con quien sea para buscar una solución”, aclaran.
Por otro lado, Amukatu sigue con su labor de esterilización y eliminación del celo de las colonias de gatos callejeros en Amurrio para controlar su población y evitar molestias al vecindario por ruidos de peleas, maullidos y marcaje del territorio con orina y, en definitiva, mejorar su calidad de vida, reforzar sus defensas naturales, y lograr colonias controladas de gatos sanos. “Ya hemos completado una de veinte y, gracias a una nueva partida económica municipal, hemos empezado por otra que nos han indicado por estar en una zona un tanto conflictiva, ya que hay un restaurante cercano y los gatos les entraban en la cocina”, explican. También están ayudando en este cometido a vecinos que atienden en sus huertas y fincas sus propias familias de gatos. “Nos llaman para que les ayudemos a capturarlos, se les desparasita y esteriliza, y luego -tras hacerles un corte en la oreja para diferenciarlos y saber que ya están controlados- se les vuelve a soltar. Ellos corren con los gastos, pero a través nuestro les sale más barata la factura del veterinario”, matizan, quienes también van a ayudar al Ayuntamiento de Ayala a implantar el sistema ces en Luiaondo, “donde se dieron casos de envenenamiento”, y están a la espera de que Llodio decida dar el mismo paso.
Y es que el sistema de seguimiento “se ha demostrado que es el único eficaz para controlar el crecimiento de la población de los gatos callejeros, ya que el número disminuye gradualmente y, con ello, se evita que mueran por inanición, frío, atropellos, venenos o sacrificados cruelmente en las perreras”, enumera Domínguez. Hasta ahora los métodos más utilizados para frenar la proliferación de estos animales, han ido desde el uso de rodenticidas con efectos nefastos para el medio ambiente, pasando por la prohibición de darles de comer, hasta su recogida y sacrificio. Una medida extrema, esta última, que no sólo supone a los ayuntamientos un gasto de algo más de cien euros de media por animal, sino que “no resuelve el problema, ya que exterminar a este depredador natural, como bien saben los gobiernos de todas las naciones en cada continente y desde la edad media, supone acelerar la expansión de ratas y otros roedores. El gato es el mayor y mejor raticida del mundo”, apunta Bermúdez.
De aquí, que Amukatu también haya sido requerido desde el Ayuntamiento de Amurrio para elaborar un folleto informativo “a entregar a todos los vecinos que requieran bolsas de veneno contra ratas para extender por sus terrenos, con consejos básicos de donde colocarlas para evitar males mayores”, explican. Estos también confían en que la alcaldesa, Josune Irabien, “muy implicada en el asunto”, les conceda un local para refugio de los gatos adoptables que rescatan de las calles, hasta encontrarles un hogar, bien sean camadas de cachorros abandonados, gatos víctimas de atropellos o enfermos.
“Al no disponer de un albergue, están todos en nuestras casas y cada uno tiene su límite. Nunca querríamos decir no a los casos que aparecen, pero si decimos no es porque los recursos con los que contamos no son suficientes, y por ello pedimos colaboración en la medida que cada uno pueda permitirse”, subrayan. Lo que más les urge es familias de acogida o, en su defecto, voluntarios responsables que puedan cuidar de estos gatos hasta que salgan las adopciones. “Cada día nos llaman por un caso nuevo, y uno tras otro es un goteo continuo de gastos”, aseguran. Y es que a nadie se le escapa que capturar a los gatos de una comunidad, esterilizarlos y sanearlos higiénico-sanitariamente, y acondicionar el lugar donde viven habitualmente para que, tras soltarlos, dispongan de comederos higiénicos, no es cuestión barata. De hecho, en base al presupuesto solicitado a un veterinario, esterilizar a una colonia de 20 hembras y 15 machos, cuesta 1.850 euros, y “de aquí que necesitemos la implicación de los Ayuntamientos”, subrayan.
Por lo que respecta a cuidarlos una vez regulados, ellos mismos están fabricando los comederos y educando, en materia de alimentación saludable, a las personas que ya, motu proprio, eran sus guardianes antes de la aparición de esta protectora. Además, han implantado el método teaming para que sus socios aporten a la causa “un euro mensual que, además desgrava y es muy transparente, ya que quien colabora tiene opción de ver los movimientos bancarios y a qué se destinan”, apuntan. También son bien recibidos donativos puntuales por PayPal, así como nuevas manos que pueden sumarse a su grupo de voluntarios de WhatsApp, aunque “ya sabemos que lo de ser voluntario es muy sacrificado”, sentencian.