un dron sobrevuela la casa-torre de Martioda captando un sinfín de fotografías con las que documentar su estructura desde el aire. El aparato, guiado por la empresa gasteiztarra de documentación histórico-arqueológica Ondare Babesa, recoge instantáneas que posteriormente “serán corregidas en base métrica y georreferenciadas para obtener una información totalmente fiel del monumento”, explican desde la firma sobre una actuación que tiene a Francisco Javier Ajamil como director y a Itxaso Azcune, especialista en virtualización de patrimonio, como mano para las citadas correciones. El resultado, además de para obtener unas espectaculares vistas panorámicas desde el aire, servirá para que sus responsables escudriñen al detalle la maltrecha torre de los Hurtado de Mendoza, que desde finales del pasado año está siendo objeto además “de la excavación de una buena parte del interior del edificio”. Ondare Babesa fue también la encargada hace cinco años de estudiar el subsuelo del exterior de la torre, su barbacana -la estructura defensiva que la rodea- y el foso.
Ahora, la Diputación Foral de Álava destina en los Presupuestos de 2016 una partida de 450.000 euros para la adecuación de la torre de Martioda. Tomar medidas urgentes para evitar el derrumbe de esta imponente estructura medieval de la Llanada era una de las peticiones que EH Bildu puso sobre la mesa durante la negociación de las Cuentas, que culminaron con acuerdo entre el gobierno foral y la coalición abertzale. El objetivo, evitar desgracias como la sucedida la pasada legislatura con el desplome de la torre de Galarreta, que después de que los vecinos de la localidad alertaran durante meses de su famélico estado -sin que el ejecutivo de Javier de Andrés tomara cartas en el asunto- acabó viniéndose abajo en julio de 2014. Otro de los conjuntos históricos que acumulan años en peligro, como el castillo de Korres, siguen observando cómo su muralla se desprende sin remedio.
A mediados del pasado mes de noviembre, la diputada foral de Cultura, Euskera y Deporte, Igone Martínez de Luna, asumía que el complejo arquitectónico de Martioda exigía una intervención “inmediata”. Por aquel entonces representantes forales habían acudido antes al lugar para comprobar in situ su estado, pero como la responsable del departamento apuntó en comisión, encontraron “problemas en el estado de los accesos y de las edificaciones adosadas a la torre, algo que hizo absolutamente desaconsejable intentar acceder al interior, por razones de seguridad, ante el peligro evidente de derrumbamiento”.
En la misma comisión, surgida a instancias de una pregunta de EH Bildu, el portavoz juntero de la coalición abertzale, Kike Fernández de Pinedo, lamentaba el deplorable estado en el que se encuentra actualmente la que, junto a su vecina de Mendoza -rehabilitada en su día- fue una de las cinco torres de la Llanada Alavesa occidental, junto a las de Mendivil, Estarrona y Hueto Abajo.
Además, recordaba que la casa-torre “es propiedad de la Diputación desde 1973” -fue adquirida a los herederos de los Hurtado de Mendoza junto a unas 450 hectáreas de terreno- y criticaba que durante las últimas dos décadas “las pequeñas intervenciones que se han realizado en el complejo han sido claramente insuficientes para garantizar su estabilidad”. En uno de sus estudios, la historiadora alavesa Micaela Portilla aseguraba que, aunque ya por aquella fecha la casa-torre se encontraba “ruinosa en su interior”, en 1958 “todavía habitaban allí dos familias”. La investigadora y pedagoga gasteiztarra detallaba incluso la decoración interior, con “pinturas de rosas en racimos, muy del gusto rococó de las últimas décadas del siglo XVIII, y otras con delicadas gacelas, bellísimos pájaros y personajes exóticos”. Hoy, adentrarse dentro de la torre es jugarse el pellejo por su peligroso estado de ruina.
“Se ha venido abajo la práctica totalidad de la estructura interna de madera y una gran parte de la cubierta de la torre”, apuntó la diputada foral de Cultura, quien adelantó que, cuando el ejecutivo foral tenga en su poder los informes con el análisis concreto del estado de la torre, “se adecuará el proyecto de restauración y consolidación del conjunto”.
Antes, su departamento ha optado por acometer “intervenciones que permitan al menos detener el proceso de ruina”, como la colocación de un vallado de protección, la eliminación de la vegetación que impide el acceso al interior y la demolición de los elementos que por su precario estado “se pueda presumir razonablemente” que están a punto de desprenderse. Declarada conjunto histórico monumental en 1984, la esbelta torre de Martioda, cuya construcción se remonta a finales del siglo XIII, continúa oteando el horizonte de la Llanada desde la misma posición estratégica que le sirvió en su día para controlar las rutas medievales.