mari Jose Aguirre reside en un viejo caserío literalmente pegado a la carretera N-622, la que conecta Gasteiz con el peaje de Altube, y desde hace un año y medio sufre una pesadilla por el intenso tráfico que sus oídos deben soportar. El motivo, la tala de decenas de árboles, robles, sauces y avellanos entre otras especies, que hasta hace sólo unos meses flanqueaban su vivienda y ejercían de barrera natural con esta transitada carretera, que asiste al paso diario de 20.000 vehículos. La intervención fue acometida en abril de 2014 por el anterior gobierno de la Diputación alavesa, en manos del PP, para mejorar las condiciones de visibilidad y de seguridad de la vía.
Sin embargo, esta medida derivó en un vía crucis para la familia de esta vecina, que ya el pasado 19 de marzo dio la voz de alarma por primera vez ante en el Ayuntamiento de Zuia y, a los pocos días, ante la Diputación alavesa. El tráfico cada vez más pesado que padece el entorno, no sólo la zona norte de Murgia sino también el sur de Sarria y Amezaga, y la falta de soluciones para paliar la contaminación acústica que éste provoca incluso propició el inicio de una recogida de firmas entre sus vecinos bajo el lema SOS Ruido Zuia. Sus impulsores recopilaron cerca de 500 por las localidades de la zona.
Aguirre, que llegó a reunirse con la ya exdiputada foral de Transportes, Alicia Ruiz de Infante, y que hizo llegar su desesperada situación ante distintas formaciones políticas y el Ararteko, comenzó a ver deteriorados tanto su ánimo como su salud hasta que, por fin, vio un resquicio de luz cuando la Diputación le ofreció varias soluciones provisionales a su problema, como la instalación de ventanas de doble acristalamiento en su casa. Esas soluciones llegaron el pasado mes de julio, 14 meses después de que Aguirre diese la primera voz de alarma, pero “se han quedado a medias”, según denuncia la vecina.
La Diputación, finalmente, accedió a cambiarle seis ventanas de doble hoja por otras tantas de mejor calidad y grosor en los lugares más críticos de la vivienda y, también, a darle más altura y consistencia al muro exterior que delimita su jardín con la carretera. La pared ahora mide un metro más y, al menos, Aguirre ya no tiene que ver de reojo el paso constante de vehículos y camiones mientras trabaja en su huerta, pero en nada se ha reducido el ruido, según denunció recientemente a DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA. Aguirre cree que solucionar el problema y volver a la situación anterior pasa irremediablemente por reconstruir esa barrera que antes separaba su vivienda de la N-622, ya sea natural o artificial, mediante unos setos, una valla o algo similar, ya que abrir las ventanas o salir al exterior de la vivienda hace “inútil” cualquiera de las medidas paliativas ya puestas en marcha.
a la espera del mapa del ruido Ayer, Mari Jose decidió dar un paso más. Acompañada por su hijo mayor, se apostó junto a uno de los accesos a la Diputación alavesa provista de unos cascos de obra para recordar que “todo sigue igual” y que seguirá “insistiendo” hasta encontrar una solución definitiva, que a su juicio pasa por la implantación de nuevas medidas paliativas. Incluso recogió alguna firma entre la ciudadanía de Gasteiz. “No hay derecho a dejar a la gente así. Seguiré insistiendo, porque es mi derecho y mi obligación”, aseguró en declaraciones a este periódico. La intención de Agirre es concentrarse allí durante varios días más, empezando por hoy.
Sin embargo, al menos por ahora, a esta vecina sólo le queda esperar a la aprobación de los nuevos Mapas del Ruido, en los que viene trabajando la Diputación alavesa desde la pasada la legislatura. “No se quieren dar soluciones individuales y a bote pronto hasta no tener aprobado este plan, que se está haciendo con criterios objetivos”, explican en este sentido fuentes forales. El Departamento de Infraestructuras Viarias y Movilidad dio el pasado 27 de julio la orden de elaboración del Plan de Acción que identificará las “zonas de intervención prioritaria”, por los altos niveles de ruido que deben soportar, en el marco de los Mapas del Ruido. Un plan que tendrá en cuenta, entre otros parámetros, el grado de exposición al ruido, el número de personas beneficiadas por la reducción de la exposición a él y la relación coste/beneficio de las medidas que se propongan para paliarlo.
Este documento, cuando por fin vea la luz, analizará en detalle los niveles de ruido y exposición de las zonas más afectadas y y pondrá sobre la mesa las posibles medidas correctoras, que bien podrían llegar también al entorno del caserío de Agirre.
“Seguiré insistiendo”. Es el mensaje que ayer quiso lanzar la afectada, Mari Jose Agirre, que acompañada por su hijo mayor se concentró junto a la entrada de la Diputación alavesa. Pide que, al margen de las medidas paliativas que el ente foral ya llevó a cabo en su caserío, se activen soluciones reales a su problema. Provista de unos cascos de obra y con el ejemplar de DNA donde denunció por primera vez su caso, Agirre volverá hoy a la sede foral, con cuyos representantes sigue manteniendo contactos.