vitoria - No hay más sublime ejercicio de convivencia en nuestra tierra que compartir mantel. Y así fue como nació Bizilagunak-La familia de al lado, una iniciativa en las que un día al año, y ya van unos cuantos, vascos y navarros abren las puertas de su casa a personas que viven en su misma ciudad pero son de orígenes, costumbres y culturas diferentes para, en torno a la mesa, conocerse, compartir experiencias, derribar estereotipos y descubrir que en la diversidad hay muchas similitudes. Porque eso es lo que sucede en estos encuentros, que el respeto y el conocimiento, la empatía y la tolerancia acaban alimentando cada bocado. Valores que este año han cobrado aún más fuerza por el drama de los refugiados de la guerra de Siria y han permitido elevar un mensaje clave: el de reivindicar la ciudad y los pueblos colindantes como auténticos lugares de acogida.
No se trata de un simple eslogan. Existen familias que entienden que quienes vienen de fuera necesitan algo más que un espacio de llegada, de asilo, que requieren la integración para sentirse parte de un todo y avanzar. Una concienciación que se mantiene a flote a pesar de los frecuentos intentos de otros por avivar la xenofobia. Un total de 214 hogares de Euskadi y Navarra, más de 2.200 personas, participaron en la iniciativa de 2015, que este año tuvo lugar el pasado 22 de noviembre a partir de las dos de la tarde. En Vitoria, donde la actividad estuvo dinamizada por la Comisión de Ayuda al Refugiado (CEAR), fueron 216 los ciudadanos de dispares realidades que disfrutaron durante unas horas de suculentas comidas y de enriquecedoras sobremesas. Las mismas que ayer acudieron a Montehermoso para visibilizar la iniciativa.
En total, se celebraron 21 encuentros con gentes de 26 nacionalidades diferentes: Argelia, Benin, Bolivia, Bulgaria, Camerún, Colombia, Costa de Marfil, Estados Unidos, Etiopía, Guinea Konakry, Italia, Kenia, Liberia, Mali, Marruecos, Nigeria, España, Pakistán, Panamá, Portugal, República Dominicana, Sáhara, Siria, Sudáfrica, Ucrania y Venezuela. La representación de medio planeta. De uno muy bueno. Las personas participantes en Bizilagunak pueden haber nacido a cientos de miles de kilómetros de distancia las unas de las otras pero comparten convicciones fundamentales: la necesidad de fortalecer la convivencia con otras culturas, de establecer con ellas vínculos de amistad y de amor.
Con la globalización y la migración, lo uniforme y homogéneo ha dado paso a lo plural y mestizo. Y aunque la primera reacción suele ser la del rechazo a lo ajeno, lo extraño, la sociedad sólo gana integrando la diferencia. Por eso el centro cultural Montehermoso fue ayer un escenario lleno de sonrisas y conversaciones alegres. Las de quienes abrieron sus puertas a familias extranjeras, descubriendo los beneficios de la convivencia más allá de ciertos discursos políticamente correctos, y de quienes desde aquel día comprobaron que es posible construir vínculos afectivos y de apoyo en Vitoria, que tienen con quién contar para hacer más fácil el camino, que pueden echar raíces y ser, sentirse incluso, gasteiztarras. Una ciudad 216 veces más unida que antes.