con cerca de dos millones de metros cuadrados de suelo industrial desocupado, los polígonos y parques de Álava celebran la llegada de cada nueva empresa como si fuera Nochevieja. La oferta es amplia -sólo la sociedad foral Álava Agencia de Desarrollo gestiona catorce polígonos de la provincia- y desde hace tiempo el mercado obliga, al menos en teoría, a que cada espacio potencie una identidad propia para hacer frente al resto de competidores. Pero una cosa es la teoría, y otra, la práctica. Para un centro industrial, gozar de una personalidad única es una labor que requiere no sólo saber de dónde se viene, sino sobre todo saber hacia dónde se va, pues lo contrario acaba confluyendo, tarde o temprano, en el ostracismo.

Olvidados, precisamente, es como parecen sentirse desde hace tiempo en el Parque Tecnológico de Álava, donde han visto cómo durante los últimos años el Ayuntamiento de Vitoria ha lanzado propuestas -sin cristalizar- para revitalizar Jundiz o Betoño, o cómo otro gran defenestrado, Arasur, protagonizaba hace un par de años las negociaciones presupuestarias forales para formalizar la implantación de la playa de vías del Puerto de Bilbao. Mientras tanto, en Miñano los años han pasado con más disgustos, como Epsilon, que éxitos, observando desde la barrera cómo otros centros industriales alaveses copaban al menos las noticias y los rifirrafes entre las fuerzas políticas.

Para intentar revertir esa situación, EH Bildu presentaba hace unos días su proyecto Hegaraba, situando a Miñano como eje junto a Foronda de un proyecto con el que la coalición aspira a que ambas instalaciones se unan para generar un centro puntero en tecnología e innovación aeronáutica que requeriría una inversión total de seis millones de euros.

La búsqueda de ese impulso para el Parque Tecnológico de Álava está copando de hecho parte de las negociaciones presupuestarias forales, que estos días viven su recta final con el viernes como toque de campana. De momento, consultados por este periódico, los responsables de Miñano prefieren no posicionarse sobre la propuesta de EH Bildu, aunque fuentes oficiales del parque admiten sentirse “olvidados” respecto a otros polígonos del territorio y consideran que, en esta época en la que el centro “no pasa por su mejor momento, como sucede con otros similares”, dotarle de “una marca de referencia” se atisba una de las opciones más necesarias para ejercer de resorte a sus instalaciones, donde en estos momentos “hay pocos proyectos de futuro”. “Por ahora estamos intentando que las nuevas corporaciones nos tengan en cuenta, porque durante la legislatura pasada el Ayuntamiento y la Diputación han estado muy alejados de las empresas del parque”. explican.

Con 91 empresas instaladas, Miñano ha perdido cerca de una decena de firmas en los últimos años. La bajada marca una tendencia preocupante, pero en el parque recuerdan que el azote de la crisis se ha cebado menos allí que en los polígonos industriales.

Preguntadas por el destino que Miñano debería tomar hacia el futuro, fuentes del entramado industrial alavés consultadas por este diario ponen el foco, por encima de todo, en la necesidad de inyectarle una seña de identidad diáfana para poder sobrevivir en el competitivo mercado global: “El Parque Tecnológico de Zamudio está en el mapa, destaca en telecomunicaciones, en electrónica de control, en electrónica de potencia... En Europa todo el mundo sabe que en Zamudio hay grupos de empresas que trabajan en ese ámbito. En el de Miramón hay Biotecnología, Visualización 3D y con el Basque Culinary Center se ha convertido en un centro de referencia de gastronomía en todo el mundo. Miñano no tiene nada de eso, no es polo de referencia de nada. Tiene contenido, pero le falta estar en la ola de algún avance tecnológico”.

Participado a tres partes por el Gobierno Vasco, a través de SPRI, con un 64,07%, la Diputación Foral de Álava con Agencia de Desarrollo (33,61%) y Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz (2,32%), las opciones para encontrar un sello propio para Miñano pasarían, según el planteamiento de EH Bildu, por potenciarlo como centro de excelencia en la manufactura de materiales compuestos -cuenta con tres empresas de este sector (IDEC), Bambhaus y HP Composites- y el desarrollo de los drones de uso civil. En aeronáutica, compañías punteras como Aernnova, Idec o Alestis “ya están allí y deberían ser un polo de atracción para el sector”. Como tercera pata, Foronda uniría su infraestructura como centro de mantenimiento de aeronaves, algo que ahora mismo a nivel estatal sólo existe en Teruel.

En definitiva, con 162.448 metros cuadrados de instalaciones construidas disponibles para el mejor postor, Miñano aguarda un movimiento institucional de calado que insufle vida a sus pulmones. Desde la distancia, al menos empiezan a percibir “algo de cariño” hacia el parque, aunque, como dice el refrán, hechos son amores y no buenas razones.