Vitoria - Una bala, un hachazo, un golpe tras otro. Agredir o matar a una mujer por el simple hecho de serlo es fácil. Suprimir la violencia machista parece, todavía, un imposible. No hay varita mágica. Y las herramientas impulsadas desde las instituciones no terminan de hacer efecto. Las más de 700 asesinadas en la última década en España darían fe si no fuera porque ya no pueden hablar. Pero hay que mantener la esperanza, afirman los expertos. Y reeducar, reeducar y reeducar. Casi todos parecen coincidir en que la mejor manera de contrarrestar los ataques y los crímenes de género es tratando sus orígenes y causas estructurales. Ir a por los estereotipos y las normas sociales que los perpetúan porque sitúan al sexo femenino en una posición de inferioridad. Colocarlo al lado del masculino. Ni más ni menos. Y que esa labor de concienciación y sensibilización empiece en las primeras etapas de la vida hasta empapar a toda la sociedad. Que la cara vencerá a la cruz. Pero luego la realidad, por cada una de cal, responde con dos o tres o más de arena.
El Ayuntamiento de Vitoria enviaba ayer por la mañana una nota de prensa para anunciar la oferta de actividades del curso 2015-2016 de la Escuela para la Igualdad y Empoderamiento de las Mujeres, una iniciativa absolutamente imprescindible que busca la implicación de toda la sociedad. Y, casi a la vez, la Policía Local informaba de la detención este martes de un hombre por agredir a su pareja delante de sus hijos en su piso de Ibaiondo. Otro caso más. Uno de esos bofetones de realidad que llegan con una mueca sarcástica en el momento preciso, como intentando poner en entredicho la efectividad de los enfoques con los que se aborda en la actualidad la discriminación de género y la violencia machista. El arrestado tiene 38 años. Su víctima, según el relato de los agentes, llamó a Agirrelanda pidiendo ayuda. Decía que había tenido una fuerte discusión con su pareja en casa, con los tres niños viéndolo todo, que le había pegado, que él se había ido pero que tenía miedo de que regresara y volviera a atacarle. Una patrulla se desplazó al domicilio y vio marcas de un presunto puñetazo en la cara y de patadas en el cuerpo. Y salió a buscar al hombre. Lo encontró en una parada del tranvía. Él reconoció que había habido pelea y acabó en comisaría, donde se tramitaron las correspondientes diligencias. Ella rechazó acudir a un centro sanitario. Y se quedó en el domicilio con los hijos.
Es el final del suceso. No de la historia. Quién sabe cómo continuará. Si se repetirá o no. O cuándo habrá otro caso en otra zona de Vitoria. Agosto ha sido un mes estadísticamente terrible. Pero rendirse a la autoridad de esta lacra sería como poner la otra mejilla. Y de lo que se trata es de trabajar hasta anular los golpes, aunque a corto plazo no se vean los resultados. Por eso el Consistorio gasteiztarra está convencido de que hay que seguir manteniendo apuestas como la de la Escuela de Igualdad, un espacio que nació fruto del trabajo de doce departamentos y servicios municipales y de colectivos a favor del feminismo, que ahonda en la concienciación, el encuentro y el aprendizaje para el empoderamiento personal y colectivo de las mujeres. Y de ahí que haya organizado un 18% más de actividades que en el curso pasado, 61 en total.
Hay propuestas para uno y otro sexo y para la ciudadanía en general, según los objetivos. Conferencias, cine-fórum, clubes de lectura, una marcha montañera, un taller de rap para jóvenes ... “Es un programa que responde a la necesidad de trabajar en diferentes líneas estratégicas como el feminismo, la perspectiva de género, la prevención de la violencia contra las mujeres, la interculturalidad, la redefinición de la cultura, la identidad, subjetividad y cambio de valores”, subrayó la edil de Igualdad, Jaione Aguirre. El plazo para inscribirse empieza el próximo lunes, 7 de septiembre. Se puede hacer a través del 010, por la web municipal o en los centros cívicos e instalaciones deportivas.