Vitoria - Las Puertas del Cielo no terminan de abrirse. Y no es por falta de ganas. Las leyes humanas están detrás de la demora. O, tal vez, haya algo más. Desde que el Ayuntamiento de Vitoria recibió a finales del año pasado la solicitud de licencia de obra para la puesta en marcha en una lonja de Salburua de este club temático de ocio sexual, el proyecto quedó inmerso en trámites propios de la apertura de cualquier pub, aparentemente fáciles de solventar y que, sin embargo, no terminan de resolverse. Han pasado tres estaciones, con sus ocho meses de por medio, y de momento no hay luz verde municipal. Según explicó el gobierno de Gorka Urtaran a DNA, los técnicos dicen que “siguen estudiando las alegaciones ciudadanas”. Así que ya hay quienes se preguntan si lo que ha atrapado al pub en ese limbo legal es la telaraña de la burocracia o si la Administración se ha dejado presionar por la polémica vecinal que se generó con el anuncio de la apertura de este singular establecimiento.
Al ser humano le gusto el sexo. Practicarlo y hablar de él. Así que la noticia de la puesta en marcha de un local que invita a materializar fantasías entre adultos responsables dio la vuelta a Vitoria y traspasó las fronteras. Pero lo hizo tanto para bien como para mal. Mientras algunos ciudadanos aplaudían la posibilidad de disfrutar de una alternativa donde compartir pasiones en pareja o con otras personas de forma discreta y respetuosa, otros iniciaban una campaña on line de recogida de firmas en contra. Y a esa iniciativa sumaron quince alegaciones que presentaron ante el Ayuntamiento. Alegaban la cercanía a un parque infantil, pese a la opacidad de la fachada y el horario nocturno que pretende tener el negocio, así como la posible generación de ruidos por la música del interior o por la salida de gente a la calle para fumar, situaciones que sin embargo son aceptadas en los bares de la zona, donde hay incluso una sala de juegos.
Y en medio de ese conflicto, allá por abril, el Ayuntamiento tuvo que salir a la palestra para asegurar que, fueran miles o millones los opositores, Las Puertas del Cielo abrirían si cumplían las normativas. El entonces equipo de gobierno del PP dijo que el proyecto estaba siendo revisado por el Departamento de Medio Ambiente, encargado de dar la licencia de actividad, “trámite necesario cuando se trata de abrir un negocio de esta naturaleza -un pub- y previo al permiso de obra”. La impulsora del negocio, Ana Esarte, había presentado hacía un tiempo la petición con la correspondiente memoria pero, al ser analizada y con las alegaciones de por medio, los técnicos requirieron una ampliación de la información en tres puntos: accesibilidad, aislamiento acústico y climatización. Demanda a la que la propietaria respondió con nuevos datos a la espera de obtener el visto bueno y, a partir de ahí, recibir de Urbanismo la licencia de actividad para iniciar las obras en la lonja.
Ahora, la información que los técnicos han trasladado al Gabinete Urtaran es que “se están estudiando las alegaciones ciudadanas”, aunque al igual que hace unos meses parece que todo indica que no habría impedimentos para las concesiones de las licencias. Cuándo, es otra cuestión. La intención de Esarte de abrir la cancela en junio hace mucho que se desvaneció, aunque el deseo de poner en marcha el negocio es igual de persistente. Ella cree en su proyecto y lo defiende a capa y espada. El objetivo es convertir los 300 metros cuadrados del local en un paraíso de cuidada estética, con una zona de copas donde romper el hielo que dé paso a espacios acondicionados para desatar el placer. El diseño incluye cuarto oscuro, habitación con espejos, cama redonda... Y, sobre todo, discreción. Porque ellos, los clientes, son los primeros interesados en no caer en la trampa del qué dirán. Porque hoy en día las conductas que se salen de la norma generan miedo, rechazo o ideas distorsionadas de la realidad. Tabúes. Y nadie quiere ser señalado ni juzgado.
Las Puertas del Cielo son para disfrutar “sin hacer daño a nadie”. Y encima tienen potencial para atraer turismo. A principios de año, Esarte ya estaba ultimando paquetes turísticos con una empresa de Barcelona y otra de Madrid, junto con un alojamiento hotelero de Vitoria, para atraer visitantes con ganas de conocer la ciudad de día y de disfrutar de una experiencia distinta de noche. Ya entonces, había gente interesada en esos viajes. Y la idea era compaginar todo ese trajín con el día a día vitoriano, reservando noches tranquilas para el disfrute de “parejas que quieren hacer juntas algo distinto a lo del día a día” y destinando otras a experiencias más atrevidas, con trueques, fiestas temáticas, de solteros, para gays... El objetivo final, “que todo el mundo se sienta cómodo y tenga su espacio”. Regla básica de cualquier paraíso.