en abril del año pasado, once alumnos y dos profesores del colegio Marianistas de Gasteiz desembarcaban en la ciudad china de Chongqing dentro de un programa de intercambio impulsado por el propio centro, el primero que realizaban con el país asiático. Según describieron sus protagonistas a DNA, la experiencia fue todo un éxito, en gran parte, gracias a la hospitalidad con la que les acogieron tanto en el colegio como en las familias. Ahora, les ha tocado a ellos ser los anfitriones. Y es que, hace dos semanas, los alumnos chinos disfrutaron de cuatro días en la capital alavesa para completar así la segunda parte del intercambio.
Concretamente, han sido 18 alumnos y una profesora quienes han tenido la oportunidad de empaparse de una cultura que no les ha dejado indiferentes. Para ello, han estructurado su viaje en un programa muy completo que les ha permitido visitar, además de Gasteiz, otras ciudades como Donostia o Pamplona en plenos sanfermines. Es en la capital navarra donde han pisado por primera vez una plaza de toros y han tenido la oportunidad de contemplar en directo la entrada de los toros en la plaza tras el encierro. “Lo habíamos visto por televisión y siempre nos ha llamado la atención, así que ha sido muy emocionante poder vivir esta fiesta en primera persona”, explica Teresa, la profesora del centro asiático.
la ciudad anfitriona La capital alavesa también les ha sorprendido gratamente, a pesar de que no tiene nada que ver con su lugar de residencia. Para empezar, Chongqing multiplica por más de cien la población de Vitoria, “está repleta de edificios altos y hay muchísimos coches”, describen. Por eso, no es de extrañar que de la capital alavesa les haya llamado la atención “su tranquilidad o lo cómoda que resulta para desplazarse a pie”. A lo largo de la jornada que dedicaron a su ciudad de acogida, pudieron conocer el Ayuntamiento, recorrer el Casco Viejo, donde hicieron una parada para contemplar la Catedral de Santa María y su proyecto de restauración, y por último, se acercaron hasta el parque de Salburua que visitaron en bicicleta. Esta ha sido una de las actividades que más les ha llamado la atención, ya que, tal y como afirman, no están habituados a este modo de transporte y para muchos ha supuesto todo un reto retomar una práctica que tenían muy olvidada.
Sofía, Diana, Violeta, Villa, Ramos o Torres son algunos de los alumnos chinos que han participado en esta experiencia. Sus nombres los han elegido para la ocasión, tal y como explica la profesora de chino del colegio vitoriano, Say Chin Yeoh: “Es habitual que adopten nombres autóctonos y aunque en algunos casos coinciden con su traducción en español, no tiene por qué; de ahí que escojan nombres de todo tipo, algunos en honor a sus ídolos futbolísticos”. Tienen entre 15 y 16 años, cursan 3º y 4º de la ESO y todos ellos han elegido la asignatura de español como primera lengua, “reciben ocho clases a la semana de 40 minutos cada una”, detalla Teresa.
Ha sido su primera vez en Euskadi, y también España, pero gracias a su dominio del idioma, no han tenido problemas a la hora de comunicarse ni con las familias ni tampoco en las situaciones de cada día. Incluso se han atrevido con el euskera, y si no, que se lo pregunten a Ramos, que en su visita al Urederra no dudó en saludar a un vecino con un Kaixo, zer moduz?
como en casa Su estancia en las familias ha sido, quizá, uno de los puntos más entrañables del intercambio. No sólo porque han tenido la oportunidad de conocer cómo vive una familia vasca, sus costumbres y su día a día, sino por lo a gusto que se han sentido, una sensación que ya experimentaron los alumnos de Marianistas en su viaje a China, “el poder sentirse como en casa” es algo que todos destacan. Entre las costumbres que más les han sorprendido, está el tema de los horarios, ya que en China, “solemos cenar a las seis de la tarde y aquí, la cena comienza hacia las nueve de la noche”, sostienen. La gastronomía también les ha llamado la atención y entre los platos que han probado, se quedan con “el jamón, la paella o el chocolate con churros”.
Mientras que durante el día realizaban las actividades programadas, las tardes y las noches las han pasado con las familias. Para Xabier Galarza, uno de los profesores que viajó a Chongqing con los alumnos vitorianos, “los lazos afectivos que se establecen entre alumnos y familias son muy estrechos y la sensación con la que se quedan es muy buena”, señala. “La pena para la familias ha sido no poder realizar alguna actividad de fin de semana como ir al pueblo o hacer alguna excursión, pero en estas fechas ha resultado imposible”, añade Say Chin.
De hecho, lo más complicado de los preparativos fue dar con una fecha que se adaptara al ritmo de los dos colegios. En Marianistas hubieran preferido que la visita se realizara durante el curso escolar, pero, según explica Say Chin, los chinos son muy estrictos en este sentido: “Allí dan mucha importancia a las clases y a los estudios en general por lo que para ellos es impensable perder semana y media del curso, aunque sea para impulsar el uso del idioma que están estudiando”. Barajaron otra opción, en febrero, durante sus vacaciones del año nuevo chino, pero al ser una fiesta muy importante que celebran con las familias, tampoco fue posible. “Así que la única alternativa que nos quedaba fue julio, antes de que nuestros alumnos se marcharan a hacer el camino de Santiago, una actividad que el colegio gasteiztarra realiza todos los años”, añade.
Asimismo, desde el centro lo que más han sentido es el no poder compartir con ellos el día a día en el colegio. “Consideramos que es una vivencia muy enriquecedora, ya que cuando nosotros fuimos a China, las clases, sus rutinas, y la vida de los escolares en general fue una de las parcelas que más nos llamó la atención”, mantienen. Por contra, “hemos podido disfrutar del buen tiempo y de actividades que de otra manera no hubiéramos podido llevar a cabo”, afirman.
Su paso por la capital alavesa ha sido corto, pero intenso y sobre todo, “muy enriquecedor”. Un balance muy positivo del que destacan “la convivencia con las familias, el haber conocido otra cultura y por supuesto, haber practicado el idioma”. El jueves 16 de julio se despidieron de sus familias vitorianas, pero su periplo no terminó aquí. Antes de regresar a su país, han tenido días por delante que les han llevado a visitar otras ciudades como Salamanca, Segovia, Madrid y Barcelona, entre otras. ¡Buen viaje y hasta la próxima!