“En el Azkena estuvimos en la zona VIP, donde conocimos hasta al pionero de la radio y prensa rockera estatal, Vicente Mariscal Romero, pero en el de Bilbao nos pusieron en el backstage, con lo que hemos podido estar en contacto con los grupos y ver desde dentro todo lo que se cuece detrás del escenario, antes y después de cada actuación. Fue todo un contraste pasar de estar esquilando ovejas a estar en los festivales, pero me lo he pasado de cine”, explica Ibarrola, que acudió a ambos eventos vestida de casera. “Se trataba de dar a conocer lo autóctono, ¿no?, pues yo con mi pañuelo en la cabeza y las abarcas en los pies que, por cierto, triunfaron. Los músicos alucinaban con la estética, les encantó el queso y les parecía increíble que yo misma lo elabore. De hecho, hay grupos que quieren conocer la quesería y vendrán a mi casa en la gira del año próximo. Ha sido una experiencia maravillosa y un continuo intercambio de tarjetas y teléfonos personales. ¡Hasta fotos nos pedían!, y me han invitado a Nueva York”, exclama la pastora ayalesa.

Su compañero txakolinero lo corrobora. “Ha habido un intercambio impresionante. En el BBK Live grupos como Muse o Jesus and Mary Chain, por citar a alguno, mostraron interés en visitar tanto la quesería Izoria como la bodega Astobiza. Querían comprarnos camisetas y nos han dejado tarjetas y teléfonos para seguir en contacto”, apunta Zubeldia, a quien le ha sorprendido gratamente la “cercanía y amabilidad” de los rockeros. “En el cara a cara no sólo se interesan por probar el producto, sino que te preguntan cómo se hace. Les llama la atención el color y el sabor, porque no sabían lo que es el txakoli y pensaban que era vino blanco. Pero tras probar la primera copa volvían, y te pedían permiso para llevarse una botella fresquita al camerino, e incluso, toda una caja”, asegura.

El motivo de la presencia del queso y txakoli ayaleses en un foro tan inusual y poco explorado como son los festivales de rock, donde los reyes indiscutibles en ventas son la cerveza y los stands de comida rápida, se encuentra en una iniciativa surgida desde la empresa organizadora, Last Tour International. “Por lo que nos comentaron cuando nos invitaron, tanto en el norte de Europa como a nivel mundial se está empezando a relacionar mucho el disfrute de un vino blanco con la música, cerveza a parte, que es la que arrasa”, apunta Zubeldia.

De ahí que esta txakolinería ayalesa no dudara en aceptar tomar parte en esta especie de prueba piloto, cuyo objetivo no era otro que saber si en el mundo del rock and roll también tienen cabida los productos autóctonos y de calidad de cada zona. El resultado ha sido un rotundo sí, “un inicio de colaboración que nos ha sorprendido a ambas partes y sobre todo a los músicos que, lejos del acostumbrado catering, esta vez se han encontrado en el backstage una mesa con txakoli y queso Idiazabal, antes y después de su actuación”, subrayan quienes, dado el éxito, todavía deberán asistir a otros seis festivales más organizados por Last Tour International por todo el Estado. “Nos queda el Kutxa Kultur del parque de atracciones de Igeldo en septiembre y el BIME del BEC de Barakaldo a finales de octubre, así como otros en Barcelona y Madrid”, enumeran.

La bodega Señorío de Astobiza, al igual que ha hecho en el Azkena y el BBK Live, acudirá a cada uno de ellos con botellas personalizadas, ya que en cada etiqueta figura el cartel de cada evento. “Es una forma de poner en valor el producto agro alimentario vasco, en general. En vez de publicitar tu marca, lo que haces es decir al cliente: este es el vino del festival, probadlo. El nivel de ventas en esta experiencia no es lo principal, sino dar a conocer la calidad de nuestros caldos y quesos, potenciar lo local y nuestro entorno entre personas que están actuando o escuchando música y, en definitiva, hacer marca de país”, apunta el productor de Okondo, que también aplaude que este tipo de festivales esté haciendo hueco a puestos de comida con producto tradicional y autóctono.