corren malos tiempos para el campo alavés. Por si el sector no tuviera suficientes problemas, el pistoletazo de salida a la cosecha de cereal, que arrancó hace un par de semanas, ha terminado por confirmar los peores augurios de los profesionales cerealistas del territorio. “Hemos estado todo el año asustados y al final se ha cumplido, hemos tenido un desastre productivo”, explica José Luis Fresno, director de Garlan, la cooperativa que agrupa a casi el 80% del sector. A falta de unos días para que termine una recolección que va “muy avanzada” y que este año se ha adelantado notablemente, desde la citada sociedad aseguran a este periódico que la cosecha de este año es, sencillamente, “la peor de los últimos 25 años”.

A falta de cerrar los datos al detalle, sitúan “hasta en un 30% menos de producción” el cereal recogido respecto al pasado año, cuando acumularon alrededor de 130.000 toneladas entre trigo y cebada. “Con suerte este año llegaremos a 100.000 toneladas”, apunta el director de Garlan, que advierte cómo con este descenso en la producción habrá agricultores que “lo van a pasar mal y van a estar muy apretados” a la hora de sacar rendimiento a sus tierras. Si todo transcurre como está previsto, la cosecha “finalizará para el día de Santiago, cuando otros años por esas fechas todavía ni habíamos empezado”.

Para encontrar explicación a tan calamitosa situación hay que echar la vista al cielo. “Hemos pasado de los diluvios de diciembre, enero y febrero a, de repente, dejar de llover completamente e iniciarse un proceso de sequía para después, rematando la faena, tener la ola de calor, con unas semanas de temperaturas intensas que al cereal le afectan mucho. Climatológicamente ha sido un año adverso de principio a fin”, lamenta Fresno.

Si bien ha habido años anteriores en los que también se han producido cosechas flojas, incluso mediocres, el problema de este curso es principalmente el bajón en la producción. “Estamos hablando de dos o tres semanas de adelanto en la cosecha respecto a un año normal, y eso repercute enormemente en las producciones. A menor ciclo, menor producción”, recuerda el responsable de Garlan, que detalla cómo la merma oscila entre un 20% y un 40% menos en función del punto de la provincia en el que se sitúe el foco.

“Hablamos de un 30% ó 40% en el sur del territorio, en lugares como Rioja Alavesa, o en la Llanada o Añana, donde zonas como Nanclares y Mendoza han sufrido de lo lindo. Después, en el norte de Álava han tenido pérdidas de nivel medio, de un 20% ó 25%”, resumen en la cooperativa. En lo que a los cultivos se refiere, la producción de colza es “regular”, la de trigo parecida, “aunque un poco menos mala, que no mejor”, y la de cebada ha sido sencillamente “catastrófica”. “Con las habas también ha sido nefasta. En cualquiera de los casos no es un año para tirar cohetes, todo lo contrario”, incide Fresno.

El pasado año, el final de la cosecha trajo consigo una calificación de “normal” para la producción, pues aunque los agricultores la anticipaban algo mejor el calor de finales de mayo y el mal tiempo de junio y julio acabaron por reducir su calidad, con la lluvia y el granizo de última hora azotando además los cultivos justo antes de ser cosechados. En esta ocasión, el invitado indeseado al que nadie quería en casa ha sido el calor extremo, del que Álava tampoco se ha librado con varios episodios desde junio.

calamidad Así las cosas, a los profesionales cerealistas del territorio no les queda más remedio que mirar hacia el futuro, confiando en que tan calamitosa recolección no se repita de nuevo en años venideros. “Esto es agricultura, una ciencia a cielo abierto, así que si estamos hablando de que éste ha sido el peor año de los últimos 25 es difícil que se repita el que viene, aunque tener dos años malos de forma consecutiva es algo que puede suceder. Desde luego, condiciones como las de este año, con dos meses seguidos sin poder entrar en las fincas porque llovía y estaba todo encharcado, no son lógicas. Como tampoco lo es que después dejara de llover y todo fuera sequía hasta la llegada del calor extremo al final. Son desastrosas”, adjetiva de nuevo el director de Garlan.

Mientras las cosechadoras van culminando el proceso con el día de Santiago como fecha probable para su punto final, en los próximos días tocará hacer números y desgranar los resultados concretos por cultivos y territorios.

Con todo, a partir de ahí la perspectiva no se anticipa mucho más favorable, pues si la climatología ha sido este curso un rival feroz que se ha portado especialmente mal con el agro alavés, los mercados no serán precisamente una perita en dulce. “No hay perspectivas de precio. Dependes de la producción mundial. Esto es un mercado abierto y globalizado que no entiende si has tenido problemas de sequía o de calor. El mercado es el que es, tiene sus leyes y si te pilla con el pie cruzado, mala suerte”, concluye José Luis Fresno.