vitoria - La institución humanitaria acaba de hacer pública su memoria de 2014 en Álava y de un rápido análisis de los datos puede extraerse que la recuperación económica aún está lejos de ser una realidad. Allende lo corrobora, porque a pesar de los siempre engañosos datos macroeconómicos sigue habiendo “muchas personas que están en crisis y se han quedado ahí”. Cruz Roja atendió a 5.549 vecinos en situación de pobreza o exclusión social el año pasado, prestó su apoyo a 2.366 niños en proyectos de intervención e inclusión y reforzó también los programas para mayores y discapacitados. Un ingente volumen de trabajo que sólo ha podido ser satisfecho gracias al creciente número de voluntarios y socios con los que cuenta la institución, un 60% más que hace casi una década. Allende, con todo, aspira a más, para seguir dando respuesta a una problemática no siempre cubierta por las instituciones públicas.
¿Qué le viene a la cabeza cuando escucha decir a algunos gobernantes que la crisis es parte del pasado?
-Hemos llegado a un momento en el que la crisis fue hace cinco o seis años, pero en el que hay muchas personas que están en crisis y se han quedado ahí, en una situación vulnerable. Posiblemente, la recuperación está siendo a un bajo nivel y estas personas tienen más difícil que el resto recomponerse en este momento.
¿A qué altura de ese túnel cree que nos encontramos?
-Si tuviera la varita sería la leche... Realmente no lo sé, pero lo que sí sé es que siempre va a haber personas que demanden a las instituciones u organizaciones como ésta algún tipo de ayuda. De hecho, la Cruz Roja se ha reinventado a sí misma. Empezó en sus inicios con una actividad muy definida, hacia un colectivo muy concreto, y nos hemos ido adaptando a las diferentes demandas de la ciudadanía. Esto debe seguir siendo así. Hemos puesto el foco sobre un colectivo de personas que están en situación de vulnerabilidad y hemos puesto también todos nuestros recursos en ello, incluso los económicos. En este momento ya no somos la entidad que va a pedir dinero. Ahora pedimos esa aportación económica, pero en forma de colaboración, porque la Cruz Roja también aporta.
Han tenido que desarrollar acciones más específicas para luchar contra la pobreza...
-(interrumpe)... Más que la pobreza, contra la exclusión en su conjunto, porque hay distintos tipos de exclusión: hay personas con pobreza, con soledad... Nuestro objetivo está ahí y en eso estamos.
¿Cubriendo un hueco que quizá deberían cubrir las instituciones?
-Estamos cubriendo lo que demanda la sociedad, porque hay recursos que no existen. En Cruz Roja hemos cambiado la organización, para dar una atención individual a las personas. Se hace una acogida, se escucha a quien nos pide ayuda, y después se le transfiere a otra persona para hacer una valoración, para organizarle un itinerario global que no se quede en una ayuda puntual. Por poner un ejemplo muy concreto, a la persona que viene con una problemática de alimentación no queremos darle sólo alimentos, sino una respuesta global para que la situación se resuelva lo antes posible. Es un objetivo de integración social. No queremos que la gente viva de las ayudas o del tipo de aportaciones que hace esta organización, sino que tenga un foco al final de ese túnel del que hablábamos antes y vea la luz. Que tenga una participación intensa para llegar a esa luz, porque si no se quedaría inmóvil.
¿En Vitoria sigue pasándose hambre a día de hoy?
-Creo que hemos pasado de una forma de actuar a otra. Se ha recortado de algunos sitios y lo que antes era desayuno, almuerzo, comida, merienda y cena, ese recorrido, ha cambiado por falta de recursos económicos. En algunos casos detectamos también que la merienda saludable que debería ser ha desaparecido entre los jóvenes y que ahora es un parche. De hecho, aquí tenemos un programa que se llama Éxito Escolar, mediante el que ayudamos a los chavales con sus tareas formativas, les damos de merendar, les enseñamos a merendar de forma saludable e incorporamos otras iniciativas de ocio y tiempo libre, para que sea un éxito. No se trata de estar en una línea muy concreta, sino de que la gente tenga un proyecto de integración y participe de forma global en todas las actividades que tenemos.
Cumplen ese papel de primer eslabón de la cadena cuando alguien se encuentra en una situación crítica. ¿Se acostumbra uno a convivir con experiencias tan difíciles?
-No te acostumbras, pero sí hemos detectado que las personas necesitan ser escuchadas y tener un respaldo. Hay que animarlas y nuestro papel ha sido fundamental para hacer esa escucha activa y proponerles un itinerario para resolver el problema. Y a cambio de un compromiso, porque a las personas que vienen a esta organización se les pide un compromiso. Si no lo hay, difícilmente puede haber un itinerario y un plan de trabajo posterior. Hasta el momento, tenemos un 99% de compromisos, lo cual está dando un buen resultado.
Cruz Roja de Álava cerró 2014 con 765 voluntarios y 8.904 socios. ¿Son suficientes o aspiran a más?
-Aspiramos a más. Es más, en este momento, y sin estos datos, no sería viable la organización. No seríamos capaces de poner en marcha muchos de los proyectos que tenemos. Las personas que participan de forma voluntaria y adquiriendo un compromiso con la organización son fundamentales para ejercer este tipo de acciones. Hay otras personas que no tienen la opción del tiempo y hacen una aportación económica, porque creen en nuestros proyectos. Muchas empresas con las que se han firmado convenios también colaboran. Hemos conseguido poner el foco sobre las demandas formativas y los perfiles laborales para poder hacer inserción laboral.
Hablan de infancia y de familias vulnerables, pero de forma más concreta, ¿cuál es el perfil de la persona en situación de exclusión que cruza esta puerta?
-Hablamos del colectivo de mujeres separadas y con cargas familiares, del colectivo de parados mayores de 45 años, de personas que tienen que retornar con sus padres, con las cargas que eso conlleva a través de las jubilaciones... También de la educación de los jóvenes, a los que estas situaciones afectan de forma negativa y necesitan un refuerzo. Cuando una persona pide ayuda intentamos intervenir con la familia, porque a veces dentro de ella detectamos que hay alguien que tiene más empleabilidad que el resto y ponemos el foco en ella. De esta forma intentamos que consiga el empleo antes de tiempo y genere estabilidad en todo el grupo.
Dice el lema de Cruz Roja que ‘Cada vez más cerca de las personas’.
-Ése es el objetivo.
¿Es posible llegar a todos los objetivos que se plantean a priori?
-En 2006 ó 2007, Cruz Roja de Álava era el 40% de lo que es ahora, en cuando a recursos materiales y humanos. Al margen de la red de voluntarios, todo está dinamizado por 65 laborales, que son fundamentales para poder ejecutar, supervisar y dirigir todos los proyectos, con una dedicación plena. Lo más importante es que esto funcione como un equipo. Tenemos que pensar en que no es fácil entrar en ninguna institución o organización a decir qué mal estoy.
¿Qué retos fundamentales se marca para este 2015?
-Nuestro reto principal es, en este momento, trabajar como estamos trabajando con el tema de las personas, implicar nuestras nuevas metodologías y herramientas informáticas, darles más contenido, para dar una respuesta de mejor calidad. Seguir trabajando también con los colectivos en situación de vulnerabilidad, independientemente de arraigos, políticas o religiones... Seguiremos estando ahí para dar esa respuesta a la sociedad.