la tormenta de ideas y el trabajo sobre el papel arrancaron el pasado 15 de junio. Una quincena de voluntarios, dirigidos por la artista local Karen Warner y su asistente Luis Carlos Ortuz, se reunió alrededor de una mesa y comenzó a imaginar la obra que pronto decorará la pared del número 27 de Reyes de Navarra, la tercera que llegará al populoso barrio de Zaramaga dentro del Itinerario Muralístico de Vitoria-Gasteiz (IMVG). Un lienzo en blanco que puede asustar a cualquiera pero que ya partía con una temática predefinida, la simbiosis, y sobre todo con muchas dosis de ilusión, imaginación y ganas de tomar parte en un proyecto colaborativo. La intención de ese incipiente mural, inspirar en positivo, reflejar el respeto mutuo y expresar ideas de convivencia y construcción desde el sentido de barrio, de empatía y solidaridad.

A lo largo de las dos semanas largas transcurridas desde entonces, en el taller de la calle Puerto de Herrera donde la obra ha cobrado vida, se ha producido otra verdadera simbiosis entre este grupo, heterogéneo en edades, sexos y ocupaciones, hasta llegar al boceto final, que Warner guarda como un tesoro. “Todavía no se puede enseñar”, avanza la ilustradora antes de hacer las fotografías para este reportaje. Lo que sí se puede adelantar es que el resultado es verdaderamente espectacular, una explosión de color donde el mundo animal y vegetal y sus relaciones tienen todo el protagonismo, en el que la asociación entre distintas especies permite a todas ellas sacar provecho de la vida en común. “Se trata de devolver la biodiversidad al barrio y hablar de las problemáticas sociales, pero no de forma tan explícita”, expone la artista, que muy gráficamente define su estilo como “surrealismo-pop”. Habrá que esperar unos días para ver el resultado final, sobre la pared, pero la espera seguro que merece la pena.

El boceto definitivo está listo desde este lunes y, de hecho, los voluntarios iban a comenzar a trabajar sobre el andamio ayer, pero la burocracia, “un sello”, ha impedido colocar todavía la estructura, que podría estar lista la semana que viene. A partir de ahí, la elaboración de la obra se extenderá a buen seguro hasta el mes de agosto, en esta ocasión sin la participación de las Brigadas de la Brotxa, cuya partida económica fulminó el anterior gobierno municipal en manos del PP.

Verónica Werckmeister, responsable del IMVG, pensó en el particular universo artístico de Warner para dirigir la elaboración de este nuevo proyecto y ésta no se lo pensó dos veces al recibir la propuesta. “Estoy contenta y me siento afortunada de haber podido dirigir esto, de conocer a gente que se ha cogido un mes de sus vacaciones para hacerlo. Eso me llamaba mucho la atención”, detalla la artista, que nunca se había enfrentado a un mural de estas dimensiones, de alrededor de 15 metros de alto por seis de ancho. Para que cualquiera pueda hacerse a la idea, será impreso en un edificio de cinco plantas, lo que para Warner también supone una “motivación” añadida.

Una vez realizada la obligada captación de voluntarios, el proceso “ha fluido de forma muy natural y lógica”, gracias a un equipo con inquietudes comunes y dispuesto a aportar en positivo. “Queríamos hacer algo que diese algo diferente al barrio, de fantasía. Hay una imagen grande, pero dentro de lo general hay un conjunto de relaciones con mucha simbología. Hay alegría, evoca a la naturaleza, la ensoñación...”, expone Warner. Para Ortuz, la experiencia también ha sido “muy buena”, distinta a las que anteriormente ha vivida colaborando con el IMVG, porque ésta no es la primera. Fue brigadista en el año 2010, lo que supuso su primera experiencia laboral, y participó también como voluntario en el último mural realizado en Zaramaga, En la cresta de la arruga, recientemente inaugurado. “Me ha sorprendido la gente, cómo se ha involucrado y cómo les ha gustado este proyecto. La gente quiere mancharse”, asegura el joven.

Ortuz espera que la obra, una vez plasmada sobre la pared, se convierta en un nuevo “icono” para el barrio de Zaramaga, un paisaje urbano salpicado por el ladrillo, castigado por el paso del tiempo en muchos de sus rincones, pero que gracias al IMVG ha logrado impregnarse de color progresivamente.

El mural en memoria de las víctimas del 3 de marzo que decora la fachada del número 28 de Reyes de Navarra fue el primer paso de una experiencia que tuvo su origen en el Casco Viejo, concretamente en la plaza de las Burullerías, y que después se extendió a once espacios más de la almendra gasteiztarra. Corría el año 2007 cuando aquel Al hilo del tiempo tomó forma en pleno corazón del Casco, evocando la historia de esta plaza contigua a la Catedral de Santa María que en tiempos medievales fue un mercado de telas y paños. Después vinieron Continentes, El triunfo de Vitoria, La luz de la esperanza, el ya citado No hay presente ni futuro sin memoria que recuerda la tragedia de 1976...

El nuevo mural, que se ubica en pleno centro neurálgico de Zaramaga, frente al edificio de Telefónica, pretende servir como punto de conexión entre éste y En la cresta de la arruga, que ya luce en todo su esplendor en el número 59 de la calle Mendoza. “Todo esto le da a Vitoria una proyección cultural muy interesante, muestra el trabajo de los artistas locales y deja en muy buen lugar a la ciudad, por mostrar esa implicación de los voluntarios”, valora Warner. Proyección que, por fortuna, no se detendrá, ya que tras este fuerte arreón veraniego el IMVG seguirá adentrándose en Zaramaga el próximo año 2016, también en la época estival: Una nueva pared del distrito vitoriano albergará un cuarto mural cuya temática y ubicación todavía son una incógnita.

últimos retoques Antes de que el andamio se pose definitivamente sobre la fachada, los padres del mural tendrán un último encuentro con los voluntarios que no pudieron asistir a las reuniones finales para darles algunas nociones básicas sobre pintura, ya que no sólo se emplearán colores planos sino también degradados y texturas. “Creo que le va a gustar a mucha gente”, aventura Ortuz.

Para la plasmación del dibujo sobre la pared se utilizarán pigmentos importados “de primera calidad” -explica Warner-, para que resistan al paso del tiempo. ¿Sencillo enseñar a pintores tan noveles? “Se quitan tensiones y al final es como un juego. Y no deja de ser pintura. Si se hace mal, se vuelve a pasar por encima y ya está”, explica de nuevo el joven, tirando de experiencia personal.