Gasteiz - A las 14.00 horas en punto, el salón de Plenos del Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz acogerá un acto que reúne en sí mismo la esencia de la institución. Los concejales elegidos por la ciudadanía el pasado 24 de mayo procederán a votar a quien consideran mejor candidato a alcalde de , y escasos minutos después uno de ellos recibirá la medalla y el bastón de mando que le acreditan como tal.

Más allá de negociaciones y pactos, y de la prosaica aunque fascinante vida diaria del Consistorio, el de hoy es un día ceremonial, en el que las formas se guardan escrupulosamente, recordando a todos que por encima de partidos y de cargos electos está la propia institución, que hunde sus raíces siglos atrás.

Josu Alberdi, jefe de Protocolo del Consistorio vitoriano, explica a DIARIO NOTICIAS DE ÁLAVA los pasos que se irán dando durante la celebración de este “Pleno especial”. Efectivamente, durante unos minutos el poder municipal recaerá en la Mesa de edad, conformada por el concejal de más edad de la nueva Corporación, en este caso el socialista Carlos Zapatero; y por el más joven, el edil del PP Iñaki García Calvo, que actúa como vocal de la mesa. Junto a ellos, la secretaria general del Pleno se encargará de fiscalizar el proceso.

Una vez sentados ante la mesita en la que dirigirá los plenos el próximo primer edil durante los próximos cuatro años, “la secretaria lee el nombre de todos los concejales presentes, cada uno de ellos jura o promete su cargo, y se convierte así en un elector del nuevo alcalde”, señala Alberdi. A continuación, la secretaria preguntará a los cabezas de lista de PP, EH Bildu, PNV, PSE, Sumando-Hemen Gaude e Irabazi si se presentan como candidatos a alcalde, y se procederá a votar. No como se suele hacer habitualmente, a mano alzada. El voto en la sesión de investidura del nuevo alcalde o alcaldesa es secreto, y la forma de ejercerlo es cuando menos curiosa.

En el salón de Plenos del Ayuntamiento vitoriano hay dos jarras de plata. En una está grabada la letra A, en otra la letra R. Alberdi explica que en principio una es para votar Aceptado, y la otra para quienes se inclinan por la opción Rechazado, pero hoy en día se usan indistintamente, y de hecho es posible que sólo se use una, para depositar los papelitos donde los nuevos concejales dejarán por escrito cuál es su candidato más idóneo. Una vez finalizado el acto oficial, ya con un alcalde electo, el presidente de la Mesa entregará al recién elegido primer edil (todo indica que será Gorka Urtaran) la medalla y el bastón de mando, se retirarán las tres sillas de la zona noble del Pleno y se colocará el sillón del alcalde.

En las ordenanzas de 1747 se encuentra una mención a las dos jarras de plata que protagonizan el acto protocolario de hoy. Como recoge Rosario Porres, catedrática de Historia Moderna de la UPV, en Vecindad y derechos políticos en Vitoria durante la Edad Moderna, cuando un ciudadano quería formar parte de la Corporación municipal, pero no provenía de la casta, tenía que presentar al Consistorio documentos que acreditaran su limpieza de sangre y cómo se ganaba la vida.

El Ayuntamiento consultaba entonces con “uno o dos abogados”, lo que hoy serían los servicios jurídicos municipales. Si estos daban su visto bueno al aspirante, se celebraba una reunión en la que el escribano, lo que hoy sería la secretaria general del Pleno, repartía a los ediles votos con la A de Aceptado o la R de Rechazado. Si el representante municipal estaba por la labor de admitir al nuevo, metía la A en la jarra que tenía grabada la A, y la R en la de la R. Si quería vetar al aspirante, metía la A en la R y la R en la A. - T.D.