vitoria - Desde su inauguración hace poco más de un mes, a la nueva estación de autobuses de Gasteiz le han llovido los halagos, merecidos en la mayoría de los casos, pero también alguna crítica. La penúltima, de la que se hizo eco este periódico en su edición del sábado, ha estado motivada por los continuos retrasos que la barrera de entrada a la terminal y su sistema de control informatizado provocan a los usuarios. A este problema, que en su día el Ayuntamiento tildó de puntual pero que un mes después sigue sin solucionarse, se le puede sumar otro que si bien no amenaza la paciencia y el buen humor de los viajeros de la estación sí puede traer de la mano un agravio económico para la gestión de la terminal y, por extensión, todos los gasteiztarras y alaveses. Se trata, en concreto, de la “mala integración” de su instalación fotovoltaica, una advertencia que lanza Koldo Sáez, ingeniero y experto en este tipo de energías, en declaraciones a DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA.

Según advierte este profesional, algunos de los paneles colocados en la fachada sur de la estación, la que linda con Bulevar de Euskal Herria, están tan cerca de la cubierta superior que en muchos momentos del día padecen el llamado sombreamiento parcial, “un problema bien conocido por los instaladores”. Sáez cree “absurdo” y “un error de bulto” el hecho de que una infraestructura de nuevo cuño como la terminal gasteiztarra, que ha tenido un coste económico tan importante, “se sombree consigo misma”.

Sáez se ha dirigido en varias ocasiones al Ayuntamiento, concretamente a Ensanche XXI, para advertir sobre los problemas que puede generar una instalación defectuosa de este tipo en cuanto a la bajada de rendimiento, la primera el pasado octubre, cuando todavía faltaban unas cuantas semanas para rematar la obra de la flamante terminal. No obstante, no se produjo ningún tipo de modificación en el proyecto inicial. A día de hoy, fuentes del Ayuntamiento aseguran que “no hay ningún problema con las placas” fotovoltaicas de la estación, tras haber realizado las pertinentes consultas. De hecho, según el Consistorio, tanto Iberdrola como el Departamento de Industria del Gobierno Vasco dieron su visto bueno al proyecto de la estación y, posteriormente, sendos informes alusivos a la eficiencia energética de la terminal y a su instalación fotovoltaica también fueron positivos. Dos documentos que el Ayuntamiento iba a remitir ayer a este diario, pero a los que DNA finalmente no tuvo acceso.

La eficiencia energética de la nueva terminal fue una de las virtudes que el Ayuntamiento puso sobre la mesa el día de su inauguración, con medidas como el empleo de la energía geotérmica en la climatización, la iluminación de tecnología led y el sistema de autorregulación basado en la luz exterior o el campo de paneles fotovoltaicos instalados en su fachada sur, destinados a generar energía para el autoconsumo de la estación. En total, el Consistorio estimó que con este tipo de medidas se logrará un ahorro total de emisiones de CO2 a la atmósfera de 125.161 kilogramos al año.

“notablemente” Sáez dice desconocer “cuánta energía se va a desaprovechar” debido a esta instalación, que a su juicio “puede estar bien calculada, pero sin duda está mal integrada”. No obstante, el experto sí cree que el ahorro de energía se va a reducir “notablemente”. La explicación, según advierte, se encuentra en el tipo de panel que se ha colocado en la terminal vitoriana, fotovoltaico, cuyas células se encuentran normalmente en serie, a diferencia de lo que sucede en el caso de los térmicos. “De forma que cuando se tapa una de ellas total o parcialmente se reduce la producción de esa célula, pero también la de las que están en su serie. Es algo así como pisar una manguera de agua, si la pisas en un punto se corta todo el flujo en la misma medida”, explica el profesional.

“Lo que no tiene sentido es que uno se piso a sí mismo la manguera, ¿no? Pues en la instalación de la estación de autobuses ocurre decenas de veces. En cada hilera al encuentro del alero hay sombreamientos frecuentes, cuando el sol está alto y más energía se debe producir en la instalación”, explica. Según Sáez, esa pérdida de energía sería sensiblemente mayor en verano y, a diferencia de los paneles térmicos, donde el sombreamiento afecta al rendimiento en la misma medida que es dicho sombreamiento, “la bajada siempre es notablemente mayor del porcentaje sombreado” en el caso de los fotovoltaicos.

Como solución, que no parece sencilla, el profesional sugiere la posibilidad de “cambiar los puntos de amarre” de los paneles de forma que la instalación se baje “al menos uno o 1,5 metros”. “Dejar esto así es, en mi opinión, un síntoma de descontrol y de que Vitoria compra cosas sin sentido. Es una de esas cosas que compramos y que se queda a medio gas. Eso sí, los paneles quedan bien y son muy bonitos y vistosos”, censura, tirando también de ironía, Sáez.