pocas pesadillas pueden llegar a ser más angustiosas como que la vivienda que alguien siempre soñó tener se convierta en un espacio inhabitable. Un terrible sueño que en Álava, concretamente en la localidad de Trespuentes, a apenas diez kilómetros de Gasteiz, se ha hecho realidad para una familia que compró un precioso chalet adosado junto a la ribera del Zadorra hace poco más de un lustro. La vivienda se encuentra en la calle Esturrieta, unos 100 metros más allá del puente romano del pueblo, y ha sido literalmente devorada por las aguas varias veces a lo largo de los últimos años, cuando se han producido episodios de inundaciones. El último, de una gravedad importante, tuvo lugar en los últimos días de febrero. Pese a que un informe del Gobierno Vasco ya advirtió en su día sobre el peligro que entrañaba edificar en ese lugar, la vivienda terminó levantándose y, con ella, se truncó aquella ilusión del hogar soñado para sus moradores.

La historia se remonta a finales de la pasada década de los 90, cuando los anteriores propietarios de la finca donde finalmente se construyó la casa solicitaron a la Dirección de Aguas del Gobierno Vasco un dictamen sobre la posibilidad de edificación en esa parcela, que ya se sabía incluida en su totalidad en la zona inundable del Zadorra.

Corría el mes de enero de 1999 cuando la viceconsejería de Transportes y Obras Públicas del Ejecutivo autonómico daba su contundente respuesta a esta solicitud de información: “Es imposible autorizar cualquier tipo de edificación en una superficie que se inundará con seguridad en un momento de grandes avenidas, provocando riesgos inadmisibles”, aseguraba el escrito, al que ha tenido acceso este periódico.

La Dirección de Aguas rechazó también la posibilidad de sobreelevar el terreno hasta una cota superior a la que por aquel entonces limitaba la zona de inundabilidad del río. Según advertía el Gobierno Vasco, de realizarse esa intervención urbanística “se produciría un cambio sustancial en la topografía de la zona”, con “una variación en la franja de inundación que afectaría a otros propietarios y que originaría inundaciones mayores de las actuales en las zonas situadas aguas arriba del teórico relleno”.

La conclusión del entonces responsable de Planificación Hidráulica del Ejecutivo no pudo ser más drástica: “En las condiciones actuales no existe ninguna posibilidad de edificar en la parcela que se indica (...), ya que las posibles actuaciones que permitieran mantener la futura vivienda fuera de la zona de inundación del río Zadorra originarían consecuencias hidráulicas que cambiarían la actual situación del valle de inundación, agravando los problemas de inundabilidad aguas arriba de la finca analizada”.

Apenas dos años después de conocer este diagnóstico, los propietarios de la finca, que por aquel entonces albergaba una huerta, consiguieron venderla y, un tiempo después, un particular retomó la idea de edificar en ella. J.B.S., el promotor, solicitó la preceptiva licencia municipal de obras para construir dos viviendas adosadas en la misma parcela y, a pesar de los precedentes, todas las instituciones implicadas terminaron por dar su visto bueno.

El detonante de esta decisión fue la modificación de la llamada línea de inundabilidad del Zadorra a su paso por Trespuentes, una decisión que sorprendió a propios y extraños teniendo en cuenta esos precedentes. Corría el año 2007 y tal fue la sorpresa que causó esta medida a Davide di Paola, presidente de la Junta Administrativa del pueblo, que no dudó en advertir a todas las partes implicadas sobre lo que podría suponer el cambio. Las alegaciones presentadas por Di Paola, que a día de hoy sigue siendo presidente de la Junta, ante el Ayuntamiento de Iruña-Oka -en primera instancia-, la Diputación alavesa, el Gobierno Vasco o la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) no sirvieron para detener el proceso y la construcción de los dos adosados se convirtió en un hecho consumado.

revisión del estudio La propia Dirección de Aguas del Gobierno Vasco, en un nuevo escrito dirigido a la Junta Administrativa de Trespuentes, justificaba su cambio de criterio en que el contundente informe del año 1999 que desaconsejaba la edificación en la parcela inundable se había realizado con base en la información “entonces disponible”, que era la del Plan Integral de Prevención de Inundaciones del año 1993. Sin embargo, ya en el año 2004, Lakua llevó a cabo una actualización y revisión del citado estudio para toda la CAV, cuyos resultados dictaminaron que en esa parcela donde no existía “ninguna posibilidad” de edificar, ahora sí que sería posible. Según recuerda Di Paola, incluso en el año 2005 se produjo “una inundación gorda” que dejó la parcela anegada por enésima vez, antes de que se iniciara la construcción de los dos adosados por el promotor.

El nuevo informe de Aguas, fechado el 28 de septiembre de 2007, daba sin embargo su beneplácito al proyecto: “En función de la última información disponible y de los criterios de uso del suelo en función de su grado de inundabilidad (...), el ámbito puede ser apto para soportar el desarrollo urbanístico pretendido, siempre que obtenga la preceptiva autorización de la administración hidráulica”. Ésta fue tramitada en la oficina territorial de Álava del departamento de Ordenación del Territorio y Medio Ambiente y poco después autorizada por la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE).

El Ayuntamiento de Iruña-Oka concedió entonces al promotor la licencia de construcción de ambos adosados, que concluyó a finales de la pasada década, y un tiempo después éste encontró un comprador para uno de ellos, la familia ya citada. Como es lógico, estos vecinos adquirieron la vivienda con la garantía institucional, de muy diferentes instituciones además, de que sus viviendas nunca serían una presa tan sencilla para las aguas en caso de producirse inundaciones.

Hasta la fecha, estos vecinos han sufrido varios graves episodios de estas características que han anegado su garaje y su planta baja, dejando la vivienda totalmente inutilizable y sin electricidad por la presencia de grandes masas de agua. Y aunque regresen a ella con periodicidad, difícilmente pueden convertirla en su primer hogar, con el trastorno que eso comporta. También han querido encontrar un nuevo comprador, pero lógicamente nadie se atreve a dar este arriesgado paso. Quienes se han interesado por el otro adosado, que los ha habido, también han dado una obligada marcha atrás a sus pretensiones, ya que al margen de los precedentes la vivienda tiene un coste económico importante.

El último paso de la familia afectada ha sido dirigirse a un despacho de abogados para exigir responsabilidades por este desatino y que las instituciones implicadas “tomen cartas en el asunto”, según explica el presidente de la Junta Administrativa. Si se dan las condiciones, también exigirán las responsabilidades que correspondan. Según sentencia Di Paola, “no es real que se haya podido construir ahí con garantías”.

Cambio de criterio. Un informe del año 1999 advertía sobre la imposibilidad de autorizar “cualquier tipo de edificación en una superficie que se inundará con seguridad en un momento de grandes avenidas”. Este criterio se modificó en 2004.Riadas. La situación del Zadorra a su paso por Trespuentes, donde existe una gran concentración de lodos y de vegetación, crea un enorme tapón que cada vez que se producen lluvias persistentes provoca graves inundaciones en la zona.