parece mentira viendo la fría y lluviosa climatología que ha acompañado a los alaveses durante las últimas jornadas, pero la primavera ya ha llegado y, con ella, la época más crítica para la salud de los alérgicos al polen. Una estación que, según ha vaticinado la Sociedad estatal de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC), será “leve” en la cornisa cantábrica para los vecinos sensibles a las gramíneas y a otras especies de la temporada, teniendo en cuenta la temperatura y la humedad registradas hasta la fecha, pero cuya intensidad real sólo se conocerá con el paso de los días.
Por de pronto, Maite Audicana, alergóloga del Hospital Universitario de Álava (HUA), ya advierte de que las fuertes lluvias registradas este pasado invierno en el territorio no auguran nada bueno para los alérgicos al polen, aunque todo dependerá del comportamiento que el clima tenga en adelante. “Dicen que no se esperan niveles muy altos, pero yo no me lo creo mucho. Si a partir de ahora hace bueno y hay días de viento, las plantas estarán bien hermosas”, vaticina la especialista gasteiztarra.
A los alérgicos les favorecería una primavera excesivamente lluviosa, una tendencia poco probable porque no se ha observado en los últimos años, o incluso extremadamente seca y sin días de viento. Pese a todo, la ubicación geográfica de Gasteiz la sitúa como un lugar poco propicio para los afectados, al contrario de lo que sucede con los lugares costeros. Durante la primavera y el verano, como consecuencia de la brisa marina, el polen es empujado precisamente hacia el interior en jornadas soleadas y ventosas.
No obstante, será el equilibrio entre las temperaturas, la humedad y el régimen de lluvias el que expanda o frene la polinización: aunque por un lado la lluvia sirve para limpiar la atmósfera y aliviar los síntomas al alérgico, al mismo tiempo sirve a las plantas para alimentarse y prolongar su ciclo. En días lluviosos, nublados y sin viento esos síntomas son mínimos para el alérgico, porque el polen no se desplaza adecuadamente. Por contra, el clima caluroso, seco y ventoso producirá justo el efecto contrario.
A la espera de que el polen de las gramíneas comience a hacer estragos, generalmente “entre San Prudencio y San Fermín”, hasta ahora han sido las especies de invierno las que han ocupado a los especialistas alaveses. En especial el ciprés, que ha dejado “picos muy altos” hasta la fecha, y algo menos el pino y el fresno, cuyos pólenes afectan a una población muy minoritaria en comparación con las gramíneas, a las que son sensibles el 90% de los alérgicos al polen.
No ha sido, sin embargo, un invierno más duro que los anteriores por la presencia del polen de estas especies, pero la dureza de la estación ha provocado, según puntualiza Audicana, un importante número de reacciones alérgicas a los medicamentos, cuyo consumo ha sido importante en las últimas semanas. Otro problema añadido, que no novedoso, es que actualmente proliferan los pacientes alérgicos a más de un componente, lo que complica tanto las labores de prevención como las pautas de tratamiento. “Las alergias a alimentos como los vegetales y las frutas están creciendo muchísimo”, certifica Audicana.
una patología prevalente Se estima que más de 65.000 personas, alrededor del 20% de la población alavesa, padecen algunas de las alergias primaverales ya descritas, cuyos síntomas, aunque leves, no dejan de ser molestos. Picor de ojos, enrojecimiento e inflamación del párpado, síntomas nasales y asma bronquial (tos y dificultad respiratoria) son sólo algunos de los más importantes.
La vacunación constituye el único tratamiento eficaz para detener la evolución de la enfermedad alérgica, aunque los especialistas disponen también de un cóctel importante de fármacos para hacer más llevaderos esos síntomas. La inmunoterapia consiste en administrar al paciente cantidades gradualmente crecientes del alérgeno que le afecta, para inducir una tolerancia en su organismo. Al margen de la inyección subcutánea, la más habitual y “con mejor coste-beneficio”, las posibilidades terapéuticas se completan con otra vacuna en comprimidos, indicada para la alergia a las gramíneas y los síntomas de rinoconjuntivitis, y la tradicional sublingual, que se administra con gotas. Esta última es la más utilizada con los niños, por el miedo a los pinchazos, que además deben administrarse una vez al mes. Según certifica Audicana, “cada vez hay más novedades en cuanto a seguridad y formas de administración de la vacuna. Es el tratamiento más específico e indicado”, certifica la especialista.
Dado que la patología alérgica dificulta en muchos aspectos la vida de los pacientes, la afección trae consigo de la mano un alto coste socioeconómico. La inmunoterapia, de hecho, logra disminuir un 40% los gastos en servicios médicos y un 30% el referido a uso de fármacos de alivio sintomático.
Ante esta situación, el presidente de la SEAIC, Joaquín Sastre, advierte de que las enfermedades alérgicas precisan de un manejo integral, “no sólo desde el punto de vista terapéutico, sino también orientando al paciente sobre cómo convivir mejor” con la alergia que padezca. La aparición de nuevas herramientas tecnológicas que ofrecen los niveles diarios de los diferentes pólenes, como la app de la propia SEAIC, aspira a mejorar la vida de los afectados.
La rutina de las ciudades, especialmente las más contaminadas, ha ayudado a incrementar el número de alérgicos. Sin ser una urbe ambientalmente sucia, residir en Gasteiz también “predispone” a sufrir alergias, tal y como advierte Audicana, dado que las vías aéreas de sus vecinos se dañan debido a la polución y las plantas “generan un polen más alergénico” por esa misma contaminación. La SEAIC también apunta a que en las ciudades, a pesar de existir menos cantidad de pólenes que en las zonas rurales, las enfermedades alérgicas son cada vez más frecuentes, como consecuencia de la citada contaminación y de la plantación de especies muy alergénicas.
Según los datos recopilados por esta asociación, en la actualidad entre un 10 y un 25% de la población en los países industrializados padece rinitis alérgica, al tiempo que el diagnóstico de asma se ha incrementado entre un 4 y un 10%.
A la espera del clima. Los pronósticos hablan de una primavera “leve” para los alérgicos al polen, pero las fuertes lluvias del invierno pueden dar un giro a esta previsión. A partir de ahora, todo dependerá del equilibrio entre temperatura, lluvias y humedad.
De San Prudencio... A San Fermín. Es el espacio de tiempo más propicio para la expansión del polen de las gramíneas, el que afecta al mayor número de alérgicos (90%). El problema es que cada vez hay más pacientes alérgicos a más de un componente.