gasteiz - ¿Quiénes son hoy los publicanos, las prostitutas y los leprosos a los que se acercaba Jesús para escándalo de los jerarcas de la época?

-Los pobres, los marginados, a aquellos a los que el sistema está culpabilizando y que son realmente las víctimas, Jesús se acerca para darles esperanza y decirles que él lo condena. Los doctores de la Ley, los levitas y aquellos a los que saca del Templo son los que se han instalado en el poder a través de la corrupción y del fraude.

¿Se puede servir a la vez a Dios y al dinero? ¿Hasta qué punto?

-No se puede servir a Dios y al dinero, porque si se sirve a uno se traiciona al otro. El dinero está para servir a las personas, y si nosotros hacemos del dinero un dios sacrificamos todo en función de ese dios y nos volvemos unos esclavos. Eso ha pasado con quienes han caído en el dinero fácil y quieren vivir acumulando; se vuelven insaciables en su codicia. El egoísmo y la avaricia voraz de unos pocos les ha llevado a tener y acumular a costa de una inmensa mayoría a la que han pisoteado en su dignidad, y ese es el gran pecado de nuestro tiempo. El capitalismo neoliberal ha puesto en el centro de la economía al capital y a la especulación, y no a las personas. Con las ayudas sociales pasa igual, se ha puesto en el centro al dinero, por eso cuando se habla de personas se habla de gasto, y no de inversión.

¿Caridad es sinónimo de justicia?

-En un primer momento la caridad era intentar velar, en las primeras comunidades cristianas, por que todos tuvieran lo que necesitaban para vivir con dignidad. En ese sentido la caridad va unida a la justicia, lo que pasa es que tratamos la caridad como si fuera limosna, dar de lo que sobra para paliar una situación con un fin asistencialista. El auténtico sentido de la caridad cristiana es el conjugar el compromiso con la justicia, y ésta lleva necesariamente a una denuncia radical de todas las situaciones que crean injusticias.

La verdad nos hará libres, pero para eso primero hay que tener acceso a la verdad.

-Yo creo que la verdad esencial es la que nos hace libres, el problema es que estamos rodeados de una sociedad de mentiras, en la que nos dicen lo que quieren y nos enseñan lo que quieren, pero los ciudadanos ya no nos creemos más las mentiras que nos dicen. Nos han querido amordazar dándonos un discurso del miedo, y ahora llegan con un discurso triunfalista, dicen que estamos saliendo de esta situación, cuando la gente está viviendo en absoluta vulnerabilidad, lo que pone al descubierto a aquellos mentirosos que nos quieren engañar como trileros con tal de mantenerse en su poder. Estamos en una situación de absoluta injusticia, me atrevo a decir que la democracia está secuestrada; tenemos un país en el que se defiende la legalidad pero no la justicia. Un Estado que dice garantizar que todo el mundo tiene derecho a vivir bajo un techo, y que no lo hace, es un Estado fracasado. Un Estado que es capaz de enviar a la fuerzas de seguridad para tirar a la gente de sus casas y dejarlos a la intemperie, tiene delito, y el que hace un delito es un delincuente, con lo cual estamos en manos de una banda de delincuentes. ¿Qué pasa? Que la gente no se atreve a decir esto porque hay mucho miedo, pero a las cosas hay que llamarlas por su nombre. Tenemos un presidente subido a la mayoría absoluta, está mirando para otro lado, y cuanto más lejos está de la realidad menos tiene que ver su discurso con la vida de la gente.

Usted trabaja con bancos de alimentos. ¿Esa mejoría de la economía de la que se habla ha llegado a la vida real?

-En la calle la cosa está muy mal. Hay mucha gente que ya no cobra el paro y a la que se le han acabado la prestaciones sociales, con lo cual tenemos gente que está peor que hace uno o dos años. Nosotros estamos en el banco de alimentos con 1.300 familias y tenemos a 400 en lista de espera, en una ciudad como Manresa, con 70.000 habitantes. La gente es ahora más vulnerable porque hay menos recursos, porque es mucho lo que han robado y defraudado. Después está el tema de la bajada del paro, se han creado lugares de trabajo de un día, de una semana, ahora nos conformamos cuando la gente joven dice que quiere trabajar de lo que sea, nos conformamos con las migajas, y esto no se puede permitir. El mercado laboral que se ha creado es como un campo de concentración con esclavos asalariados. Hace unos años el mileurista era considerado maltratado, hoy desde el Gobierno dicen que si se trabaja 12 horas, figurando cuatro o seis, por 600 euros, deberían dar gracias, y si no hay cinco millones de personas esperando. No nos podemos acostumbrar a esto, ante esto tenemos que reaccionar. El primer paso es la indignación, pero hay que salir de la cocina de casa y del bar y crear alternativas.

También trabaja usted contra los desahucios. ¿Qué pasa por la cabeza de una persona a la que la echan de su casa?

-Nosotros tenemos una residencia para personas sin hogar, y hay gente a la que desahuciaron y ha tenido intentos de suicido. La gente se siente al límite, y aquí no hay clases, hay gente que estaba acostumbrada a un cierto nivel de vida, y la calle es igual para todos, y la calle mata. Es una situación de impotencia que lleva a generar situaciones de violencia. Ahora se ha creado un gabinete de crisis para atender la catástrofe aérea que acaba de suceder, y me parece bien. ¿Qué tiene que pasar para que creemos un gabinete de crisis con la cantidad de víctimas de que tenemos por lo que está pasando, gente que sufre y muere por causas evitables?

A su paisano el Papa se le ve bastante entre presos, pobres e inmigrantes. ¿Cómo valora usted el cambio de política en el Vaticano que ha supuesto su llegada?

-Lo que él ha hecho es lo que hizo Jesús, poner en el centro a los preferidos, a los últimos, a los que están los márgenes. Este es el mensaje del Evangelio, que nunca se tendría que haber dejado. A nivel de Iglesia siempre se ha estado con los pobres, pero a nivel estructural se había alejado de la gente, se perdió credibilidad, había demasiada pompa, demasiada liturgia, poca cercanía. Lo grande del Papa Francisco es que ha invitado a los obispos a salir de los palacios. Se habían convertido en príncipes, y el Papa les dice que la salvación no está en el templo, hay que salir adónde están los heridos en el camino.

Lidera usted un grupo interreligioso en un momento delicado en ese aspecto. ¿Cómo describiría una religiosa cristiana el Islam?

-Hemos avanzado mucho en el tema del diálogo interreligioso pero hay un gran desconocimiento del Islam. Cuando llegaron los atentados del 11-S y de Madrid su puso bajo sospecha a todos los musulmanes, y no podemos caer en este discurso tan fácil, todo el problema del yihadismo a los primeros que les hace daño es a los mismos musulmanes. Son personas que sufren por partida doble, por sus hermanos musulmanes que no luchan por la religión, luchan porque están locos, y por la ciudadanía que los pone bajo sospecha. Estamos condenados a entendernos si queremos la paz.

¿Podría explicar cuál es la diferencia entre el PP y Cáritas?

-Si se lo preguntas a Montoro te dirá que ninguna. Habría que poner en la próxima asignación tributaria una casilla para que el que quiera pueda donar al Partido Popular, que son las nuevas hermanitas de la caridad.