los caminos del emprendimiento son inescrutables. El número de obstáculos que surgen a la hora de formar una empresa es a veces tan alto que resultan insalvables, pero cuando la fórmula es buena, el trabajo constante y la suerte se despierta con ganas de hacerte un favor, los réditos personales y económicos acaban por superar con creces las dificultades. Conscientes de lo malo pero alentados por lo bueno, muchos son los alaveses que en el actual contexto de crisis económica se lanzan a la aventura de montar una empresa desde cero.

Sólo el año pasado la Cámara de Comercio de Álava analizó 581 proyectos de emprendedores locales que querían embarcarse en un nuevo negocio. De ellos 157 acabaron cristalizando finalmente en forma de empresa, generando 257 puestos de trabajo. El perfil del emprendedor alavés el pasado año es el de una persona de entre 25 y 45 años con estudios universitarios y en situación de desempleo, con un leve porcentaje mayor de mujeres que de hombres (51,2%). Un perfil en el que bien podría encajar Maite Bravo, que hace justo un año lanzó la empresa de consultoría sostenible Atari.

“Había trabajado toda mi vida en estudios de arquitectura relacionados con el Medio Ambiente, y llegó un momento en el que me planteé que era o ahora, o nunca”, explica Bravo, que se ha hecho cargo en Vitoria del proyecto Hogares Verdes, impulsado por el Ministerio de Medio Ambiente, por el que 25 familias gasteiztarras aprenderán a mejorar sus hábitos de consumo sostenible.

Con una firma de menos de un año de vida, esta empresaria, que decidió ponerse manos a la obra en solitario, ha conseguido salir adelante con éxito y superar un plazo de tiempo inicial en el que muchos emprendedores quedan varados. “Soy una persona muy positiva y sabía que esto iba a ser difícil, que no tendría clientes desde el primer día y que iba a tener que sacarme yo misma las castañas del fuego”, admite Bravo, que en Atari ofrece a los clientes una consultoría ambiental en formación, divulgación, eficiencia energética o normas de calidad sostenibles, más necesarias que nunca para que Gasteiz no pierda la vitola de Green Capital.

A veces, una idea, por simple que parezca, puede convertirse en el germen de una gran empresa. Y si no que se lo digan a Cecilia Cuartas Uribe. Tras ocho años trabajando en una empresa de bacalao desalado, esta colombiana se quedó en paro e hizo lo que cualquier persona en su situación: empezar a darle vueltas a la cabeza. “Me decía que a dónde iba a ir yo con la edad que tenía si eso era lo único que sabía hacer”, explica. Dicho y hecho, Cecilia se dio cuenta de que en el problema tenía la solución, así que creó su propia empresa de bacalao desalado, Sayomar, ubicada en el polígono Parquesol de Oion. Cecilia explica el secreto de su éxito: “Me fijé en que las empresas mandaban a restaurantes y al resto de clientes varios trozos de bacalao juntos en una misma bandeja, pero pensé que si mandaba cada trozo por separado envasado al vacío el restaurante podría utilizar las que necesite sin que se dañen el resto. La idea ha tenido una aceptación que no te imaginas, hasta el punto de que la competencia nos ha copiado el sistema”.

Ahora, a punto de cumplir dos años en el mercado, esta emprendedora da trabajo a tres empleados, uno de ellos su hijo. “Lo más complicado fue conseguir financiación. No te haces a la idea de la cantidad de bancos que visité hasta encontrar con uno que me apoyó. También en la Cámara de Comercio de Álava me ayudaron mucho, y en el Ayuntamiento de Oion. Además, mi actividad necesitaba de un polígono con unas condiciones específicas, y en Álava el alquiler de la nave era más barato que en los alrededores”, concluye Cecilia Cuartas.

También fruto de su propia experiencia, como padres en este caso, el matrimonio formado por Isabel Zuazo y Jesús María González puso la primera piedra para la creación de Kidiline y Kiditravel, dos plataformas online para familias. La primera es una red social en la que, por ejemplo, padres y madres de un colegio pueden compartir experiencias, opiniones y preguntas con el propio centro educativo, además de entre ellos mismos. Por su parte, Kiditravel es una agencia de viajes online especializada en paquetes vacacionales para familias con niños pequeños.

Una gran red social con sede en Vitoria que sus creadores confían extender más allá de las fronteras alavesas. “Pensamos en las cosas que echamos en falta siendo padres y las plasmamos en nuestro proyecto”, subraya Isabel Zuazo, que estos días trabaja duro en la puesta en marcha de una app propia para llevar su idea a la palma de la mano de los usuarios en forma de aplicación para smartphones. En su caso, decidida a lanzarse a la piscina con su marido como partner, lo más difícil fue darse a conocer. “Al principio tus ingresos son mínimos y no puedes contratar comerciales o grandes planes de comunicación y marketing. En el fondo te das cuenta de que en Vitoria lo que mejor funciona es el boca a boca, que unos padres nos recomienden a otros”. Como todo emprendedor digital, esta pareja tuvo que enfrentarse de puertas para fuera con una percepción extendida y errónea, que considera que mantener una página web, generar contenido online y utilizar las redes sociales es poco menos que un divertimento.

“Mucha gente se ha lanzado al mundo digital sin ser consciente del trabajo que implica y pensando que tendrían pocos gastos, y eso les ha podido llevar muchas veces a pegarse el batacazo. También es cierto que ofrecer un servicio online es complicado, si pagas 30 euros por un masaje te lo dan y punto, pero en lo digital la percepción de la gente es distinta, somos más reticentes a pagar”, concluye.

No tan unidos como este matrimonio pero tampoco unos desconocidos entre sí eran los cuatro socios de otra empresa gasteiztarra de reciente creación, Kind Visuals, que hace apenas un par de años crearon esta productora audiovisual por la mejor razón posible para emprender: “es lo que nos gusta y lo que mejor sabemos hacer”. Jorge, María, Alexis y Álvaro trabajan en un espacio de coworking, el semillero de empresas del Casco Medieval, mientras cuidan de “un pequeño hijo que hemos tenido entre los cuatro” en forma de empresa.

“Antes de empezar todo se ve más fácil de lo que es en realidad. Emprender es un aprendizaje continuo. Tú sabes lo que sabes, pero además de tu trabajo tienes que aprender a ser empresario y a tomar las decisiones”, concluye Álvaro Fernández, una de las cuatro patas de una talentosa firma gasteiztarra que trabaja a destajo dentro y fuera de Vitoria.