de poco más de 50.000 kilos de olivas a los 400.000 de la última campaña. No ha sido un proceso rápido, ya que ambas cifras están separadas por diez años de trabajo en Rioja Alavesa. Y es que producir aceite de oliva virgen en cantidad suficiente para que se visualizara ha sido todo un récord en la tierra del monocultivo del vino Rioja.

Aceite se ha producido desde siempre en esta comarca. De hecho, junto al cereal, el aceite era una de las bases en las que se sustentaban las comunidades agrícolas de esa tierra, en la que el vino sólo era un complemento. Con el paso del tiempo las tornas fueron cambiando, sobre todo, desde que las prácticas en bodega posibilitaron la estabilización de los caldos para que pudieran desplazarse a otras latitudes. Entonces el óleo comenzó a quedar en un segundo plano hasta convertirse en un producto de consumo doméstico y de muy escasa comercialización.

Y no había razón para que esto sucediera. Los técnicos que elaboraron el Plan de Desarrollo Rural de Rioja Alavesa, en el año 2000, tuvieron el don de la oportunidad al incluir al aceite como un elemento a potenciar en el conjunto de productos de calidad que se elaboran en la zona. De esta forma, la Cuadrilla de Rioja Alavesa encargó un estudio de la situación del cultivo del olivo y las potencialidades de éste. Así se comprobó la existencia de numerosas, pero pequeñas, plantaciones, el interés de algunas bodegas que ya en el año 1994 habían realizado estudios para complementar sus actividades vitivinícolas, el conocimiento de las practicas agrarias y transformadoras por parte de los agricultores y la existencia de una variedad de olivar, autóctono de esta zona y de Navarra, denominada arróniz.

En el año 2002, un grupo de agricultores comenzó a planificar una asociación que valorizara la producción y comercialización del aceite que se podía elaborar en Rioja Alavesa. Surgió, así, la Asociación Santa Eulalia para la Defensa, el Fomento y la Promoción del Olivar en Rioja Alavesa, más conocida como Adora, primer nombre que se dio al aceite colectivo, con el objetivo de realizar la estructuración de un sector que hiciera posible el cultivo rentable del olivo en la comarca. Para ello se marcaron como procedimiento el trabajar en varios frentes. Entre ellos, el establecimiento de las técnicas de cultivo más apropiadas para un cultivo del olivo responsable con el medio ambiente, el aumento de la superficie ocupada por las plantaciones, la investigación en el tema varietal y de calidad del aceite y la formación de una estructura capaz de gestionar desde el cultivo hasta la comercialización, pasando por la extracción del producto.

El mirlo blanco de este proceso, hasta la llegada de la Mesa del Aceite, fue el técnico Alberto Alecha. Desde un abarrotado despacho cedido por la Cuadrilla de Rioja Alavesa, rodeado de papeles y botellas de aceite que se iban incrementando al ritmo en el que se creaban iniciativas de envasadores, Alecha logró que los olivicultores, los agricultores en general, comenzaran a trabajar con la variedad arróniz, autóctona de Rioja Alavesa y que conforma olivos de porte bajo muy resistentes a las adversidades climáticas, ya que soporta sin problemas heladas de hasta -7 grados y tiene una floración tardía, que es una protección más. A esto se suma que la madurez de las aceitunas es temprana, por lo que se puede recoger antes de las primeras heladas del invierno. Sus frutos tienen una gran concentración de polifenoles, por lo que es una de las variedades más aromáticas.

A continuación se tuvo que buscar hueco entre los viñedos. En cinco años se promovió la plantación de más de 100 hectáreas, se realizaron los primeros cursos para mejorar la formación de los agricultores en las nuevas técnicas de cultivo, y se logró elaborar de forma continua un aceite de oliva virgen extra de gran calidad. En 2005 se anunciaba que se habían recogido 51.906 kilos de olivas que, con un rendimiento del 20%, habían arrojado un resultado en torno a los 11.000 litros de aceite virgen. A estos, ya entonces, se sumaban los proyectos de las bodegas, ya que las de Loli Casado, Jesús Francisco Muro Nájera, Heredad de Ugarte y Casado Morales, entre otras, habían incorporado este valor añadido para sus bodegas.

En paralelo, la asociación comenzó a buscar alicientes para tratar de implicar a los jóvenes agricultores en esta actividad y para ello se contó con el apoyo de Gaztenek y la escuela de vitivinicultura de Itsasmendikoi. Con ello se pudieron poner en marcha tres proyectos basados en explotaciones vitícolas y oleicas. La superficie concerniente al olivar en estas iniciativas fue cercana a las seis hectáreas, distribuidas en Moreda, Kripan, Lanciego y Oion. En alguno de los casos, incluso, se contempló la comercialización. Y además se investigó, porque la calidad debía ser la herramienta para su valorización. Desde el primer momento, en el año 2005. La asociación compró en la cooperativa de Oion 5.000 kilos de olivas y las sometió a una molienda más natural, logrando 1.000 litros de aceite de gran calidad, por lo que se ofreció a los olivicultores la marca Adora (Asociación Del Olivo de Rioja Alavesa) para envasar con esa Denominación.

Estos pasos no pasaron inadvertidos para el Gobierno Vasco que, en febrero de 2005, dotó al olivo y al aceite de un Plan Estratégico. Era un plan de trabajo en el que intervinieron el propio Gobierno, las diputaciones de Álava y Gipuzkoa, el Instituto de Investigación Agraria Neiker, la Fundación Kalitatea, el Instituto de Formación Mendikoi y las asociaciones de olivareros Santa Eulalia y de trujales de Rioja Alavesa. En el estudio se partía de la premisa de que en Euskadi, tanto en Álava como en Gipuzkoa, había 200 hectáreas de olivos que producían 260.000 kilos de aceitunas por temporada, lo que suponía una producción teórica de aceite de unas 70 toneladas al año. El estudio marcaba como objetivo dar el salto a la comercialización de aceite con distintivo de calidad, orientado -incluso- a la producción ecológica. Se fijaban ayudas de 300 euros por cada nueva hectárea plantada más otros 300 por cada hectárea destinada a la producción ecológica, todo ello destinado a “vislumbrar un futuro despejado a un cultivo con altas cotas de rentabilidad”.

En dicho Plan Estratégico se fijaban una serie de objetivos que pasaban por el aumento de la superficie plantada, la mejora de las técnicas de cultivo, el favorecer la producción ecológica y el facilitar el acceso de los jóvenes. Asimismo, se planteaban medidas de respeto medioambiental, como el compostaje de los residuos, el riego por goteo y el favorecer un plan de lucha contra la erosión del terreno. Y, finalmente, se señalaba el apoyo al asociacionismo, mencionando especialmente a la Asociación del Olivar en Rioja Alavesa.

Proyecto Oleum En paralelo con estas iniciativas, y referido al factor humano, se puso en marcha el proyecto Oleum, una iniciativa de los departamentos de Agricultura y Política Social y Servicios Sociales de la Diputación Foral de Álava y el Departamento de Medio Ambiente, Planificación Territorial, Agricultura y Pesca del Gobierno Vasco para la integración de personas con especiales dificultades de incorporación laboral y que eligió el olivo como campo de desarrollo. La asociación Adora colaboró con este proyecto mediante la prestación gratuita de labores de asesoramiento en la selección de planta, técnicas de cultivo, plantaciones, tratamientos o recolección, entre otras. De hecho, la asociación, bajo la coordinación del Departamento foral de Agricultura, fue la encargada de enseñar y prestar apoyo técnico a cinco personas del Centro Ocupacional de Oion, perteneciente al Centro Especial de Empleo Indesa, que realizaron los diferentes trabajos derivados del proyecto Oleum, como fue la plantación de olivos en el clausurado vertedero de Oion. Poco después voluntarios de la Asociación Gizabidean (ligada a la pastoral penitenciaria) y dos técnicos del proyecto Oleum recibieron apoyo para formar y asesorar a cinco presos del centro penitenciario de Nanclares en labores de recuperación de olivos centenarios que llevan varias décadas abandonados en la localidad de Moreda de Álava. Precisamente ese espacio es el que entonces recibe numerosas visitas de personas interesadas en conocer los olivos más antiguos de la comarca de Rioja Alavesa.

Con unas y otras medidas, el aceite de oliva de Rioja Alavesa logró en el año 2012 acceder al Label de calidad, y entró con tan buen pie que ese año un total de 4.000 botellines de medio litro de aceite de Rioja Alavesa viajaron a Alemania y Estados Unidos, en lo que constituyó la primera exportación de la nueva fuente de riqueza de la comarca.

Características El responsable del trujal de Moreda de Álava, llamado La Equidad, José Ramón Ceballos, explica que el que se elabora en Rioja Alavesa con la variedad arróniz es “un aceite que huele a tomate, a espliego, a romero y tomillo. En boca tiene un punto de amargor picante y produce sabores a fresa verde, a hierba recién cortada”. Es un aceite pensado para tomar en crudo para poder disfrutar de todas sus características organolépticas, pero que no rechaza su uso en cocina. “Cualquier marca se puede usar dos o tres veces para elaborar productos similares. Con el nuestro se llega hasta las ocho y diez sin perder sus propiedades”.

Del trabajo en la almazara salen varias clases de aceites. Por una parte el aceite de oliva virgen extra y el aceite de oliva virgen, con una acidez máxima de 0,8% y del 2%, respectivamente. Junto a ellos también se considera como producto de calidad excepcional, el aceite ecológico. Además se obtiene el llamado aceite lampante, que es también virgen, pero con defectos y debe ser refinado. Es el que se comercializa como aceite de oliva, sin más, y con una acidez máxima de un 1%.