ayer, en la estación de autobuses de la plaza de Euskaltzaindia, ya no había políticos, arquitectos y constructores, como el jueves, y aunque sí seguían viéndose muchos paseantes y curiosos, como los que durante todo el viernes se dejaron caer por el amplio y luminoso edificio de Lakua, el ambiente era ya distinto. Era la atmósfera propia de una estación de autobuses un lunes por la mañana, jornada en la que miles de personas se desplazan de su ciudad de residencia a su lugar de trabajo.
La terminal hervía de actividad. Las colas eran muy importantes en casi todas las taquillas y en el punto de información. Los trabajadores de la estación, ataviados con un llamativo peto, atendían dudas de los viajeros, de los empleados de las compañías, y de todo aquel que necesitaba orientarse en un vestíbulo lleno a rebosar de estudiantes y trabajadores, o de gente que venía a Vitoria a ver a la familia.
Una de estas visitantes era Elixabete Beobide, una vizcaína de Ubidea que lleva 37 años viviendo en Las Palmas y que es “amama de dos nietos canarios”. Elixabete explicaba ayer que no suele viajar mucho “en guagua”, porque su hijo es taxista en Las Palmas y ella prefiere optar por este medio de transporte, pero cuando vuelve a Euskadi sí sube al autocar para ir de Vitoria a Bilbao, y de hecho conoce muy bien la estación de Los Herrán. “Era horrible, aquello parecía una cacharrería. Cuando llovía te dejaba el autobús en la calle; yo llegué el martes pasado y justo estaba lloviendo”, señalaba la mujer, que evocaba la vieja estación de la calle Francia, nada que ver con la provisional que funcionó durante 22 años, hasta el pasado domingo. “Aquello era precioso, la recuerdo de cuando yo era pequeña, era un monumento, no sé cómo la pudieron quitar”, rememoraba la mujer.
¿Y la nueva? “No sé, me parece demasiado moderno, chico, pero bueno, no podemos ir contra los tiempos; está mucho mejor que el aeropuerto de Loiu, que es feísimo. Es muy famoso, y el arquitecto de mucho renombre, pero...”, reflexionaba Elixabete. La estación será demasiado moderna para su gusto, pero eso sí, “el servicio de Vitoria a Bilbao, y de Bilbao a Vitoria es buenísimo”, remarcaba la mujer en la cola del puesto de información de la nueva estación. Allí se apelotonaban decenas de personas, un tanto desubicadas en este nuevo espacio al que se tienen que amoldar.
Muchos viajeros, de hecho, caminaban despistados, vagando con sus maletas, mientras que otros circulaban veloces entre la multitud como si llevaran años subiendo al autobús en los andenes de Lakua. En otros, su actitud delataba que no tenían que coger ningún autobús. Muchas personas, sobre todo mayores, paseaban por la terminal, buscaban sin éxito la cafetería (no abrirá hasta el verano, cuando se adjudique el servicio), o dejaban pasar la mañana delante de los paneles informativos, que como toda la infraestructura, le dan un sabor aeroportuario a un espacio donde, sin embargo, lo único que vuela son las palomas.
En la primera planta, la tranquilidad contrastaba con el bullicio del vestíbulo. Javier Latorre, gerente de la infraestructura, iba de un lado para otro controlando que todo funcionara correctamente, y su ayudante, Ana Armentia, detallaba a DIARIO NOTICIAS DE ÁLAVA cómo se desarrollaba esta primera mañana en la estación de la plaza de Euskaltzaindia.
“Está yendo bien, ha habido alguna dificultad, se nos han caído los sistemas informáticos, pero se va arreglando, es el primer día y cuesta ponerlo en marcha, pero dentro de lo que cabe, va bien”, explicaba la mujer, que asomada al ventanal desde el que se domina todo el hall de la estación constataba la sensación generalizada de que aquí hay más gente que en Los Herrán. “Habrá venido mucha gente a ver y a preguntar”, reflexionaba Ana, convencida de que “este jaleo se mantendrá durante los primeros días, pero cuando la gente sepa dónde tiene que ir será todo mucho más ágil y rápido”. Al fondo del pasillo, en la sala de control desde la que se dominan todas las dársenas, los agentes de información trabajaban para que todo estuviera perfectamente coordinado, pese las incidencias propias de una jornada inaugural, y abajo, cada cual trataba, desde su puesto de responsabilidad, de que las cosas fueran lo mejor posible.
Icíar Martínez de Zuazo, por ejemplo, acababa de llegar a trabajar a la taquilla de Pesa. En su primer día en Euskaltzaindia, mostraba su sorpresa por la cantidad de gente que se apelotonaba frente a los puestos de las diferentes compañías, “probablemente por la novedad”, y señalaba cómo la mudanza para ella y sus compañeros, y esta primera jornada en la nueva ubicación, estaban yendo “normal entre comillas”.
retoques necesarios Quienes sí o sí parecen haber ganado con el traslado son los chóferes, que ahora disfrutan de un espacio propio, sin tráfico, cubierto, un lugar dedicado única y exclusivamente a embarcar y desembarcar pasajeros. Txotxe San Juan, conductor de Lurraldebus, y que habitualmente suele cubrir el trayecto entre Gasteiz y Eibar, constataba la mejoría. “La cosa va despacio, el sistema informático todavía no está a punto, pero para los autobuses es un espacio amplio, y para nosotros es más cómodo, tener un andén fijo nos viene muy bien”. Según San juan, los primeros servicios de la mañana no habían encontrado grandes problemas en lo relativo al tráfico de entrada y salida de Gasteiz por el Bulevar de Euskal Herria, pero desde su experiencia como conductor vaticinaba dificultades en el futuro. “Tendrán que retocar algo, porque lo que han hecho es congestionar más una zona que ya de por sí está congestionada”, señalaba el chófer, que como el resto de los presentes ayer en la estación tenía la sensación de ver más gente de la que habitualmente circulaba por Los Herrán. “Esto es como cuando abrieron El Boulevard, la gente va a mirar. Es normal, es por la novedad, yo mismo me he dado una vuelta para ver cómo es la estación”, explicaba.
Jose Paúl, conductor de Alsa, corroboraba las impresiones de Txotxe mientras, a toda velocidad, indicaba a sus pasajeros dónde dejar sus equipajes y se ponía a las puertas del autobús para comprobar los billetes de los viajeros. “Va todo perfecto, no hemos tenido ningún problema ni para entrar ni para salir”, señalaba apresurado. Más tranquilo estaba, repasando sus apuntes en un banco del vestíbulo, Xabier Jiménez, un joven iruindarra que estudia en Arrasate y que ayer se disponía a hacer su primer transbordo en la nueva estación. “La verdad es que las instalaciones son mucho mejores que las de la anterior estación, ha quedado muy bonita, y los horarios son parecidos a los de antes”, resumía. La única pega que ponía es la lejanía de la nueva infraestructura con la estación de tren, medio de transporte que él elegía ocasionalmente para viajar de Pamplona a Gasteiz y que ahora ha descartado. “Eso sí, si vienes en bus, perfecto”, concluía.
Arsenio García suele viajar con cierta frecuencia a Gipuzkoa y lo hace en autobús, pero ayer no se desplazó hasta la estación para subir a un autocar, sino para “investigar un poco y recargar la tarjeta” que hace sus viajes más económicos. Para él, la diferencia entre Euskaltzaindia y Los Herrán es “como del agua al vino”.