mientras que en muchos países del norte de Europa comprar de segunda mano no es ninguna novedad, en España siempre ha predominado la costumbre de usar, tirar y volver a estrenar. Sin embargo, parece que poco a poco los hábitos de consumo van cambiando, y ya sea por la crisis, por una mayor conciencia ecológica o por un cambio de mentalidad, los vitorianos comienzan a ver las ventajas que conlleva dar una segunda vida a muchos de los objetos que nos rodean. Y es que la compra y venta de artículos de segunda mano no implica únicamente un ahorro de dinero, sino que también sirve para reutilizar el producto dándole una segunda oportunidad.
Tres establecimientos gasteiztarras dedicados a este tipo de negocio nos descubren los puntos fuertes de un mercado donde se pueden encontrar desde artículos de calidad en muy buen estado hasta verdaderos tesoros repletos de historia.
Uno de los espacios con más solera de la capital alavesa dedicado a la segunda mano y antigüedades se ubica en la calle Prudencio María Verástegui, junto al Museo Artium. Bajo el nombre Segunda Mano, este establecimiento abrió sus puertas en 1997 de la mano de Antonio García y Marisa Abella. “La idea surgió tras un viaje a Madrid, donde nos llamó la atención una tienda de deportes de segunda mano”, recuerdan. Este matrimonio alavés decidió trasladar la idea a Vitoria y adaptarla a sus características: “Dado que Vitoria es una ciudad pequeña, pensamos que no podíamos dedicarnos exclusivamente a un tipo de producto, así que decidimos ampliar la oferta y no centrarnos en una única línea”, explica su fundador.
Segunda Mano está encaminado hacia la decoración y el mobiliario, pero en sus más de 800 metros cuadrados es posible encontrar artículos de lo más variopintos. Los amantes de la decoración y la mezcla de estilos pueden encontrar muebles de tipo rústico, antigüedades del siglo XVII y XVIII y también mobiliario de las décadas 50, 60 y 70, “lo que ahora denominamos vintage y que tan de moda está”, mantiene García. Tal y como explica su propietario, “para que un objeto sea considerado antigüedad debe tener mínimo 100 años, el resto se conoce con el nombre de almoneda o brocante en francés”.
Muchos de los artículos que alberga este establecimiento gasteiztarra son traídos del norte de Europa. Y es que, tal y como asegura su propietario, “en países como Francia, Inglaterra o Bélgica hay una verdadera cultura de la segunda mano. En Francia, por ejemplo, no tiran nada y poseen un enorme y valioso patrimonio mobiliario”. “Aquí, por lo menos hasta ahora, no ha existido esa tradición y hemos sido más de usar y tirar, hasta el punto de que todavía hay gente a la que le da reparo entrar en este tipo de tiendas”, mantiene.
Aún y todo, parece que poco a poco esa mentalidad va cambiando y en los últimos años sí se está notando más movimiento, tal y como corrobora García. De hecho, la última feria de antigüedades celebrada en la capital alavesa logró una gran afluencia. Nada que ver con otros eventos anteriores. “Vitoria había acogido tres ferias de este tipo y prácticamente no habían tenido público”, recuerda.
Tras 18 años de andadura, este establecimiento gasteiztarra ya se ha hecho un hueco importante en el sector y hasta él acuden clientes de todo tipo y desde distintos lugares buscando ese objeto único y especial que llevarse a casa. “No es lo habitual, pero una vez nos visitaron unos turistas de Nueva York porque aparecíamos recomendados en su guía”, recuerda García.
mayor auge Pascual Bretón y su mujer Idoia han vivido muchos años en el extranjero y han conocido de cerca la cultura de la segunda mano que impera en otros países de Europa. Así, atraídos por este mundo y tras comprobar su auge en los últimos años, en diciembre de 2013 decidieron lanzarse a la aventura y poner en marcha #Plan B. Situado en la calle Diputación, este local de 500 metros cuadrados alberga pequeñas minitiendas perfectamente diferenciadas: bicicletas, mobiliario, ropa, deportes, juguetes, artículos de bebé, música, tecnología, libros, etc. “Nuestra idea inicial era especializarnos en instrumentos musicales y deportes, pero al final hemos visto que debíamos ampliar el abanico de productos”, detalla Bretón.
Su primer año de vida les ha servido, entre otras muchas cosas, para entender un poco mejor el mercado y para darse cuenta de que ese objeto por el que no apostarías nunca, al final se acaba vendiendo. Por eso, entre su amplia oferta es posible encontrar prácticamente de todo, “desde una cámara de gas hasta un piano antiguo”, apunta su fundador. Pero además de comprar, el cliente también tiene la posibilidad de vender y deshacerse de aquello que ya no utiliza. Así, ofrecen cuatro modalidades distintas: compra directa, intercambio directo, depósito (una vez que se vende se abona un porcentaje) y vale para gastar en la tienda equivalente al 80% del precio por el que se haya vendido el artículo en cuestión. Además, también ofrecen servicio de recogida a domicilio, en el caso de objetos de gran tamaño o lotes de muchos productos.
La procedencia de sus artículos es muy variada: unos les llegan a través de particulares y otros los localizan vía internet o bien son traídos desde otros países, sobre todo lo relacionado con mobiliario antiguo o vintage. En este sentido, Bretón destaca la mentalidad práctica que tienen en el norte de Europa, “allí existe un gran tradición de comprar y vender de segunda mano. Por ejemplo, los estudiantes amueblan sus pisos con objetos de segunda mano y cuando se marchan los venden de nuevo”, mantiene.
Si hay una firma que avala el auge de la segunda mano en la capital alavesa es Cash Converters. Y es que este establecimiento, inaugurado hace seis años y ubicado en la calle Reyes Católicos, recibe cada día “alrededor de dos mil personas”, tal y como precisa su gerente, Mikel Díaz. Una opción de consumo que muchos vitorianos tienen en cuenta no solo a la hora de comprar, sino también de vender. Su sistema es muy sencillo: Cash Converters compra los productos que el cliente ya no utiliza y los paga al contado, y por otro lado, vende todos los artículos con un año de garantía de funcionamiento. Además, “el cliente tiene la posibilidad de recuperar sus productos a un precio previamente pactado”, añade Díaz. Para su responsable, el mercado de segunda mano presenta varias ventajas: por un lado, destaca el acceso a productos a muy buen precio, y por otro, la posibilidad de encontrar artículos descatalogados o difíciles de hallar en el mercado de primera mano.
En cuanto al perfil de cliente, su responsable afirma que es muy variado, “acuden personas de todo tipo y todas las edades”, mantiene. Y aunque asegura que la crisis del comercio no beneficia a nadie, en su caso, quizá, han sido “menos sensibles a ella”, ya que en estos tiempos complicados, muchas personas se han acercado hasta su establecimiento “atraídas por sus precios”.
Entre los artículos que pueden adquirise en su local existe una amplia oferta. Desde tecnología hasta artículos de bebé, pasando por electrodomésticos, juguetes, relojes, joyas, videojuegos, bicicletas, artículos de montaña y deporte en general, instrumentos musicales, vinilos, etc. Todos, “en buen estado y con garantía”, resalta Díaz. Y es que, tal y como señala, “nuestros clientes enseguida perciben que un producto de segunda mano no es un producto de segunda clase”. Una afirmación que demuestra el auge de un mercado que cada día gana adeptos.