Ginés López tiene desde hace 20 años un sueño que está a punto de hacer realidad: recorrer el Camino de Santiago en burro, en un único viaje de ida y vuelta, emulando a los peregrinos de antaño y sin más ayuda, ante las dificultades que se pueda encontrar en el camino, que su fe ciega “en la protección del Altísimo y en las buenas gentes que seguro me encuentro en mi aventura”, confiesa este vecino de Artziniega, archiconocido por su pasión por los animales, como bien demuestra cada año en el mercado medieval sacando a la calle una nutrida muestra de animales domésticos.
Quería haberlo hecho hace ya muchos años, pero no ha encontrado tiempo libre hasta que alcanzó su condición de jubilado, y ahora, “ya no hay marcha atrás”, asegura. De hecho, partirá del santuario de la Encina -tras recibir la buenaventura del párroco Polintxi- la mañana del día 21 acompañado de su burra Marina y su perro Scoti. “No voy solo, voy con mis amigos y ellos serán los que marquen el ritmo. De ahí el dicho de ir a paso de burra. No tenemos prisa, cuando lleguemos llegaremos”, subraya. No es para menos, teniendo en cuenta que les quedan por delante más de 1.300 kilómetros, que irá afrontando en base a las dificultades climatológicas y de alojamiento que se presenten. “Llevamos ya un tiempo preparándonos, incluso para dormir a la intemperie. Mucha gente me dice que es pronto para iniciar el camino, pero tanto yo como mis animales sabemos que es mejor soportar el frío que el calor, y de ahí que vayamos a partir el día que comienza la primavera”, explica.
El itinerario escogido para los primeros días encaminará sus pasos hacia las alturas de Peña Angulo para desde allí proseguir hacia Trespaderne, Oña, Briviesca y Belorado, a fin de enlazar con el mítico Camino Francés. “Espero no perderme. He leído muchos libros de la ruta a Santiago y hablado con infinidad de peregrinos que ya lo han hecho, aunque por etapas, y confío en que siguiendo señales y mochileros alcanzaremos la meta a mediados de mayo”, calcula. La fecha de regreso a casa ya es otro cantar. “Tendremos las señales de espaldas. No se de nadie que haya hecho el camino de ida y vuelta de un tirón. A ver si para julio logramos estar de vuelta en el Santuario de la Encina”, confía.
Para preparar el viaje, Ginés -que en sus entrenamientos ha podido comprobar que si él hace cinco kilómetros a la hora, con Marina sólo hace tres, se ha hecho con un buen material de acampada y abrigo, tanto para él como para sus compañeros de aventura. “No creo que ningún ecologista me pueda decir nada de maltrato a los animales, la gente que me conoce sabe muy bien que antes me quito yo de la boca que tenerlos desatendidos. Les llevo con sus seguros y papeles sanitarios en regla, y hasta he comprado a Scoti un chubasquero que me ha costado 60 euros, más que mi propio traje”, exclama. Con todo, no se le escapa que obtener permiso en los albergues para alojar, sobre todo a su burra Marina, será un gran obstáculo. “Donde no encuentre un alma caritativa que nos deje dos metros cuadrados para pernoctar, nos las ingeniaremos acampando en la naturaleza, que me encanta, y bebiendo agua y aseándonos en los ríos. De todas formas, llevo avena y pienso para Marina y Scoti, y les iré comprando más por el camino. Con todo, Ginés se ha dejado convencer por familiares y amigos para estar localizado en todo momento. “Me han hecho comprar un cargador solar para el móvil, tú te crees...”, señala.