Zaramaga lleva esperando turno más de una década con la promesa de que recibirá la chicha que requiere para su urgente revitalización. Pero, cada vez que parece que al fin llega su número, el Ayuntamiento de Vitoria le deriva del escaparate con oxígeno a unas baldas con exiguas bandejas de poliespan que no pueden saciar sus necesidades. Y el contador vuelve a ponerse a cero. Otra vez. Renoves, revives, ecobarrio... Los vecinos no han acabado por ver crecer ni una sola de las iniciativas anunciadas por los distintos gobiernos municipales desde que allá por 2003 el entonces alcalde, Alfonso Alonso, encargó un primer estudio. En este tiempo, apenas se han rehabilitado 48 viviendas y, remiendos urbanísticos aparte, no se ha hecho nada por la regeneración social y económica de un barrio con una población cada vez mayor, que muere sin relevo y con 200 lonjas vacías. Tampoco ha habido consenso dentro del Consistorio y, por el camino, han llegado las excusas de la crisis. Así que sólo quedaba una opción. La que tomaron los residentes y trabajadores más activos de esta zona de la ciudad: crear un grupo de trabajo, realizar un diagnóstico, enfocar la dirección y empezar a remar hacia allí en comunidad, sin pensar en grandes subvenciones, que no llegarán, sino buscando fórmulas distintas de hacer las cosas, que las hay, y dar un paso tras otro con paciencia, sabiendo que el proceso será largo pero que acabará tomando forma.

El comerciante José González, la artista Verónica Werckmeister, el vecino y emprendedor Gustavo Muñoz y el aparejador Igor Díaz de Guereñu forman parte de este ambicioso intento por modernizar el barrio entre todos, que tuvo el apoyo inicial de Promoción Económica hasta que se olvidó de él. Sus creadores lo llamaron Foro Abierto para la Regeneración de Zaramaga, una etiqueta con la que se intentó enfatizar el deseo de acoger todas las voluntades posibles y de reinventar el sitio donde viven y laboran con una visión integral. Porque el círculo en que están inmersos los distritos nacidos con el boom industrial de los sesenta, el que este grupo quiere combatir, es vicioso: como las casas son poco atractivas e inaccesibles los jóvenes no quieren instalarse en ellas, así que la población envejece y disminuye y, por tanto, tampoco hay personas interesadas en implantar allí sus negocios. Y la vida languidece. Y lo hace absurdamente, porque lo que no tiene sentido es que Vitoria continúe ensanchándose hacia fuera, perdiendo compacidad, mientras el interior se queda viejo y vacío. Un interior que podría ser digno. Un día lo fue y tiene potencial para volver a serlo.

“Zaramaga fue el barrio industrial del siglo XX y ahora queremos que sea el barrio de los servicios del siglo XXI”, señala Gustavo, como resumen de la estrategia configurada a partir de las distintas reuniones celebradas para dibujar el estado de esta zona de la ciudad. “Y aunque este equipo de gobierno haya perdido todo su interés en nosotros, vamos a seguir trabajando en nuestros objetivos”, afirma José. Uno de los más importantes, ahora mismo, es el de dar a conocer el Foro a todo el mundo, pues la colaboración ciudadana constituye una pieza clave en este proyecto. Quien quiera colaborar puede pasarse los lunes a las cuatro de la tarde por el edificio 2 del centro cívico Iparralde, escribir al correo electrónico forozaramaga@gmail.com o llamar al número de teléfono 615 75 34 34. “Sabemos que es un coñazo invertir tiempo de ocio y familia en retos como éste, que exigen implicarse y desgastan, ¿pero acaso no somos nosotros los primeros interesados en revitalizar el barrio?”, inquiere Gustavo. Cristina asiente, convencida por su experiencia al frente del Itinerario Muralístico La Ciudad Pintada de que la gente quiere “avanzar pero muchas veces se muestra conformista, como si no se mereciera esas mejoras”. Y cuando al fin se implica en ese trabajo en comunidad, “se empondera”.

“Zaramaga no se asienta en ladrillo, sino en su riqueza social, eso es lo más importante y sobre lo que hay que trabajar”, continúa la artista. Los cuatro son una buena prueba, persuadidos como están de empezar a desarrollar sobre esta filosofía acciones concretas para revitalizar viviendas, implantar servicios y atraer gente nueva al barrio que no requieran necesariamente de apoyo institucional. Una de esas medidas, que se pondrá en marcha próximamente, es la apertura de una oficina técnica de asesoramiento de la mano del colectivo en el que trabaja Igor, el aparejador, para intentar cumplir ese objetivo urbanístico, económico y social. “La idea es informar sobre ayudas para la rehabilitación que muchas veces no se solicitan por desconocimiento, así como analizar, en función de necesidades y presupuestos, dónde sería más necesario intervenir... También queremos ser un punto de encuentro para personas a las que les gustaría poner un negocio pero no saben cómo hacerlo o gente con la casa vacía que no sabe qué hacer con ella. Y estamos pensando en impulsar fórmulas nuevas, al estilo del crowfounding y otras herramientas del nuevo siglo, para, por ejemplo, que el dueño de una lonja pueda participar en el negocio de la persona a la que se la arrenda”, explica con entusiasmo este profesional.

Gustavo, que apostó por montar su negocio de audiovisual en Zaramaga, no se cansa de vender las bondades potenciales del barrio como lugar de trabajo y residencia. “Está al lado del centro, súper bien distribuido, con un parque por cada manzana, con ese ladrillo cara vista que con un pequeño remeneo haría pensar que estás en la parte chula de Boston, con lonjas baratas, sin problemas de carga y descarga”, enumera, mientras mira de reojo al aparejador. Igor asiente. “Las posibilidades son enormes”, confirma. Por eso, el Foro también plantea la conversión del barrio en una zona franca para los artistas, los que fueran saliendo de la Escuela de Arte y Diseño ubicada en Zaramaga y los demás, para que se asentaran allí con la alegría de un tipo impositivo distinto. Claro que para lograr eso sí que haría falta la intervención institucional, ésa que no termina de llegar. “Pero es una idea muy interesante. Porque un artista emergente no tiene nada. Su única opción es presentarse a concursos con unos criterios que no sabe cuáles son y tratar de ganar para tener un dinero con el que sobrevivir”, subraya Cristina. “Y la cultura es fundamental”, apuntilla el emprendedor.

La resurrección de las 200 lonjas vacías constituye una de las obsesiones del Foro. No puede ser de otra forma. José quiere persianas levantadas en torno a su tienda, Ríos Moda, porque la proliferación de negocios crea ambiente y llama al paseante. “Y al final nos beneficiamos todos”, dice. Por eso, aprovechando su activa labor como representante de los comerciantes del barrio, se ha puesto a trabajar junto a Gasteiz On, asociación de la que también forma parte, para dar vida cada año a al menos cinco de esos locales. Una iniciativa que, al menos durante el primer ejercicio, sí va a pasar del mero deseo. “Las cinco primeras lonjas se van a poner a disposición del mercado”, adelanta. Y luego... “Luego ya veremos. Lo que está claro es que la regeneración de Zaramaga será un proyecto largo, de décadas, pero lo podemos lograr haciendo las cosas de forma distinta, dando un paso detrás de otro”, afirma.

Tras más de una década en blanco, lo de menos ahora es el paso del tiempo si, por el camino, existe la certeza de que al fin Zaramaga ha enfilado su modernización. “El Ayuntamiento de Vitoria siempre ha hecho un gran esfuerzo por poner bonito el salón de la ciudad y ahora se ha ido hacia los pasillos, con la reforma de la Avenida Gasteiz, que no sé cuántas veces la habían levantado ya. Pero éste es el momento de las habitaciones. De nuestro barrio, de Coronación, de Adurza, de Ariznabarra... Porque están frías, el colchón está viejo... Es el momento de crecer hacia dentro. Y si los políticos no hacen su trabajo lo tendremos que hacer nosotros”. Gustavo enfatiza la última frase porque tanto él como sus compañeros dudan mucho de que todas esas grandes promesas de regeneración de los barrios de oro, y que ahora miran hacia Coronación, se vayan a materializar aun cuando la realidad urbana invita a las instituciones a enfocar su objetivo de una vez por todas en esa dirección. “Pase lo que pase, contemos con los recursos con los que contemos, no nos vamos a quedar de brazos cruzados”, afirma José. No es idealismo. Es necesidad. Como no terminó de llegarle el turno al barrio, el barrio llegará al turno. Entre todos, se puede.