gasteiz - El presidente de la Junta de Trespuentes atiende a este periódico minutos antes de reunirse con los representantes de otros núcleos rurales de la zona para analizar una problemática recurrente y “seria” para muchos de sus vecinos y volver a pedir medidas urgentes a las instituciones. Un año más. Todas tienen su cuota de responsabilidad según denuncia Di Paola (Nápoles, 1957), un hombre inquieto que se instaló en Trespuentes allá por 1992 tras un corto periplo entre Bizkaia y Gasteiz. Comenzó a presidir la Junta ocho años después, lo que le hace sumar ya tres mandatos completos. “Digamos que lo de la política lo llevo en los gentes. Una política directa y participativa”, matiza antes de entrar en materia. Ya en su Italia natal, Di Paola fue un habitual en numerosos movimientos asociativos.
Llegan el invierno, las lluvias, la nieve y el desembalse y el entorno de Trespuentes queda anegado un año más. Deben estar más que hartos.
-No quiero hacer ninguna crítica destructiva ni aprovechar la coyuntura para atacar a nadie, pero realmente, vistos los años que llevamos así, esto está suponiendo un problema muy serio para mucha gente. Las instituciones tienen que buscar soluciones, sentarse con nosotros y planteárnoslas. Porque las hay. Algunas pueden ser más costosas, otras más accesibles... pero que se vea la voluntad de que se quieren solucionar los temas.
¿Cuál es la primera medida, la imprescindible, que se debería tomar para evitar estos episodios?
-Antes de nada, hay que buscar soluciones para evitar el bloqueo, que supondría tener vías alternativas en los pueblos. A lo largo de estos años, las Juntas Administrativas se han ocupado de arreglar estos caminos rurales, de parcelaria, para poder salir tanto de Trespuentes, como de Mendoza o Víllodas. Pero cuando no están preparados para un tráfico de estas características, y además con la lluvia, se estropean rápidamente. Una de las soluciones, que además debe ser urgente, es el arreglo inmediato de estos caminos como salida de emergencia. Esto es básico, porque al menos nos permite salir del pueblo para ir a trabajar, a los coles de los chicos y volver a casa a dormir.
¿La situación de estos caminos empeora cada año?
-Por supuesto que empeora. Los propios agricultores van echando grava o lo que pueden para intentar tapar los agujeros que hay, pero cuando pasan 200 coches al día con barro... No hay nada que hacer. Ahora mismo están desastrosos. Estos últimos años se están inundando siempre. Un día, dos días... y te quedas aislado. Hay gente que incluso no coge estos senderos porque no tiene un coche adecuado o porque tiene miedo. Se pierden horas de trabajo, días de cole... Es una medida fácil y barata, tenerlos en condiciones, con un fondo adecuado que aguante el tráfico pesado y lo que sea.
Los otros grandes damnificados son los agricultores.
-Sí. Los agricultores, año tras año, pierden cosecha. Siembran, y si el agua se queda más de tantos días, lo pierden. No es sólo la semilla, también el abono, y me temo que los seguros no siempre te van a cubrir cuando la problemática es año tras año.
¿Qué otras soluciones deberían tomarse para atajar las inundaciones, si eso es posible?
-También está el asunto de cómo evitar los puntos conflictivos, que son sólo dos o tres alrededor de nuestros pueblos. Tramos de carretera que se podrían levantar, medio metro podría ser suficiente. Con pequeñas intervenciones, quizá se pueden evitar los bloqueos de las carreteras principales. Y otra medida, que quizá es la más costosa, sería el dragado del río. El problema no es tanto sacar los lodos, sino su tratamiento, porque tienen una carga de metales pesados muy elevada y deben llevarse a lugares especializados que son costosos. Pero claro, dejar que este problema se vaya acumulando año tras año, que no se resuelva, me parece algo irresponsable.
¿Una irresponsabilidad compartida?
-Deberá llegar el momento en que todas las administraciones, desde Madrid, a la Confederación (Hidrográfica del Ebro), al Gobierno Vasco, a la Diputación y los Ayuntamientos, se sienten, colaboren y planteen ese dragado que va desde Crispijana hasta Iruña Oka. No estamos hablando de un tramo enorme, aunque entre Crispijana y Trespuentes es donde más problemas y acumulaciones de lodo hay. A partir de Víllodas el río ya baja mejor.
Ya, pero cuando hay lluvias también se anega hasta el punto de quedar totalmente aislado.
-Es un problema gordo que también supondría un gasto pero que incluso es más necesario de resolver, construir un puente alternativo. Allí no hay bromas, porque cuando el agua sube, no puedes salir y no hay alternativas. Los vecinos de Víllodas llevan muchísimos años solicitando este puente. Hace diez años, nos sentamos con la Diputación del PP (Ramón Rabanera era el diputado general) para llegar a un acuerdo y nos hicieron unas propuestas escandalosas. Del tipo, vale, si queréis hacer un puente, hay que pagarlo. Y pagarlo implica la urbanización de tal zona. Querían que se urbanizara una zona con vínculos arqueológicos. Ya se ve la mentalidad de esta gente. Es una obra que es necesaria y que antes o después se tiene que hacer.
¿Qué sienten cada vez que se activa la alerta por inundaciones?
-Es un poco de resignación. Ya estamos otra vez, como siempre... Desconfianza, no se va a hacer nada... Estos días ha habido mucho mosqueo porque, después de la inundación, inmediatamente cerraron las compuertas para mantener el nivel del río sabiendo que todo estaba lleno de nieve. Sabíamos que esto iba a traer problemas, pero parece ser que allí no hay manera. La Confederación ha dicho que no hay que construir en las zonas que son del río. Perfectamente de acuerdo, pero entonces habría que analizar una serie de construcciones que ellos han permitido y autorizado.
¿Se sienten como ciudadanos de segunda?
-Somos conscientes de que siendo un núcleo de menos de 1.000 habitantes, entre Víllodas y Trespuentes, la problemática existe, pero no es tan agresiva como puede serla en Betoño o en alguna otra zona de Vitoria, donde hay más gente que protesta y también más intereses económicos. Que haya gente que tenga que perder unos días de trabajo o unos bienes, porque aquí tenemos que reponer constantemente material urbano, te deja mal sabor, efectivamente.
El Pleno de Iruña Oka acaba de aprobar una moción donde exige soluciones al problema de las inundaciones. ¿Servirá de algo?
-Yo soy muy crítico con el Ayuntamiento de Iruña Oka, porque a pesar de que comparto la moción, evidentemente, llega muy tarde. Cuando hemos solicitado a Iruña Oka, donde está el PSE, que mediara con el Ayuntamiento de Vitoria por el tema de los lodos, no se ha hecho nada. Pero no es una cuestión tampoco de partidos políticos, porque también han estado el PP y el PNV y nadie ha ido a buscar soluciones definitivas. El Ayuntamiento de Iruña Oka debería haber luchado muchísimo más para defender el tramo del Zadorra, la limpieza del río. Lo ha dejado en un segundo plano. Ahora, que vengan a cuatro meses de las elecciones y hagan una moción me parece muy bien, pero dentro de seis meses quiero ver cómo se reafirman.
Lo ve entonces como una maniobra preelectoral.
-No la quiero considerar una maniobra. Tampoco soy una persona pesimista. Quiero pensar que las declaraciones del PNV, que también se ha interesado por el tema, y la moción del Ayuntamiento tienen una buena intención, pero de buenas intenciones hemos vivido 20 años. Ahora queremos resultados.
Por desgracia, las mociones suelen quedar en papel mojado...
-Ésa es la tendencia, pero con todos los cambios que está habiendo a todos los niveles, sociales y políticos, para algo puede servir. Son intervenciones para vivir en un entorno mejor, más seguro y más limpio, y es necesario e indispensable que se comprometan todos. Repito, ya no es una cuestión de partidismo sino de buena voluntad, de compromiso, sentarse entre todos y buscar la solución.
La solución que propuso el PNV, utilizar la prórroga presupuestaria para atajar las inundaciones, ¿le parece adecuada?
-Me parece más que aceptable. Pero hay que sentarse e involucrar también a las Juntas Administrativas, que son las que están en contacto con los vecinos.