tato, dependiente de Koopera en la calle Postas, detecta en un milisegundo si la persona que acaba de entrar en la tienda es consciente o no de qué tipo de establecimiento se trata. “Si se quedan un poco parados y miran a todos los lados es que no conocen la tienda, así que te acercas y les explicas que somos una tienda de segunda mano, sin ánimo de lucro, que trabajamos con Cáritas y que el dinero que se saca de las ventas sirve para ayudar a la gente”, explica, no sin antes insistir a su interlocutor para dejar bien claro en el reportaje que va vestido “con ropa de la tienda” de arriba a abajo.

Tras la pertinente explicación a los clientes llega la gran pregunta. “Te dicen, ¿pero la ropa está bien o no? y les dejas claro que sí, que la ropa está desinfectada, lavada, planchada y en buen estado”, subraya. Tato tiene 39 años y trabaja en la tienda como voluntario. Además de como plataforma de reutilización de ropa, Koopera ejerce de impulso a la reinserción laboral y genera puestos de trabajo tanto en las tiendas como en la planta de reutilización ubicada en el polígono de Gamarra. Pero para este vitoriano atender a los clientes es algo más que una labor solidaria. “Hace cuatro años tuve un problema de adicción a las drogas. Empecé con ellas y entre una cosa y otra toqué fondo. Después de estar dieciséis meses en un centro de drogodependencias pensé que tenía que empezar de nuevo, socializar con la gente, y me propusieron que estaría bien entrar de voluntario. Ahora además de estar aquí colaboro en Virtus, un centro de adicciones en Donostia, y quiero trabajar un día como coach”, explica.

“Lo que hace Pedro Aguado en Hermano Mayor”, incide para dejarlo claro. Son las 11.00 horas y la tienda empieza a llenarse de gente, algo no muy habitual a esas horas de un día laborable. El perfil es amplísimo: inmigrantes, autóctonos, jóvenes y mayores. “Algunos clientes se prueban una prenda y piden una talla más, y cuando les dicen que no, que no hay más tallas porque es ropa donada y es lo que ahí, se dan cuenta de que es una tienda de segunda mano”, asegura Ramón Ibeas, secretario general de Cáritas, donde hace unos años decidieron dar un giro al sistema de donación de ropa porque “había cosas que no funcionaban”.

Las personas necesitadas se veían obligadas muchas veces a llevarse prendas que ni eran su talla ni estaban en muy buen estado, lo que provocaba que la ropa acabara días después en la basura. También llegaron a encontrarse bolsas de ropa de Cáritas Vitoria en ciudades a miles de kilómetros, fruto de la aparición de mafias que acababan traficando con las prendas.

Eso, y el deseo de crear un nuevo sistema que orbitara no sólo en torno al reparto de prendas sino también de la reinserción laboral, les llevó a formar parte de un proyecto que acabó cristalizando en la cooperativa Koopera, que entre otras cosas cuenta con una docena de tiendas en Euskadi y ciudades de los alrededores. Vitoria tiene dos, una en la calle Sáenz de Quejana y la principal, que está a punto de celebrar su primer aniversario en Postas, 31. Allí venden prendas siempre en buen estado, por precios bajos y de marcas reconocidas, pues aunque los productos les llegan principalmente de los contenedores de ropa ubicados en Vitoria también reciben prendas de excedentes.

más del doble ¿Y cómo de solidarios son los vitorianos a la hora de donar la ropa que no necesitan? A tenor de los últimos datos de recogida en los 25 contenedores textiles durante el año pasado, facilitados por el Ayuntamiento a este periódico, Gasteiz es una ciudad cada vez más solidaria. Las estadísticas así lo atestiguan. En 2014 se recogieron en total 527 toneladas de ropa en los contenedores desplegados por la ciudad, que en menor medida reciben también pequeños electrodomésticos.

Una cantidad a la que se suman las 38 toneladas de prendas recogidas en las parroquias de la capital alavesa. En total, 565 toneladas de ropa, lo que supone un destacable incremento del 66,01% respecto a 2013, cuando la cifra se quedó en 340 toneladas. Por zonas, el contenedor de mayor éxito de la capital alavesa es el ubicado en la plaza Gerardo Armesto, donde el pasado año se recolectaron 27 toneladas de ropa. El que menos es el situado en la plaza San Antón, con nueve toneladas.

En realidad, de las 565 toneladas de pantalones, camisetas, cazadoras o zapatillas, entre otras, que los gasteiztarras depositaron en los contenedores apenas un 5% acaba reutilizándose y siendo tratado en la planta de Gamarra para su posterior venta en las tiendas. El resto también cuenta con una nueva vida, pero se usa para enviarla a otros países donde también se necesiten.

vitoria y sus reticencias “Mucha gente te pregunta que, si ellos donan la ropa de forma gratuita, por qué luego se vende en las tiendas, aunque sea a precios muy bajos. Hay que entender que esa ropa se lleva a ser tratada en la planta de reutilización, por ejemplo, que al igual que la tienda genera unos puestos de trabajo”, apunta Santos Gil, director de Cáritas Vitoria. “Somos sobre todo una empresa de inserción laboral. Formamos a personas para que logren un contrato no con nosotros, sino con terceras empresas. Nosotros no repartimos beneficios, nos centramos en ayudar a las personas, y eso nos ayuda a salir adelante y hacer de éste un proyecto viable también en lo económico”, añade Ramón Ibeas, satisfecho de que el local de la calle Postas se haya asentado ya en el comercio local de Vitoria y la gente se anime a entrar y comprar y probar sus prendas.

“No somos una competencia para las tiendas de ropa, eso hay que tenerlo claro. No jugamos en su liga ni en su nicho de mercado”, aclara Ibeas, que recuerda cómo con la apertura de las tiendas Koopera buscaban sobre todo “normalizar” los establecimientos de ropa de segunda mano porque antes “si la gente veía un logotipo de Cáritas a la entrada sencillamente no entraban”. Hoy atienden y distribuyen ropa a todo el mundo. “El que puede permitírselo paga y a los que los servicios sociales consideran que no, les facilitan un vale para canjearlo por ropa”, explica Santos Gil.

Con todo, pese al espectacular aumento en el número de prendas que donan, parece que a la hora de vestir ropa de segunda mano los gasteiztarras siguen teniendo sus reticencias. “Aunque no es algo nuevo en Vitoria sí que es cierto que es una experiencia que para la ciudad supone una cierta sorpresa, porque la gente realmente no está acostumbrada a la segunda mano, no hay una mentalidad de comprar y vestir ropa reutilizada, más allá de que hay una parte de la población muy necesitada que hace uso de ella”, sostiene Blanca Alonso, encargada de la tienda Koopera de Postas.

“Estando aquí entra gente de todo tipo, los que creen que es una tienda de ropa como las demás y como ven que todo es tan barato les parece genial aunque sea segunda mano y los que se marchan automáticamente porque no comparten estas cosas. También están los que vienen buscando chollos, porque tenemos ropa muy buena, de buenas marcas, a buen precio”, añade Alonso.

“Digamos que en Vitoria algunos son un poco elitistas para esto de la segunda mano, aunque hay de todo”, resalta Tato, dependiente de la tienda, cuya encargada considera que en el fondo es más una cuestión “educacional” que otra cosa. “Todos tenemos en nuestras casas mucha ropa que no nos ponemos, así que la gente puede llevarla a los contenedores y ser conscientes de que con eso contribuye a crear puestos de trabajo en personas en situación de exclusión o en paro”, concluye Blanca Alonso. “Hemos cambiado el concepto: reutilización de las prendas y reinserción de personas”, añade Ibeas. El tiempo les ha dado la razón.

incremento. El año pasado se recogieron en Vitoria 565 toneladas de ropa. Un 66,01% más que en 2013.