Páganos - Por primera vez en muchos años, la plaza de Páganos se quedó sin vecinos para bailar el txulalai a causa del intenso frío y el hielo acumulado en la calzada. La presencia de la txaranga salvó el honor, ya que fueron ellos mismos los que lo bailaron, aunque dentro del escenario. Estas fiestas de San Blas habían comenzado el viernes por la tarde con el txupinazo y el tercer concurso de tortilla de patatas. Tras ello, en la iglesia, se cantó la salve y en el exterior se prendió la hoguera mientras se repartía un vino caliente a los asistentes al comienzo de estas fiestas.
Ayer sábado la jornada se inició con una diana a cargo de la txaranga y a continuación uno de los actos más tradicionales en el interior de la parroquia: la misa y la bendición de los roscos. Se trata de una misa en la que se pone en un lugar destacado a San Blas, con un rosco que posteriormente se une a otras ofrendas y tras su bendición de coloca sobre el altar, donde permanece durante toda la misa. Por otra parte, vecinos y visitantes acuden con roscos, hojaldres, pastas, pan, vino o agua para recibir la bendición y conservar algunas de esas piezas para curar los males de garganta, según reza la tradición. Al finalizar la misa se dan a besar las reliquias del santo y la parroquia invita a los participantes a un trozo de rosco y un vaso de vino antes de salir a la calle donde se realizó la procesión. Esa heladora imagen fue la que llevó a que la gente, en vez de acudir a la plaza como es normal tras la procesión, apurase la marcha para irse a casa. Con ese panorama la txaranga cumplió su papel: fueron hasta la plaza, subieron al escenario e interpretaron el txulalai y, ante la ausencia de danzantes, lo bailaron ellos mismos. Por la tarde en el centro social hubo espectáculo para niños y una verbena infantil. - P. J. P.