Crear, experimentar, aprender, disfrutar. Son algunos de los motivos que empujan a comenzar una actividad creativa. Las manualidades de antaño nada tienen que ver con las propuestas de hoy. O sí, porque muchas de ellas regresan, aunque de una forma renovada. Otras han surgido en los últimos años y se han popularizado a través de Internet. Los públicos también han cambiado y, si antes sólo las hacían mujeres de edad avanzada, en la actualidad acogen todo tipo de personas de cualquier edad. Gasteiz también se ha puesto al día en esta materia y es posible encontrar una nutrida oferta de cursos y talleres. Cuatro establecimientos vitorianos nos describen sus propuestas.
Uno de los rincones más auténticos de la calle Correría es Galería Púrpura. Comenzó su andadura hace 24 años para centrarse en la restauración y en las manualidades. Hoy, con la misma filosofía, divide su actividad en dos espacios: uno para la venta de muebles recuperados y venta de pintura Chalk Paint, de Annie Sloan, y otro dedicado al taller, donde se imparten los cursos. “Nuestra actividad siempre ha estado ligada al mundo de la decoración, la restauración, el reciclaje, las manualidades... Con la idea de aprender y disfrutar haciendo cosas bonitas”, explica su fundadora, Pilar Garrido.
Lo que empezó con talleres de hazlo tu mismo (do it yourself) de restauración y manualidades, “con poquitos grupos y poca gente”, ha desembocado en un amplio abanico de propuestas como talleres de reciclaje, tarjetería o encuadernación, entre otros. En estos últimos años, Pilar ha percibido un aumento de la demanda, “la gente quiere aprender y disfrutar, restaurar y dar una nueva vida a muebles y piezas que decoran los hogares otorgándoles un toque especial”, describe.
En la actualidad, los clientes pueden encontrar dos modalidades de cursos. Por un lado, existen los talleres continuos en los que el alumno acude un día a la semana en sesiones de dos horas y allí trabaja en su proyecto. Por otro lado, están los monográficos, talleres de cuatro horas de duración que se realizan los fines de semana y en los que se sugiere un trabajo, “puede ser encuadernación, scrapbooking, empaquetado creativo o carvado de sellos., entre otros”, matiza.
De entre todos estos, Garrido propone el taller de iniciación con pintura Chalk Paint, de Annie Sloan. “Permite aprender tres técnicas diferentes para empezar a utilizar esta pintura ecofriendly. Además, es libre de plomo y se puede utilizar casi sobre cualquier superficie, sin lijar ni decapar los viejos barnices, por lo que resulta genial para repintar muebles viejos”, detalla.
Necesidades y oportunidades Si hay un establecimiento ligado al patchwork en la capital alavesa ese es Log Cabin. Nació hace once años de la mano de Isabel Marco a raíz de una necesidad, la de su fundadora. Tal y como recuerda, en aquellos años, en Vitoria era muy difícil encontrar materiales así como expertos que pudieran enseñar esta técnica. Tras formarse en Barcelona, esta vitoriana dio forma a una afición que hoy en día atrae a miles de personas.
El patchwork consiste en unir pequeñas piezas de distintas telas para crear diferentes artículos como colchas, cojines, bolsos o murales, entre otros. Su origen es humilde ya que esta disciplina surgió “con el fin de reciclar telas usadas para elaborar mantas o proteger los colchones de los muelles. En la actualidad, ese concepto de aprovechamiento de ropa usada ha pasado a la historia, convirtiendo esta técnica en un artículo de lujo. “Las telas de calidad son caras y son trabajos artesanos que requieren muchísimas horas”, precisa Marco.
Este comercio especializado ofrece varios cursos que permiten adquirir diferentes niveles de conocimiento. Marco propone comenzar el año con el curso de iniciación, que es “una toma de contacto muy completa que incluye seis técnicas básicas. Dura dos meses y se imparten dos horas a la semana”, concreta. Además, el curso tendrá “un precio especial para quien se inscriba durante el próximo mes de febrero”, detalla.
Junto a estas sesiones, también oferta monográficos a la carta destinados a aprender alguna técnica en concreto o bien existe la posibilidad de realizar un curso de patchwork anual de octubre a junio, donde los alumnos podrán elaborar el trabajo que deseen y a su ritmo.
Además de esta propuesta, en Log Cabin también se puede aprender a realizar punto y ganchillo. Dos aficiones que para Marco van de la mano. “El patchwork es para el día, mientras que el punto y el ganchillo son para la noche, ya que nos permite practicarlo desde el sofá y hablando con la familia”, concluye.
Las hermanas Naiara y Dorleta Rojo pusieron en marcha La Danzatería hace ocho años. Tal y como indica su nombre, la danza es la base de este proyecto concebido por sus fundadoras como un laboratorio de creatividad. De ahí, que en este espacio dedicado a la experimentación tengan cabida diferentes disciplinas, convirtiéndose en un proyecto multidisciplinar. Así, junto a las actividades relacionadas con el movimiento, este establecimiento ofrece un amplio abanico de propuestas con un denominador común. “Todas las disciplinas que se imparten en el centro giran en torno a la condición humana”, detalla Naiara. De este modo, “el conocimiento de uno mismo a través de la experimentación sería la base de todas ellas”, añaden.
Además de las actividades relacionadas con el movimiento (existe la posibilidad de realizar danza consciente, yoga, meditación, danza sensorial o flamenco, entre otras), a lo largo del año, se ofertan otro tipo de talleres más específicos como ganchillo y punto, jabones y ungüentos, macrobiótica, árboles sanadores...
Entre las novedades para este año destacan el taller Jugar a crear, una propuesta dirigida a toda la familia para trabajar la creatividad. Según su profesora, Raquel Martínez, esta actividad “está pensada para jugar, divertirse y experimentar con los materiales plásticos, ya sea pintura, arcilla o reciclaje”. “La idea de este taller, que comenzará el próximo viernes 6 de febrero, surge ante la necesidad de aprendizaje por parte de los adultos para que la creatividad de los niños no se coarte”, sostiene. Está pensado para niños hasta doce años y se plantea como “un espacio de libertad total, no hay ninguna expectativa, no es arte, el único objetivo sería la propia expresión de cada uno”, detalla. En este sentido, el papel de los adultos y de la profesora será tratar de que no haya nada que dificulte o interrumpa el proceso de experimentación. ¿Y qué puede aportar este tipo de actividad al niño? “Confianza, iniciativa?”, mantienen desde el centro.
otros conceptos Desde septiembre del año pasado, Gasteiz cuenta con un nuevo concepto de establecimiento. LaCasilda, con Gaizka Beltrán de Otálora al frente. Es una tienda-taller donde los clientes pueden encontrar materiales como telas, lanas y similares, realizar cursos y adquirir artículos de jóvenes creadores.
Ante la creciente demanda de este tipo de actividades, su fundador decidió poner en marcha este negocio, que ya se ha hecho un hueco en la agenda de muchos vitorianos. De hecho, en la mayor parte de los cursos de ganchillo y punto, impartidos de lunes a jueves, no quedan plazas.
Los fines de semana, por su parte, se realizan talleres temáticos. Como novedad, destaca el knooking, -combina las palabras Knitting (tejer) y de hook (aguja de ganchillo)- que une las ventajas de ambas técnicas. La lana se trabaja en punto de media con una aguja parecida a la del ganchillo tradicional. De esta forma, los trabajos tienen apariencia de punto, pero se hacen fácilmente con un solo ganchillo grueso.
Pero la propuesta de Beltrán de Otálora para este año es el taller de encuadernación, que está teniendo una gran acogida entre los vitorianos. El curso, que dura cuatro horas, ofrece las pautas necesarias para forrar un cuaderno con tela y coserlo con una técnica llamada costura belga. Es un tipo de encuadernación que presenta un acabado que evoca la apariencia de los cosidos orientales tradicionales, al tiempo que permite una apertura total del libro. Dirigido a personas de todas las edades, este taller permite llevarse a casa “una pieza única y original”.
En su programa para los próximos meses, los niños también tendrán su sitio, ya que podrán iniciarse en el mundo del ganchillo utilizando telares. También planean organizar algún taller solidario para colaborar con la ONG Intermón Oxfam y su Trailwalker, una marcha de equipo de 100 kilómetros cuyos fondos serán destinados a proyectos de cooperación.