los drones han abandonado definitivamente la ciencia ficción. La que para muchos es la nueva revolución tecnológica tras el ordenador personal y el teléfono móvil camina aquí sin embargo de forma pausada, al menos en comparación con otras partes del mundo como Estados Unidos o Asia. Pese a ello, son muchos los sectores que ven una autopista de futuro -y de presente- en el uso de estos robots. La profesión de moda tiene nombre y apellidos: piloto de drones. “Es una llave que va a abrir muchas puertas. En Estados Unidos ya hay gente que se está ganando muy bien la vida trabajando con drones, utilizándolos para hacer fotografías, por ejemplo, que es sólo uno de sus múltiples usos”, explica el profesor Ernesto García. “Las posibilidades son infinitas. Cada día sale una idea y una aplicación nueva”, incide este instructor, que atiende a DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA en un parón del curso de piloto de drones que su empresa, Drone School, imparte estos días en Vitoria.

Apenas llevan cinco meses ofreciendo cursos pero ya han girado por varias ciudades de los alrededores y en marzo volverán a ofrecer la posibilidad de sacarse la licencia, obligatoria para poder volar esos aparatos con fines comerciales. Aunque cuando ve un dron mucha gente no tiene claro qué demonios tiene ante sí y lo mira más como un juguete para niños -o para adultos-, la realidad es que esta tecnología avanza a pasos agigantados abriendo opciones impensables hasta ahora.

“Hay ingenieros, por ejemplo, que se están sacando la licencia para poder usar drones en sus empresas para usarlos en obra civil o topografía. Para ellos es una herramienta nueva que les permite cosas que antes no podían, como obtener fotografías o mediciones en lugares inaccesibles”, subraya Aitor Goikoetxea, fundador junto a García de esta empresa de formación. “Ahora el uso más conocido es a nivel audiovisual, usándolos para tomar imágenes o vídeos con tomas increíbles, pero no hay que olvidar sus posibilidades en materia de salvación y emergencia, usos agrícolas, control forestal, control de obras, peritaje...”, incide García. Aunque todavía nadie está acostumbrado a ver sobrevolar estos aparatos por encima de las cabezas, el sonido de los drones aéreos -los más conocidos, pero no los únicos- será cada vez más habitual en muchos espacios. Por eso, y aunque hasta ahora existía “cierta manga ancha” con su uso en zonas urbanas, los gobiernos de medio mundo se encuentran ya en pleno proceso de legislación de su uso.

En España se puso en marcha el pasado mes de abril una reglamentación “muy restrictiva y algo confusa” que todavía se encuentra depurándose y mejorándose, a la espera de una ley definitiva que regule de forma clara dónde y cómo se pueden volar estos aparatos. Por ahora, volar un dron requiere de dos posibilidades. La primera, hacerlo de forma libre en espacios de uso habitual por los aficionados al aeromodelismo. Sin embargo, para su uso con fines comerciales se requiere obligatoriamente una licencia de piloto, y aún y todo no está permitido volarlo en núcleos urbanos y sobre grandes masas de personas. Obtener la licencia para pilotarlo con fines comerciales requiere un curso de al menos setenta horas como el que Goikoetxea y García ofrecen en diversas ciudades, con clases teóricas y prácticas y un precio que ronda los 950 euros.

Dos de los alumnos que esta semana acuden a clase en Vitoria para obtener el carnet de vuelo son Iñaki Gómez y Roger Carrasco. El primero se animó a inscribirse por las posibilidades laborales que atisba en esta tecnología, mientras el segundo quiere implementarla en la empresa de eventos deportivos en la que trabaja.

“Es una novedad que aquí muy poca gente ofrece todavía y que nos puede permitir sacar imágenes aéreas y vídeos que hasta ahora son imposibles de sacar. Queríamos tener muy claro cómo y dónde se puede usar y qué medidas de seguridad son necesarias para volarlos”, explica Roger.

“A mí me picó mi cuñado, que es aeromodelista. Empecé a interesarme por los drones, las aplicaciones que tienen actualmente y las que pueden tener en el futuro, y mi mujer me animó a hacer el curso como una posibilidad laboral. Como hobby estos aparatos son caros, pero a nivel profesional son una inversión a la que se le puede sacar rendimiento”, sostiene Goikoetxea en el aula de estudio.

precios Como toda nueva tecnología, hacerse con un dron es una compra cuyos precios oscilan en amplios rangos. Muchas firmas los venden por unos 1.500 euros, aunque los hay hasta los 200.000 euros de los más avanzados. El que Drone School utiliza en sus cursos ronda los 5.000 euros. En Vitoria, la empresa Erle Robotics ha empezado a comercializar ya sus drones educativos por 400 euros en sus modelos más básicos.

La licencia de piloto permite volar aparatos de hasta 25 kilogramos, un abanico en el que entran también los drones con forma de aviones, aunque los más comunes y asequibles son los que utilizan cuatro hélices para elevarse del suelo. El gran problema actualmente es el mismo que sufren los teléfonos móviles: la batería. De hecho, el tiempo de autonomía de estos robots ronda los diez minutos antes de que se consuma la carga. “Hace veinte años los móviles eran unos ladrillos al alcance de pocos. Ahora casi los regalan. Con los drones va a pasar exactamente lo mismo. No es que la revolución haya empezado, es que aquí vamos ya con retraso. En otros países hay vigilantes de seguridad cuyo trabajo no es tanto recorrer continuamente un recinto como controlar un circuito de televisión en el que observan las imágenes que van sacando los drones desde arriba”, apunta Aitor Goikoetxea.

Aunque los drones aéreos más pequeños y económicos han sido uno de los productos estrella de estas navidades, desde Drone School insisten en recordar que estos aparatos no son precisamente un juguete. “Mucha gente los ha comprado como juguetes para llevarlos al monte, por ejemplo, y volarlos allí, pero luego se les cae y pueden provocar accidentes, como hace poco que uno cayó en mitad de una autopista. Si lo vas a volar por afición hay campos para aeromodelistas con un espacio aéreo restringido para estas actividades. Para el resto, está totalmente prohibido si no tienes una licencia de piloto de drones. Por eso, las tiendas deberían preguntar, primero, para qué y dónde se van a usar”, concluye Aitor Goikoetxea. Mientras tanto, empresas de medio mundo de todo tipo y condición estudian cómo los drones pueden cambiar nuestras vidas .