el cálido abrazo de una estufa de butano recibe a los participantes. Son las cuatro de la tarde. Hora de retomar el trabajo. La labor reposa sobre las paredes del taller. Grandes trozos de papel que soportan los avances de cada jornada. Estos días están pintando ramas. Son una de las partes simbólicas del conjunto. La que encarna las arrugas de quienes hicieron posible Zaramaga. Esos hombres y mujeres inmigrantes que, a finales de los años cincuenta, ejecutaron la expansión de la Vitoria almendrada con la construcción de un barrio con una seña de identidad única. Gentes luchadoras que, por derecho propio, se han convertido en protagonistas del gran lienzo que vestirá la fachada del número 59 de la calle Mendoza. Una nueva parada en el Itinerario Muralístico La Ciudad Pintada. Otro proyecto intergeneracional y de colaboración ciudadana donde los conocimientos de los profesionales se encuentran con la ilusión de los voluntarios para construir mucho más que una obra de arte.

Alguien ha traído una tarta casera de zanahoria. Alexei Lacalle corta un trozo hermoso y se lo zampa con la mano izquierda mientras con la derecha sigue realizando unas anotaciones. El taller transcurre en el interior de un pequeño local de la calle Puerto de Herrera sin prisa y sin pausa. “El ritmo es bueno, avanzamos según las previsiones”, apostilla el joven, licenciado en Bellas Artes y viejo conocido de La Ciudad Pintada. Esti Vera, ilustradora y parte activa también de la ruta muralística, asiente con la relajada satisfacción de quien ha podido superar obstáculos. Ambos tuvieron que tomar el testigo de Eva Mena, la artista que había sido elegida por las hermanas Werckmeister para coordinar el proyecto junto con la fotógrafa Nahikari Mora, después de que ésta diera a luz el pasado 6 de enero. Se encontraron con un boceto, fruto del trabajo que se había ido realizando desde que a finales de noviembre se formó el grupo de trabajo, y el reto de pasarlo a la tela. Un desafío que arrancó el pasado lunes. Y que empezó muy bien. “Los participantes nos acogieron estupendamente y nos contagiaron sus propósitos”, explican los dos nuevos responsables del proyecto.

Alexei y Esti están convencidos de que para el 31 de enero el trabajo estará listo, así que sólo habrá que esperar a que el clima sea benévolo para poder colocar la obra sobre la fachada, pieza a pieza. “Podría ser a finales de abril o de mayo. La cuestión es que hacen falta tres o cuatro días buenos seguidos, porque si queremos que cada plancha encaje hay que colocarlas con una continuidad, para que no cojan humedad y no queden a distinto nivel”, aclaran. Las condiciones meteorológicas decidirán el momento de la instalación del mismo modo que condicionaron la propia metodología de la obra y el perfil de los participantes. Las Werckmeister, responsables de La Ciudad Pintada, convinieron que trabajar en invierno a la intemperie, pintando directamente en la fachada, iba a ser tan duro que esta vez merecería la pena crear el mural en un papel especial, a modo de puzzle, para luego pegarlo a la pared. Y así pasaron el encargo a las coordinadoras. Obviamente, la alternativa ha impedido que se creara ese ambiente de calle tan característico del muralismo comunitario, pero por otro lado ha permitido la participación de personas con limitaciones físicas que nunca habrían podido subirse a un andamio. “Sillas de ruedas, lesionados, embarazadas... Así el proyecto queda abierto a todo el mundo”, aplaude Alexei, desde la experiencia que le da haber usado la técnica.

Un boceto sobre una mesa atiborrada de herramientas de trabajo muestra en formato DIN A4 la imagen que, pieza a pieza, acabará ocupando la superficie de 8x15 de la calle Mendoza. La parte que ahora el equipo está pintando, la de las ramas, se sitúa en la zona central. Fue una de las imágenes que más fácilmente obtuvo el consenso del grupo. No así el resto. El equipo es el más grande de todos cuantos han pasado por La Ciudad Pintada: 22 voluntarios, seis integrantes de las Brigadas de la Brotxa y una asistente en prácticas, amén de los artistas coordinadores. Lógico que les costara ponerse de acuerdo para confeccionar una imagen al gusto de todos. “Un día teníamos una idea y al siguiente otra totalmente distinta. Pero al final conseguimos esbozar la imagen definitiva”, recuerda Anuar Larrune, integrante de esa media docena de jóvenes que trabaja a media jornada, chavales de entre 16 y 20 años que no tienen necesariamente conocimientos artísticos, pero sí ganas de disfrutar de la experiencia y de conocer gente nueva. “Hacía tiempo que seguía la ruta y me llamaba la atención”, apostilla, “y cuando vinieron a Ekialde a dar una charla me apunté”. La entrevista no pudo ir mejor. Fue seleccionado. “Me encanta el ambiente. Hay aún mejor rollo de lo que esperaba. Es genial poder trabajar mano a mano con personas de todas las edades, porque aprendemos mucho mutuamente, además de aprender a realizar un mural ”, dice.

La tormenta de ideas que sacudió el taller durante la elaboración del esbozo fue el resultado de métodos de trabajo tan diversos como la interpretación de distintas imágenes, la reflexión sobre la realidad de la Tercera Edad a partir de diagramas o la salida a la calle durante un pintxpote para recoger las emociones de las personas mayores. El resultado fue un dibujo compuesto de varias imágenes. En la parte superior aparecen helados de chicle y mensajes al respecto, “fruto de una conversación de una señora, que un día nos contó que de pequeña le encantaba comerlos y que todavía le gustan, lo que nos hizo pensar en que hay cosas e ilusiones que, por mucho que transcurra el tiempo, no terminan”. Ahora habla Itxaso Arrausi, la asistente en prácticas del proyecto, vecina de Zaramaga y amiga de la ruta desde que hace cinco años ejerció en la Brigada de la Brotxa. “Estuve tan a gusto que pensé en realizar las prácticas aquí. Son 135 horas, mañana y tarde”, aclara la chica, antes de proseguir con la descripción del nuevo mural de La Ciudad Pintada. La siguiente parte emula el papel pintado tan característico de las paredes de todas esas viviendas que “casi de un día para otro emergieron en esta zona de la ciudad”.

Después aparecen las ramas, símbolo de las marcas que surcan los rostros de quienes construyeron Zaramaga. A continuación, algunos edificios característicos del barrio levantados en distintas épocas, exponentes de su evolución: la iglesia, el matadero, el Boulevard, las torres... Y, justo debajo, emergen los rostros de dos veteranos, a lo grande. “Nos los encontramos en aquel pintxopote. Son amigos. Uno le dio un beso en la mejilla al otro y captamos ese momento con la cámara. Nos gustó mucho la imagen y decidimos utilizarla como elemento central del mural”, cuenta Itxaso. La obra se completa, por abajo, con la realidad de Zaramaga antes de su existencia. “Es otro de los recuerdos de quienes vinieron aquí a vivir. Todos esos solares antes de comenzar las construcciones, llenos de trigales con amapolas”, apostilla la joven, conocedora de esa y otras anécdotas por los relatos que suelen esbozar sus primeros habitantes. Relatos que han hecho que le tenga a su barrio el suficiente cariño como para que no se haya planteado sumarse al éxodo juvenil a las zonas nuevas de Vitoria. “Me gusta donde vivo. Me parece un lugar muy cómodo. Al lado del centro sin estar en el centro”, afirma. Su pena es que esté envejeciendo tanto y no parezca garantizado el relevo generacional.

Los botes y las brochas repartidos por todo el taller evidencian que la pintura es la técnica dominante del mural, pero hay otra. Para plasmar los edificios se va a recurrir a la cianotipia, un procedimiento fotográfico con el que Nahikari dejará su huella que se consigue a través de emulsiones químicas. Es la parte de la que ella, sin más ayuda, se está encargando. Una decisión que regalará al nuevo mural de Zaramaga una característica única, como en otros lo fueron los mosaicos o la proyección audiovisual. La innovación siempre forma parte de La Ciudad Pintada, como un guiño a ese presente que sólo existe porque hubo un pasado. Como Zaramaga. Un barrio de brotes verdes que se transformaron en ramas y ahora busca generar nuevos tallos.