Gasteiz - Afronta la luz roja de la grabadora con la intención de no dejar pelos en la gatera y fiel a la exitosa filosofía de su partido y, sobre todo, de su líder -con el que no guarda ningún parentesco pese al coincidente apellido-, este gestor cultural licenciado en Ciencias Políticas y Sociología contesta sin titubeos a todos los planteamientos que hacen acto de presencia a lo largo y ancho de la conversación sobre la fuerza que, según el último Euskobarómetro, ocupa el primer puesto en las prioridades políticas de los alaveses.
Defina Podemos.
-Yo lo entiendo como una herramienta que pretende dar voz e incluso presencia en las instituciones a la gente que está trabajando a pie de pista de los ámbitos más importantes de la ciudad.
Desde el segundo día del año, usted es el nuevo secretario general de Podemos en Vitoria. ¿Cabe la posibilidad de que también se convierta en aspirante electoral?
-Imposible no es, pero a día de hoy lo que me preocupa es dotar a Podemos de una estructura, de una organización que nos permita dar el salto a las instituciones. Me encantaría que en este proceso la plancha electoral la conformen personas distintas de las que formamos la estructura interna.
Va a pasar de criticar a ser criticado.
-Sí, lo sé, pero es algo que hay que tomarse con calma. Hay una expectación bestial con lo que puede ser Podemos y sé que por eso estaremos constantemente en el punto de mira.
¿Se puede conducir un coche de alta gama y pertenecer a Podemos?
-No sé si se entendería muy bien, la verdad. Lo que no se puede entender es que estés denunciando un tipo de situaciones y a la vez estés llevando un tipo de vida que no concuerda con esas denuncias.
Entiendo que no es su caso
-No, tengo un coche de tercera mano que no sé siquiera si está a mi nombre.
¿Una mejora económica global lastraría el incesante crecimiento de Podemos?
-Podemos es una herramienta, a mí no me interesa que prospere como partido, sino que mejore la situación de las personas. Si a partir de ahí, la coyuntura económica va hacia adelante, bienvenida sea. Nunca vamos a entrar en atribuirnos cuestiones que muchas veces tienen que ver con los ciclos económicos. Podemos tiene que estar aquí para ayudar y favorecer a la personas, y para que puedan acceder a la toma de decisiones que atañen a su vida. Ojalá mejore la economía, pero si queremos resultados nuevos en política tenemos que introducir cambios. No podemos esperar cosas diferentes si no cambiamos las maneras de funcionar.
‘Oportunistas, populistas, ajenos a la realidad’... ¿Qué contesta a todos los que les atribuyen esos calificativos?
-Que llega el momento de hacer cosas nuevas y distintas.
¿Pese a que la apuesta de máximos de un inicio vaya perdiendo peso?
-Mejor eso antes de ir con un proyecto político irrealizable y contando mentiras. Me parece prudente hacer esas valoraciones. Y esos máximos que se planteaban al principio hay que hacerlos realistas.
¿Hemos llegado a la fase de planteamientos viables o todavía hay que limar más flecos?
-Son cuestiones que luego hay que consultar y valorar con las personas que más saben; tiene que haber un análisis técnico. Una cosa son los idearios o los máximos, como usted decía, y otra la forma de llevarlos adelante.
Mi padre piensa que con Podemos al frente del Gobierno en pocos años España será la Venezuela europea.
-Se está funcionando con determinados tags que parece que asustan: que si vienen los rojos, los comunistas... Todos esos palabros que se están utilizando quieren producir miedo y Podemos es simplemente una opción que debe ser valorada en su justa medida. Vamos a ver qué pasa. Es cierto que estamos en pañales, pero la voluntad de las personas con las que llevo trabajando siete meses es la de hacer cosas nuevas.
Parece que las dudas sobre la presencia de Podemos en las elecciones municipales y forales han quedado totalmente disipadas.
-Nosotros tampoco lo dudamos, pero cuestiones de esta trascendencia deben de ser refrendadas en la Asamblea, que se celebrará el día 17. Le puedo asegurar que a pie de pista, en cualquier asamblea, la gente apuesta por una agrupación electoral, pero lo queremos votar.
La Asamblea ya fijó en su día su posición contraria a que Podemos estuviera en las elecciones municipales. ¿Qué ha cambiado?
-Se dijo que no se iba a concurrir con la marca Podemos, pero a la vez se reconoció la energía potencial que existía para formar una agrupación de electores y no dejar de lado las expectativas de muchos ciudadanos. Eso a nivel municipal, porque en el ámbito provincial se daba una indefinición por la casuística específica de los territorios históricos, lo que abre las puertas a la participación.
¿El único paso pendiente es completar la estructura autonómica?
-Ahora mismo lo que se está haciendo es una propuesta que nos lleve a configurar un consejo provincial que, a su vez, nos permita articular los mecanismos para acceder a las Juntas Generales. Y ese proceso se va a dar de manera paralela al proceso constituyente autonómico. Estamos presentando una manera de organizar que nos permita tener la estructura necesaria para concurrir, en este caso sí, con la marca Podemos a las Juntas. Pero necesitamos el aval de la Asamblea.
Con la marca Podemos o sin ella, estaremos de acuerdo en que el éxito o el fracaso de la agrupación de electores en las elecciones locales se atribuirá al partido y, por tanto, según el resultado, pesarán en el debe o en el haber de su formación.
-Posiblemente, aunque la estrategia que a nivel estatal se maneja es con vistas a las generales de finales de año. Estoy de acuerdo en que las elecciones locales pueden marcar una tendencia, pero insisto en que estar presentes en la urnas en mayo no es algo que nosotros nos hayamos marcado como objetivo ni sobre lo que estemos presionando, sino que es una posibilidad que aparece en los documentos políticos organizativos.
¿Cuál es el rival de Podemos en Álava?
-No queremos entrar en el concepto de campaña. Somos lo que somos y la gente nos pondrá donde tenemos que estar. No queremos desbancar a nadie por el hecho de que esté en el PNV, el PP o el PSE. Queremos estar ahí para apoyar. La ciudadanía está harta de descalificaciones, nadie te va a votar si entras en el terreno de la descalificación, es un juego ridículo. Tanto eso como la campaña del globito, el bolígrafo y demás merchandising es algo anacrónico.
¿Con quién pueden pactar?
-Las decisiones que se tomen van a ser las mejores para los ciudadanos, y si eso pasa por hablar y pactar con cualquiera, se hará. Eso sí, siempre que en los pactos se ponga en el centro de las decisiones a las personas, porque estábamos viendo que muchos decisiones están orientadas a dar cabida a la voz ciudadana, pero hay otras en las que no se ve clara.
¿Su electorado entenderá que ‘la casta’ se convierta tras las elecciones en compañera de viaje institucional?
-Lo que no vamos a hacer es pactar con las personas que han perdido la categoría de ciudadanos. El término de casta se está desgastando, es una etiqueta demasiado amplia para colgársela a un partido determinado. Hay personas que son ciudadanos y responden a la lógica política y hay otras que por su trayectoria han dejado de serlo.
¿Por ejemplo?
-No voy a señalar nombres ni actitudes concretas, pero todos los ciudadanos de Vitoria saben que hay cosas que están funcionando de una forma que no responde a la lógica política. Pero no se puede colgar de manera indiscriminada esta etiqueta a un partido.
Pablo Iglesias lo hizo.
-Pablo Iglesias es Pablo Iglesias, nosotros somos Podemos Vitoria. Además, ahora mismo no creo que Pablo Iglesias diga a los partidos ‘todos sois casta’; el mismo tiene que entender eso. No debemos caer en ese etiquetaje tan holgado.
¿Qué le parece que se focalice tanto en la figura del líder?
-Hay que reconocer que es un elemento de marketing político importante. Favorece el desarrollo del partido, de eso no cabe duda. Pero, insisto, los tentáculos que se van distribuyendo por todo el Estado tienen que tomar su personalidad política propia.
¿Los temidos paracaidistas son el gran problema actual del partido?
-Las personas que vengan a hacer carrera política sobran. De hecho, en el desarrollo de las últimas reuniones, la propia Asamblea va dejando en la esquina a la gente que viene con esas actitudes.
¿Son fáciles de identificar?
-Se van viendo. La gente no es tonta y lo nota. Además, tenemos un documento ético del que nos hemos dotado tanto a nivel estatal como a nivel local.
Dígame un partido que no tenga un código semejante.
-Sí, pero nosotros nos lo tomamos muy en serio. Y además hay unos mecanismos perfectamente definidos para sustituir a gente que se nos pueda colar.
¿El día que algún representante público de Podemos meta la mano en la caja se acabará la magia?
-Está claro. Hay dos ideas clave: una es la que acaba de comentar y otra idea es esa visión de empoderamiento ciudadano.