gasteiz presume de un ADN multicultural desde tiempos inmemoriales, a la vista de sus múltiples asentamientos romanos, árabes, celtas e incluso judíos y de los continuos movimientos migratorios que han ido dibujando su historia. A día de hoy, según los datos del padrón municipal, conviven en la ciudad más de 240.000 personas de 128 nacionalidades distintas, algo más de 23.000 extranjeras, que sitúan a la ciudad a la cabeza de las capitales vascas en materia de diversidad. Una realidad especialmente palpable en barrios como el Casco Viejo y Zabalgana, donde se concentra el mayor número de vecinos nacidos en otros países, y que ha dotado a la ciudad de una riqueza humana, social y cultural digna de orgullo para todos sus residentes.

Cómplice y partícipe de esta diversidad, el servicio social de base del centro cívico El Campillo, ubicado en el corazón de la almendra, planteó hace ahora cerca de año y medio a Norabide, la unidad de interculturalidad del Ayuntamiento, la posibilidad de llevar a cabo un proyecto socioeducativo dirigido a adolescentes, vecinos tanto del Casco como del Ensanche, para promover la relación intercultural y la convivencia entre diferentes. Generando, en definitiva, un espacio de encuentro y de intercambio de experiencias que además no sólo involucraría a estos jóvenes, tanto autóctonos como extranjeros, sino también a adultos de las más variadas procedencias.

El medio para lograrlo consistió en trasladar a Vitoria la iniciativa Identibuzz, una experiencia participativa de creación audiovisual ya ensayada en otras localidades vascas que, con el tiempo, se tradujo en Zumbidos de Vitoria-Gasteiz, un micro-documental construido con entrevistas realizadas a pie de calle. Con los chavales como improvisados reporteros y con esos vecinos adultos reflexionando ante las cámaras sobre la realidad multicultural de Gasteiz. Estitxu Pereda, técnica de Inmigración en Norabide, se felicita por el resultado de un trabajo que vio la luz hace ya unos cuantos meses, pero que ahora sus principales protagonistas se han animado a compartir con este periódico. “Ha sido una experiencia vivencial y enriquecedora, con muchas posibilidades. Muy positiva por habernos puesto de acuerdo entre todos en un proyecto de intervención comunitaria. Los técnicos hemos sido el medio para que los chicos sean los protagonistas de esta historia”, explica la profesional.

Tras la pertinente labor de captación desde el servicio social de base de El Campillo, fueron 23 chavales, la gran mayoría extranjeros, los que decidieron sumarse a esta experiencia. Nada menos que nueve nacionalidades, Gambia, Costa de Marfil, Ecuador, Rumanía, Georgia, Marruecos, Sáhara, Pakistán y Paraguay estuvieron representadas en el grupo. “Yo soy de las que me apunto a todo”, reconoce la costamarfileña Mariam Keita, una de sus integrantes, que no esconde su satisfacción por el resultado final del trabajo. “Al principio daba vergüenza hacer las entrevistas, pero luego se fue pasando”, añade su hermana Awa, también co-creadora de Zumbidos.

Antes de salir a la calle armados con los teléfonos móviles, la herramienta utilizada para forjar el micro-documental, los chavales tomaron parte en unos talleres de capacitación basados en las técnicas de grabación y en conceptos como el periodismo ciudadano y el uso de la web 2.0. Las reuniones también sirvieron para conocerse bien entre todos, otra de las múltiples patas de este proyecto intercultural. “Al principio no conocía a la mayoría de mis compañeros. Yo me apunté por casualidad, porque iba a ir a otro taller, pero coincidí con otra amiga que sí iba a hacerlo y me pareció muy interesante”, explica por su parte Maxiris Contreras, otra de las participantes.

Tras analizar las claves y las estrategias a seguir, con su contenido teórico y práctico, llegó el momento de iniciar el trabajo de campo, de echarse a la calle para dar forma al vídeo. Arrancaron hace ahora un año y, durante cinco mañanas de sábado, lograron recopilar todo el material audiovisual necesario. La situación laboral de los inmigrantes, el racismo y la xenofobia aún latentes en demasiadas expresiones o las iniciativas en favor de la multiculturalidad que se han puesto en marcha en la ciudad son algunas de las temáticas que toca la filmación, de algo más de 16 minutos de duración y con banda sonora de bandas locales tan interculturales como Harresian Zulo. Caras conocidas dentro del mundo cultural o asociativo como las de Juan Ibarrondo, Verónica Werckmeister o Rosabel Argote son algunas de las que ponen su voz al proyecto, que camina por numerosos rincones del Casco y del Ensanche y por ese lugar emblemático donde ambos se dan la mano, la plaza de la Virgen Blanca.

“El vídeo tiene mucha energía y transmite ganas de hacer, que los jóvenes quieren participar activamente en la sociedad en la que viven”, argumenta de nuevo Pereda. Pilar Triviño, responsable del servicio social de base de El Campillo, también destaca la “creatividad” que todos ellos han demostrado para darle forma y la adquisición de competencias audiovisuales que han logrado. “El producto es bueno porque todo hemos empujado”, asegura la profesional. “Se trataba de vincular un interés para los chavales, lo audiovisual, con una necesidad, fomentar la interculturalidad de Vitoria. El trabajo acaba beneficiando tanto a la comunidad como a los participantes, porque han pasado de ser consumidores de contenidos a productores”, explica por su parte el educador de calle Iñaki Campillo.

Dado que una imagen vale más que mil palabras, éste es el enlace donde puede verse el vídeo a través de Internet, al que puede llegarse también desde la web del Ayuntamiento: www.vimeo.com/89700098.