vitoria - Todo comercio que echa la persiana deja un vacío que grita. Más en estos tiempos de incertidumbre, en los que es difícil saber si las lonjas abandonadas volverán a llenarse de actividad. Por eso, la extinción el próximo día 31 de diciembre de los llamados alquileres de renta antigua había puesto en alerta al sector en los últimos meses. La moratoria de veinte años establecida por ley en 1994 para que los contratos firmados antes de 1985 se pusieran al día y dieran aire a los propietarios de esos locales al fin llegaba y, en Vitoria, amenazaba a la supervivencia de 250 negocios. Pasar a pagar hasta un 300% más era, para muchos, inviable. Afortunadamente, parece que el impacto no acabará siendo tan fuerte como se presuponía. Las distintas asociaciones que representan los intereses del gremio en la ciudad aseguran que la inmensa mayoría ha logrado renegociar el arrendamiento o va a poder trasladar el negocio a ubicaciones rentables, aunque comprenden la preocupación que palpita en la calle al no saberse qué será de las lonjas que van a perder su actividad por aquellos pequeños empresarios que se van a mudar y por esos otros que han aprovechado la falta de acuerdo para jubilarse sin que se conozca un posible relevo. Son pocas, pero se notan mucho.

El trabajo de campo que hizo la asociación Gasteiz On sobre una muestra representativa de 112 negocios en el centro y los barrios de la antigua circunvalación advirtió de que el 8% estaba supeditado al fin de la renta antigua. En octubre, cuando el Gobierno Vasco solicitó más información, procedió a revisar los casos y concluyó que de ese 8% el 2% no continuaría funcionando el año que viene. Desde el colectivo no se dan nombres, pero Vitoria es una ciudad pequeña donde enseguida trascienden las buenas y malas noticias. Es sabido que uno de los locales que están en la lista de defunciones es el bar Jabugo, en la calle Prado. Su propietario aprovechará que no ha llegado a un acuerdo con el dueño de la lonja para jubilarse y todavía no han aparecido interesados que den vida ya al espacio, como si pesara más el riesgo que conlleva iniciar un nuevo negocio y asumir los costes que su jugoso emplazamiento. Mismo escenario se da en el parque de La Florida, donde los gestores de la cafetería La Senda colgaron el cartel de cerrado por vacaciones hace un tiempo para no desprenderse desde entonces de él.

Hacía meses también que se hablaba de la clausura de Tejidos Junguitu en el centenario y deteriorado local de la plaza de la Virgen Blanca y, finalmente, un cartel con el mismo nombre en la calle Herrería ha confirmado la noticia. Las trabajadoras se mudan a una ubicación que carece del encanto de la primera, pero que les permitirá asumir una renta de alquiler más baja en una lonja que no necesita de las reformas que ya pedía a gritos la actual. También en la plaza de la Virgen Blanca, justo en la acera de enfrente, hay otro negocio que está a punto de decir adiós: la joyería Roberto Madrid. Situado entre el exitoso Café Dublín y el nuevo negocio de comida rápida Papizza, este comercio advirtió de su marcha al colgar un cartel de liquidación por cierre que se expone sin tapujos en la cristalera. No ha sido posible llegar a un acuerdo satisfactorio con el propietario de la lonja, por lo que el negocio procederá a su traslado a calles más baratas.

Qué será de esas y otras lonjas que van a quedar vacías es una incógnita de difícil resolución. No parece que los bolsillos de los emprendedores estén como para enfrentarse a alquileres que, en el centro, rara vez bajan de 1.500 euros en lonjas de pequeño tamaño. Y es precisamente en el cogollo de la ciudad donde se concentran esas pequeñas empresas del sector servicios que han decidido echar la persiana por el fin de la renta antigua. El portavoz de los comerciantes de Zaramaga, José González, reconoce que en su barrio “los locales en los que había rentas de este tipo han conseguido alcanzar un acuerdo satisfactorio porque de por sí los alquileres son bastante más reducidos”. Aquí, como en cualquier otro distrito obrero de la antigua circunvalación, la desaparición de negocios lleva produciéndose por otros motivos, como el envejecimiento de la población, el éxodo de los jóvenes a las VPO y la falta de apuesta institucional. Un fenómeno que se ve con bastante más preocupación que la extinción de los arrendamientos antiguos en todo el sector.

“El verdadero problema que tenemos es la falta de un plan estratégico comercial”, subraya el presidente de la plataforma Vitoria Comercio Vivo, Jon Gotzon Laburu, convencido de que no existe suficiente sensibilidad por parte del actual gobierno municipal ni termina de desmostrarla la oposición a pesar de que su gremio constituye la tercera empresa de Vitoria con 2.900 empleos. No obstante, este profesional reconoce que el de los alquileres en el centro es un tema que debe abordarse, sobre todo ahora que pueden quedar lonjas vacías, porque en la llamada milla de oro han llegado a establecerse en ratios tan desorbitados que es muy difícil que, con la crisis, los negocios instalados puedan aguantar mucho tiempo más y que los que podrían interesarse en instalarse acaben dando el paso. “Los propietarios de esas lonjas creen que tienen la gallina de los huevos de oro, pero se tienen que dar cuenta de que es mejor que de dos huevos que ninguno. En época de bonanza los alquileres se pusieron por las nubes y ahora hay que renegociarlos con perspectiva”, advierte. El peligro que se corre es que más lonjas queden vacías. Un riesgo que además, desde su punto de vista, podría verse intensificado por el traslado de las oficinas municipales al nuevo edificio de San Martín.

Hace tiempo ya que se habla de cómo el centro podría deshincharse cuando los funcionarios se muden de emplazamiento. Un acontecimiento que marcará el primer tramo del año 2015, como el fin de la renta antigua ha protagonizado este 2014, y sobre el que pesan los miedos. Laburu pone el altavoz al sentimiento de muchos comerciantes y, sobre todo, de hosteleros terriblemente preocupados por las consecuencias del traslado. “Va a suponer la desertización del Ensanche si no se establecen medidas”, advierte el portavoz de VCV. Desde Gasteiz On, sin embargo, procuran ser más optimistas ante los acontecimientos actuales y los que están por venir. “Se están produciendo cambios en la ciudad, pero sigue habiendo aperturas de nuevos negocios”, opina su gerente, Patricia García, “y aquellos locales que son estratégicos volverán a tener actividad porque el centro es una zona comercial referencial para los vitorianos”.