¿Esperaba en 2012 que volveríamos a estar tan pronto en este punto, con la reapertura encarrilada?

-Te engañaría si te digo que me ha sorprendido lo que ha sucedido. En aquel momento se perdió una oportunidad histórica, estando el PSOE en el poder, de haber cerrado Garoña y no dejar su cierre definitivo a otro Gobierno, como sucedió. Con esa vuelta atrás era previsible que si llegaba el PP cambiara las cosas. Al principio de la legislatura sí que hubo un momento en el que pensé que íbamos a poder cerrar la plataforma Araba Sin Garoña, en la que habíamos estado trabajando durante mucho tiempo, pero viendo los pasos que se estaban tomando en Madrid era lógico contar con que se iba a revertir la situación.

¿Teme que los alaveses se desanimen y no salgan a la calle como antes para pedir su cierre?

-Sí que temo que haya una desmovilización en el momento en que Garoña se abra otra vez. Ahora mismo sí que veo inquietud dentro de la sociedad alavesa, pero corremos el riesgo de que la gente se desmotive una vez se decide la apertura definitiva. Por ahora dentro de Álava hay movimiento, hay gente que quiere salir a la calle y que quiere hacer cosas, pero se corre el riesgo de que una vez que se den todos los pasos definitivos y se produzca la reapertura la gente se desespere.

¿Y cómo se puede contrarrestar ese posible desánimo?

-Sobre todo presionando a los grupos políticos para que vean el riesgo que supone Garoña, y a los grupos sólo se les presiona desde la calle. Hay que recordar que Garoña no es cualquier central nuclear y tiene los problemas que tiene, por lo que hay que exigir que si se abre se cumplan todos los requisitos de seguridad. También creo que, desde mi punto de vista, tenemos que darle una vuelta a lo que se ha hecho desde Araba Sin Garoña y trabajar no sólo en Álava, sino empezar a hacerlo con gente de La Rioja, Miranda o Bilbao para ampliar el abanico y motivar más y con más movilizaciones, ademas de convocar protestas algo distintas, más atractivas, para crear alicientes a todo tipo de personas. Se trata sobre todo de no bajar la guardia.

Pero eso es difícil cuando la política lleva a cambios tan radicales como lo sucedido con Garoña.

-El PP no engaña porque apuesta claramente por la energía nuclear y le importa poco la seguridad, llegando a querer alargar la vida de las centrales para que tengamos las más viejas del mundo. Y luego el PSOE, por su parte, va a volver a decir cuando llegue la campaña electoral que si gobiernan cerrarán la central.

¿Qué la parece la postura de Maroto y De Andrés con Garoña?

-Su postura es bastante cómoda, porque es cierto que ambos se han posicionado por el cierre, especialmente el alcalde, pero él sabe que posicionarse sin más no significa nada, es sólo quedar bien con los alaveses porque aquí todo el mundo quiere que se cierre. Al final eso le sale gratis porque su grupo político le deja hacer y punto. Si de verdad quieren el cierre lo que tienen que hacer es presionar a sus jefes en Madrid y lo que dicen aquí defenderlo en su grupo político, que es donde lo tienen que defender. Tienen que hacer más cosas que posicionarse.