tres ONG radicadas en Gasteiz que promueven el comercio justo, Medicus Mundi, Intermon Oxfam y Setem, se encargaron de colocar los cimientos. ¿Por qué no involucrar también al sector local en la lucha por la igualdad de sexos, los derechos de los niños, el respeto al medio ambiente y contra la explotación laboral, todos los valores que impulsa este intercambio económico solidario? En favor, en definitiva, de los Derechos Humanos en su sentido más amplio. La campaña Multiplicar por cero ya tenía su germen y, tras contactar con varios negocios dispersos por la capital alavesa, algunos ya conocidos por su impulso al comercio justo, ésta se puso en marcha hace poco más de un mes.

Al margen de las tiendas de Medicus Mundi y Setem, las dos únicas dedicadas exclusivamente al comercio justo en Gasteiz, se sumaron a esta campaña otros 16 establecimientos. Su objetivo, acercar a los vitorianos los valores éticos, ambientales y sociales asociados a este tipo de consumo gracias a unos estantes repletos de solidaridad. Cuatro de ellos acaban de abrir sus puertas a este periódico, el espacio de cocina alternativa 220º, la dietética Sarasua, Tierra Viva y la panadería Artepan. Lo hicieron ayer, precisamente el Día Internacional de los Derechos Humanos.

A ellos se han sumado también negocios tan dispares como Bioalai, Bazter, Mallagaray de Benito, Osasunbizi, la panadería Albeniz, Sanum Market, Uagalur, Zelai Alai, Kide Emaus, Café Fresa y Chocolate, Té y Chocolate y el restaurante Museo del Órgano. Un éxito de participación que demuestra la creciente concienciación de los comerciantes y hosteleros de la ciudad en favor del comercio justo pero, también, el interés de sus clientes por consumir productos de estas características. Todos estos negocios cuentan con pegatinas identificativas de que se han sumado a esta campaña solidaria.

Elena Zudaire puso en marcha su espacio de cocina alternativa ubicado en la calle Herrería hace cuatro años con una idea clara. Al margen de los talleres de panadería, pastelería y cocina que comenzaría a impartir, la base de su incipiente negocio, instalaría también como complemento una pequeña tienda con productos de comercio justo. De ahí que, cuando le invitaron a participar en la campaña Multiplicar por cero, Zudaire tenía gran parte del trabajo ya hecho. Actualmente, esta empresaria vende desde chocolates, cacaos, harinas o infusiones elaborados en países en vías de desarrollo y por los que se ha pagado un precio justo, que permite a sus productores tener unas condiciones de vida dignas, hasta legumbres, arroces y pastas de dos proyectos estatales ligados a la conservación de las aves.

Su motivación principal es la “conciencia”, ya que está “muy acostumbrada” a consumir este tipo de productos en casa desde hace bastantes años, aunque también destaca su “indiscutible calidad”. Con un precio más alto, pero que se compensa con su valor social. “Es importante que sepamos qué hay detrás de todo lo que compramos. Tenemos mucha información sobre lo que un producto tiene, pero muy poca sobre cómo se produce. Si tú pagas 85 céntimos por una bolsa de naranjas de China, es evidente que algo no cuadra”, ejemplifica la profesional.

A juicio de Zudaire, los gasteiztarras “cada vez se preocupan más por lo que comen”, lo que supone una buena base para que el consumo de productos de comercio justo siga creciendo. “Es un momento complicado porque invertir en la cesta de la compra supone un encaje de bolillos, pero mucha gente se preocupa ya por el origen de esos productos. Yo soy optimista”, asegura. Curiosamente, o quizá no tanto, la mayoría ha tenido descendencia recientemente o va camino de ello.

En la dietética Sarasua, un histórico negocio familiar de la calle Los Herrán -le contemplan casi 25 años-, los productos de comercio justo tampoco son flor de un día, sino parte esencial de sus estantes desde hace “seis o siete años”. Habla José Sarasua, a quien contactaron desde Setem para participar en esta campaña porque ya había colaborado anteriormente en otras iniciativas. “Nuestra motivación es luchar contra la desigualdad y la explotación infantil, por que se pague por el trabajo de forma justa, a favor del medio ambiente...”, enumera el profesional.

Al margen de los habituales productos dietéticos que pueden encontrarse en un negocio de estas características, como los complementos vitamínicos, los clientes de Sarasua también pueden comprar café, chocolate o infusiones producidos con los parámetros del comercio justo. También, por ejemplo, una pasta hecha en las inmediaciones de Pamplona, concretamente en Beriain, por un productor italiano. ¿Hay éxito? “Tenemos un público muy fiel a este tipo de productos, pero aún falta concienciación. Todos conocemos los problemas que hay y otra cosa es implicarse para intentar solucionarlos”, explica. Para enganchar a sus clientes a esta filosofía solidaria, José suele regalar productos de comercio justo a algunos de sus habituales.

Otra buena forma de involucrarse en la promoción del comercio justo pasa por elaborar nuevos productos con la base de otros obtenidos gracias a este intercambio económico solidario con los países del Sur. Es el caso de la panadería Artepan, que utilizan panela de Ecuador, un tipo de azúcar muy saludable obtenido directamente de la caña, para elaborar magdalenas ecológicas y galletas de espelta. Iñigo Santolaya, adjunto a la gerencia de Artepan, explica que la unión de este negocio clásico de Gasteiz con la campaña Multiplicar por cero nació “de la conciencia social y ecológica” que siempre les ha caracterizado. “Llevamos haciendo pan ecológico desde hace 20 años, cuando nadie lo hacía y nos miraban como a marcianos”, recuerda el profesional.

Muy pronto, a buen seguro durante el inminente año 2015, Artepan avanzará un poco más en la promoción del comercio justo. “Siempre compramos materia prima de primera calidad para nuestras elaboraciones y el siguiente paso será elaborar algunos de nuestros productos con chocolate de comercio justo”, certifica Santolaya. Al margen de conseguir productos de gran calidad y promover este tipo de comercio, muchos de los clientes que acuden a Artepan ponen en valor la elaboración de productos con panela. “Las motivaciones de cada cliente son distintas, pero sabemos que parte de ellos vienen a por estas cosas”, certifica.

Otra de las profesionales en cuyas estanterías los productos de comercio justo son mucho más que algo puntual es Elena Sueskun, responsable de Tierra Viva, un negocio dividido en dos tiendas entre las calles San Francisco y Portal del Rey. “Está dentro de nuestra filosofía. Ofrecer un producto ecológico con ese valor añadido de que al comprarlo luchamos contra la explotación laboral”, explica esta profesional.

En los estantes de Tierra Viva puede encontrarse panela, chocolates, tes, café, pastas... Productos elaborados en países en vías de desarrollo y que también han permitido “pagar un sueldo justo” a sus elaboradores.

Con 25 años a sus espaldas a los mandos de esta tienda, Sueskun ha conocido de primera mano la evolución del comercio justo, desde la escasez de distribuidoras de los inicios hasta su mayor expansión actual. Con todo, el camino por recorrer todavía es largo a su juicio. “Faltan mucha conciencia y muchas campañas y que la gente sepa distinguir. Para ello habría que empezar por las aulas, enseñando a los niños, porque aprenden muy rápido”.