no es que sea el muro de Berlín, pero la brecha que corta por la mitad el norte de Zabalgana, la vía del ferrocarril, supone que de hecho Borinbizkarra y Elejalde son barrios distintos. Sus vecinos acuden a Sansomendi y Ali a hacer deporte, al médico o a hacer la compra. Al otro lado, los vecinos del resto de Zabalgana que cruzan al otro lado lo hacen sólo si no les queda otra. Todo eso ha sido así hasta ahora. Una estructura de 160 metros de longitud comunica desde esta semana las dos partes del barrio, cosiendo la mayor área residencial de la capital alavesa y facilitándole la vida a muchos vecinos que, por una razón u otra, tienen que pasar de Borinbizkarra al otro lado o hacer el camino inverso.

Una de esas vecinas es Amal Rfal, que cada día va a trabajar a Lakua desde Zabalgana, donde reside. Amal resopla al parar su bicicleta en la pasarela, que hoy ha utilizado por primera vez. “Por aquí me cuesta sólo diez minutos llegar al trabajo, se nota muchísimo la diferencia”, señala la mujer, que hasta ahora tenía que dar un amplio rodeo y salvar las vías del tren por la avenida de Zabalgana. “A mí me viene estupendamente para ir a trabajar, acabo de pasar y me he quedado sorprendida, todo recto hasta el trabajo, no me tengo que ir hasta el otro puente”, explica.

Según Amal, en Zabalgana ya hay todo tipo de servicios y los vecinos no necesitan cruzar a Borinbizkarra, pero en su caso particular la pasarela le va a ahorrar mucho tiempo cada mañana.

Iker López pasea a su bebé por la pasarela. Por la mañana tenía que ir a Txagorritxu, una buena oportunidad para comprobar hasta qué punto la nueva infraestructura es útil para el barrio.

“A nosotros nos ha venido bastante bien, yo vivo en Zabalgana, pero tengo familia en Ali y en Sansomendi y el dar la vuelta costaba lo suyo, te podías colar por la parte del pasadizo, pero también había que andar más”, explica el joven, quien calcula que se puede ahorrar alrededor de un cuarto de hora al no tener que ir andando hasta la avenida de Zabalgana. “Se nota mucho, insiste el joven, quien afirma que en el barrio “había muchas ganas de que se abriera la pasarela. Ahora -concluye- mis suegros tendrán que dejar el coche en casa y si no ya les diré yo, no les queda otra que venir andando”.

A por el pan Félix Bullido y Raúl Angulo son vecinos. En esta mañana de jueves han decidido sacar a pasear juntos a sus perros y aprovechar la oportunidad para cruzar la pasarela por primera vez y comprar el pan en Borinbizkarra. Ellos residen cerca del puente del bicicarril y por ahí pueden pasar a Elejalde, pero en todo caso creen que la nueva infraestructura era muy necesaria. “El otro puente no nos pillaba muy mal, pero para venir a por el pan nos viene mejor esto, podemos venir paseando por el jardín”, señala Félix, quien resalta el problema que tenían muchos vecinos del barrio, obligados a dar largos rodeos “de un extremo a otro” del barrio. El joven celebra además que la pasarela cuente con un bicicarril “para que pueda pasar todo el mundo”.

Raúl coincide con su vecino y amigo. “Por allí -señala al otro puente- pasa sólo el carril bici, o te ibas por allí andando con los perros, que al final molestan, o no podías pasar. Aquí por la acera vas bastante bien”, señala el joven, cuyos padres viven relativamente cerca de la nueva pasarela, al otro lado de la vía, con lo que también a él le va a beneficiar la nueva infraestructura. “Por el otro lado daba bastante más vuelta”, afirma.

Ramiro Talavera vive junto a Sansomendi y por ello tiene todos los servicios necesarios a mano, pero casi todos los días viene a Zabalgana a visitar a sus hijos, que viven en el barrio. Hoy, por primera vez, Ramiro ha cruzado la pasarela y nota que “se aguanta más. Antes -explica- tenías que dar toda la vuelta para ir por uno de los dos puentes, así que para comunicar los barrios esto está muy bien, tenían que haberlo hecho antes”. Este vitoriano rememora lo largos que se hacían sus paseos con el perro hacia Zabalgana en el crudo invierno de la capital alavesa.

Así pues, Ramiro ve muy bien que se haya salvado el obstáculo de las vías del tren, pero también considera que cuando se planificó el barrio se debía haber pensado en una solución que no dejara “las vías en medio”. Ramiro se enteró en la noche del miércoles de que la pasarela iba a abrir de forma inminente, y a primera hora del jueves ya estaba allí “para probarla antes de que se caiga”.

No es probable que eso ocurra. La pasarela, ubicada entre la avenida Reina Sofía y la plaza Alejandro Dumas, se ha construido específicamente en un taller mientras sobre el terreno se realizaban los pertinentes movimientos de tierras. Dos enormes grúas se encargaron de ponerla en su sitio en la madrugada del 20 al 21 de septiembre, una noche de sábado en la que Adif dio permiso al Ayuntamiento para actuar sobre sus terrenos. Los operarios pudieron trabajar en la instalación de la pasarela ayudados por dos grandes focos que iluminaron una escena de película para los vecinos más trasnochadores.

A lo largo de octubre la empresa adjudicataria se dedicó a hormigonar la estructura, y en las últimas jornadas el Ayuntamiento estuvo a la espera de que Adif concediera un nuevo permiso para instalar la red antivandálica que culmina la obra. El puente tiene cinco metros de anchura: 2,80 metros para peatones y 2,20 para bicis, con una línea blanca continua y divisoria de 15 centímetros.