parque de arana. Es lo que tiene estar acostumbrado a jugar a la petanca en un campo al aire libre, que cuando llueve se hace impracticable. Los habituales del lugar tendrán que sustituir este hábito por otro durante los meses de otoño e invierno. Posibilidades no les faltan porque siempre está el bolo alavés, más protegido e incluso el juego de la rana, que se puede colocar al lado de la chimenea. Habrá que dejar la petanca para el verano. Foto: Jorge Muñoz
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