la idea es tan sencilla como efectiva. Uno se deja crecer el bigote, lo que lógicamente da el cante entre familiares, amistades y conocidos. Surgen las inevitables preguntas y es entonces cuando se logra el objetivo, hablar de salud masculina en general y recaudar fondos para combatir el cáncer de próstata y testicular.

Con este llamativo gancho la Fundación Movember ha logrado invertir en los últimos diez años 409 millones de euros en la financiación de más de 800 programas llamados a mejorar la salud de los hombres en 21 países de todo el mundo.

Este año, Movember, contracción de moustache (bigote) y del nombre de este anodino y gris mes en el que nos encontramos, y durante el cual se celebra cada año la campaña, ha llegado a Gasteiz. El equipo Pullastres nació en el seno del Departamento de Preparación Serie y Prototipos de Mercedes, y a estas alturas del mes sus integrantes ya lucen bajo sus narices unos bigotes, si no frondosos, sí visibles. A la par, atesoran más de 1.000 euros en su Mo Space, lo que les ubica en el puesto octavo del ranking estatal, pero quieren más. Por ello, piden a sus convecinos que se sumen a la causa y hagan sus aportaciones (se puede donar hasta el 9 de diciembre), a través de la página web http://moteam.co/pullastres.

En España, los 20 equipos inscritos han logrado recaudar ya 100.000 euros, y en todo el mundo este año la cifra supera los 28 millones de euros. Cuatro millones de nuevos bigotes han surgido por todo el planeta desde que nació Movember, y 17 de ellos se dejan ver estos días por las calles de Gasteiz.

Jordi Tortosa y Ramón Pereiro fueron los que liaron a los demás. “Un compañero nuestro, amigo mío desde pequeñito, lo empezó a hacer el año pasado, y me pareció una idea muy buena”, señala Ramón. De forma paralela, un viejo amigo de Jordi, Andreu, que vive en Canadá, le propuso sumarse a la campaña, que a él también le había seducido al otro lado del Atlántico.

Y así, la idea empezó a arraigar. “Yo soy un poco palizas y ya en septiembre empecé a hablar del tema en la oficina”, explica Ramón. Jordi recuerda cómo empezaron sólo “tres o cuatro, pero se fue sumando la gente y ahora estamos 18, 15 del departamento y otros de otras áreas de la fábrica”.

Jesús Mari San Juan, Juan Luis López de Alda y Luis Mari Fernández de Larrinoa fueron tres de los captados. “Empezó a corrernos el gusanillo por la venas, nos informamos un poco y vimos que era una causa por la que merecía la pena hacer algo; así como las mujeres tienen sus campañas, creo que también nosotros debemos hacerlo”, explica Jesús Mari. Juan Luis había oído hablar del tema en los medios de comunicación. “Ramón y Jordi nos explicaron más la historia, leí en Internet y vi que era interesante involucrarse en este delicado tema de la salud masculina, el primer año al menos había que intentarlo y al final hemos conseguido recaudar algo de dinero”, señala.

Más pelo, más dinero El efecto Movember empezó a notarse muy poco a poco en Mercedes. “Se ha notado la efectividad de la campaña justo cuando, en la segunda semana, se ha empezado a notar el bigote; la gente ve en la fábrica a dos o tres de nosotros juntos con bigote y se preguntan qué pasa, luego entran al departamento y ven a diez o doce tíos con bigote. Empezamos con pocas pretensiones, un poco para sacar a la luz del tema, no pensábamos recaudar mucho dinero, pero la semana pasada empezamos a ver que la cosa tiraba para arriba y ahora ha explotado, la gente ha empezado a implicarse”, asegura Jordi. De hecho, el mismo día en que DNA hablaba con los bigotudos de Gasteiz alguien había hecho una aportación anónima de veinte euros. “En estos tiempos, con la crisis y los chorizos es difícil pedir dinero a la gente -explica Ramón-, pero ya se van animando”.

A quienes sean reacios a sacar la cartera hay que recalcarles que Movember es una de las ONG que mejor optimiza sus recursos, hasta el punto de que sólo un 13% de lo recaudado se dedica a gestión; el resto va íntegro a la investigación contra el cáncer.

La mecánica para participar en esta iniciativa pasa por formar el equipo, darse de alta en la página web de Movember y esquivar la zona supralabial en cada afeitado a partir del día 1 de noviembre, y sólo desde ese día, pues todo el mundo debe iniciar la competición perfecta y totalmente rasurado.

En realidad, el cambio estético es lo que menos esfuerzo exige a los participantes, porque no hay que hacer nada más que ir viendo crecer el pelo día a día. El mérito está en involucrar al entorno, tratar de que los bigotes se reproduzcan alrededor de uno, hacer también que las chicas participen divulgando la competición, y utilizar el propio mostacho (nada de perillas ni barbas, sólo bigotes) para recaudar fondos y aumentar la concienciación sobre la salud masculina, muchas veces descuidada por miedo al médico, tabúes, malos hábitos o simple dejadez. “Si no te ves en la tesitura y no te toca la enfermedad lo dejas un poco de lado, pero es importante que la gente se dé cuenta de que esto le sucede a muchas personas”, explica Jesús Mari. “Se trata -añade Juan Luis- de presumir de bigote para poder hablar de temas de salud de los que normalmente cuesta hablar en público; eso me hizo involucrarme”. Jordi coincide con ambos. “El que no tiene un familiar tiene un amigo al que todo esto le toca de cerca, y además los programas de investigación son interesantes”.

“a mover el bigote” Una vez se pasa la hoja del calendario y acaba la competición, llega la hora de celebrar lo conseguido, y para ello se crearon las Galas Partés, fiestas de exaltación del bigote, una oportunidad para disfrazarse de Pancho Villa, Freddy Mercury, de Super Mario o de lo que a uno le dé la gana siempre y cuando el mostacho sea el protagonista. Las galas se celebran por todo el mundo (cada grupo puede montar la suya propia, si le apetece), y en cada una de ellas se elige a un Miss Movember. De entre todos ellos, en una competición mundial, saldrá el Man of Movember 2014.

¿Habrá fiesta en Vitoria? No, al menos este año, explica Jordi. “Lo que estamos planteando es hacer un fin de semana todos juntos, una comida en una sociedad, y a mover el bigote”.