lo que había comenzado siendo una fiesta se convirtió “en una sensación de ninguneo, de estar en un callejón sin salida”, según comentaba uno de los trebiñeses que había acudido hasta el Congreso de los Diputados para escuchar las argumentaciones de los grupos parlamentarios sobre la segregación de Trebiño de la provincia de Burgos. Lo cierto es que la jornada había comenzado muy bien, con alegría, con ganas de participar en ese viaje de autobús que para muchos fue un verdadero problema, ya que hubo que pedir permisos en los trabajos y canjear ese deseo por un día de vacaciones o de sueldo. Pero todo estaba bien empleado. A las 8.00 horas, cuando se había concertado el encuentro para acudir a la parada del autobús, lo que había era ganas de querer vivir un sueño, un milagro, aunque todo el mundo era consciente de cual era el posicionamiento de cada uno de los grupos que tenían que votar en el Congreso de los Diputados.

El frescor de la mañana sirvió para ir dando la bienvenida a los cerca de cuarenta vecinos que habían decidido acudir a Madrid acompañando a los dos alcaldes, Ignacio Portilla y Roberto Ortiz. Unos últimos cafés en el bar de la gasolinera de Trebiño servidos por el encargado, Javi, mientras llegaban los más rezagados, y después a recorrer los pocos kilómetros que unen los dos municipios para recoger a los representantes de La Puebla de Arganzón. El trayecto no tenía trucos. Una vez más había que hacer el tramo hasta Burgos, los más de cien kilómetros de la aprendida carretera para encarrilar después el camino hacia Madrid. “Un viaje tranquilo, charlando”, comentaba Roberto Ortiz. Alguno soñaba con que ese fuera el último para resolver el viejo contencioso con Burgos. Una joven comentaba con su acompañante: “imagínate que de repente nos dan la razón y se acepta empezar el trámite de la proposición de ley”. Era sólo un ejemplo de la ilusión, una muestra de la esperanza que se respiraba y que es la verdadera fuerza de los trebiñeses para no cejar en su empeño de lograr un día ser alaveses de pleno derecho.

La excursión hizo una parada en Aranda de Duero. Tiempo para los cafés y los almuerzos a base de bocadillos. Para hacer llamadas a casa o al trabajo y para comentar la rapidez de la vía desde Burgos hacia Madrid. Sobre las 13.00 horas se llegaba finalmente a la capital del Estado y lo primero que hicieron fue dirigirse hacia el Congreso de los Diputados para hacerse una primera foto delante de la puerta principal, la que acoge los grandes acontecimientos y que es el símbolo para quienes acuden a Madrid para tratar de lograr un objetivo importante, como lo era para Trebiño lograr la aceptación de la proposición de ley aprobada por el Parlamento Vasco. Para dar fe de ello, allí esperaban numerosos representantes de los medios de comunicación para fotografiar al grupo. “¿Sois independentistas?”, preguntaba un periodista. “No, somos un grupo de personas que queremos ser alaveses porque estamos rodeados por Álava, y cuando queremos resolver algo vamos a Vitoria”, contestaba uno de los viajeros. “Pero Trebiño es de Burgos?”, insistía otro de los visitantes, que contestaba que “cuando vamos a Burgos recorremos cien kilómetros y cuando vamos a Vitoria sólo quince”.

Tras el primer contacto, tiempo para la comida en el Museo del Jamón, al lado del Congreso. El restaurante estaba lleno, así que no hubo forma de que todos se sentaran juntos. Un menú del día degustado lo más rápidamente posible y antes de las 15.30 horas ya estaban en la puerta del Congreso pasando por el trámite de identificaciones y registros. Fuera los teléfonos y reparto de sillas de forma que la comitiva no pudiera sentarse junta en el graderío, tal vez por el escarmiento que tienen los servicios de seguridad de la Cámara, que en muchas ocasiones tratan de disolver a cualquier grupo que hace uso de su derecho de acudir como público a las sesiones del Congreso.

Todos tuvieron que pasar por el obligatorio proceso de seguridad: cacheos, identificaciones y comprobaciones para poder acceder. A las 16.00 horas, poco antes de iniciarse el trámite de intervenciones, ya estaban sentados y expectantes ante la extraña posibilidad de que se pudiera producir alguna sorpresa. No se produjo. Entre ellos se miraban mientras iban escuchando las intervenciones de los portavoces de los grupos parlamentarios. “¡Pero qué dice!”, gesticulaba un trebiñés ante una de las intervenciones. “Sólo hemos escuchado argumentos inútiles, banales, contados por gente que no nos conoce ni vive en Trebiño”.

Despues llegó la salida del Congreso y el tiempo de esperar las votaciones, cuyo resultado ya se había ido anunciando por cada uno de los grupos que habían intervenido y que habían servido para lanzar jarros de agua fría a los presentes, por mucho que fuera lo que se esperaba. Una vez más, las instituciones del Estado daban la espalda a los trebiñeses y se olvidaban “de la niña que no fue atendida a tiempo por descoordinación entre los servicios de emergencia de las dos comunidades, de los miles de kilómetros recorridos para hacer una rehabilitación hospitalaria, de la falta de renovación de infraestructuras, del tiempo perdido en ir a Burgos o Valladolid, cuando tenemos al lado Vitoria”.

Era el momento de lamentar el divorcio entre la clase politica y la ciudadanía, pero no el de ahogar las voluntades de los trebiñeses. “Se ha quemado otro cartucho y tenemos la impresión de que no nos quedan más. Pero no es cierto. Mañana tendremos nuevas ideas y comenzaremos un nuevo proceso, porque sabemos lo que queremos”, apuntaba el concejal Roberto Bajos antes de acudir con celeridad al encuentro con los medios de comunicación. “Mañana tenemos que volver al trabajo”. El alcalde de Trebiño, Ignacio Portilla, tampoco se amedrentaba ante este resultado. “Trebiño lleva muchos años en este proceso de segregación. Pero lo positivo de esta jornada es que se ha clarificado a quien le compete la resolución del contencioso. Es el Estado quien debe tomar una decisión y Castilla y León ya no es el árbitro de esta situación. Para los trebiñeses esta es una descarga de tensión muy importante”, subrayaba. Otra cuestión es la valoración política.

valoraciones “Nuestra lucha no se abandona. La propuesta se queda sobre la mesa”, añadía el alcalde Trebiño a la salida del Congreso. “Ahora ya sabemos las razones de unos y de otros y nos ha quedado claro que el Congreso ha hecho caso a Castilla y León, no a los trebiñeses. Pero en contra de lo que se pueda pensar, salimos reforzados. Esperaremos a que haya sensatez política, que ahora deja mucho que desear entre la clase politica, y estamos seguros que un día los rodillos no tendrán sentido”. En cuanto a la Junta de Castilla y León, el alcalde de Trebiño consideraba que “está claro que ha defendido su titularidad administrativa en la prestación de servicios”. “A partir de ahora no vamos a pasar ni una, no vamos a permitir ni una sola más vulneración de los derechos de los trebiñeses. Se abre un conflicto en el que seremos más exigentes que nunca”, zanjaba Ignacio Portilla.

Por su parte, el regidor de La Puebla de Arganzón, Roberto Ortiz, lamentaba que los grupos mayoritarios del Congreso se olvidaran ayer de los habitantes de la zona al fijar su posición. El primer edil de La Puebla de Arganzón criticó que los representantes de PP y PSOE en obviaran la postura de los vecinos de Trebiño y recordó que los ayuntamientos son la administración más cercana a los ciudadanos, por lo que conocen sus aspiraciones. Así, con desilusión pero con la esperanza intacta y las ganas de luchar igual que el primer día, la expedición regresó a Álava. El camino aún será largo.