Desde que el terremoto de la crisis tambaleó medio planeta, estar bien preparado ha dejado de significar, necesariamente, encontrar un empleo que responda a las capacidades y conocimientos adquiridos. O encontrar un empleo. Sin embargo, los centros de estudios superiores de Álava han logrado conservar su poder de atracción entre los jóvenes e incluso lo han incrementado. Dicen que en las malas épocas, la gente mira más a Dios. Puede que también se fortalezca su fe en la enseñanza especializada. A algo hay que amarrarse. Y, mientras cada vez más gente lo hace, los sancta sanctorum del conocimiento prosiguen introduciendo novedades para generar una sociedad más competitiva y dar respuesta a los cambios del mercado laboral. Da igual a cuál de ellos preguntar. Tanto la UPV como la UNED o Egibide, referente en el top de la FP con sus cinco delegaciones vitorianas, hablan con entusiasmo de un presente con una creciente demanda de solicitudes, que ha llegado a ser una avalancha imposible de cubrir en algunos estudios. Tal vez, quién sabe, este territorio haya empezado a necesitar nuevas fuentes para calmar la ascendente sed de máxima formación, al menos en el ámbito universitario. Aquí, a diferencia del resto de Euskadi, no hay un deusto ni mondragón.

“Ya vinieron una vez. Lo intentaron con un par de titulaciones que ya se daban en nuestro campus, pero a los dos años se marcharon”, recuerda Pedro Lasaga. El jefe del Gabinete de Prensa de la UPV en Álava no puede evitar participar en las reflexiones de su vicerrector, Javier Garaizar, y la vicerrectora de Estudios de Grado e Innovación, Amaya Zarraga, llegada de Leioa para hablar con DNA. Todos reconocen que la posible competencia de una entidad privada “sería buena”, pero no la contemplan ni es su pelea. Tampoco piensan en términos patateros al radiografiar el mapa de estudios superiores de nuestro territorio, por muchas veces que se les invite a hacerlo. Ellos hablan de una UPV “multicampus” que borra las fronteras, por un proyecto de país al servicio de todo Euskadi, que dé más facilidades a los alumnos y que construya una oferta mejor. “Los datos avalan este concepto nuestro. De los más de 7.000 estudiantes de este campus, el 30% viene de Bizkaia y un 24% de Gipuzkoa. Y, a la inversa, los porcentajes son muy similares”, apostillan.

Sobre esa base se asienta el plan de reorganización de centros que podría aplicarse para 2016, con el que se pasaría de los 31 actuales, muy heterogéneos, a una veintena más potentes, de siete a cuatro en el caso de Álava. Un proyecto por el que llegó a cundir el pánico cuando este pasado verano se llegó a asegurar en algunos medios de comunicación que la UPV se llevaría a Bizkaia las escuelas de Empresariales y Trabajo Social. Y cundió el pánico. Precipitadamente. “Una cosa es que la gestión se centralice en un sitio y otra eso. No se pretende el cierre ni traslado físico de unos a otros, ni la supresión de titulaciones repetidas. Los edificios continuarán, el profesorado, los alumnos, las clases... Y se mantendrán las cinco ramas de conocimiento que en la actualidad cubre este campus. El estudiante, en su día a día, no va a notar nada, salvo facilidades. Si le interesa más el máster de Gipuzkoa que el de aquí, no habrá ni que trasladar expedientes”, cuenta Zarraga. La simplificación de las estructuras y de la gestión irá acompañada, además, de un rediseño de sinergias para que las sedes resultantes apuesten de forma parecida por la investigación, soporte que les permitirá acercarse más fácilmente a la excelencia. Se trata de aplicar un plan de reinvención como ya lo han hecho otras muchas universidades estatales, para que la nuestra sea más competitiva. Objetivo que, por otro lado, la entidad lleva tiempo persiguiendo a través de novedades en la oferta académica. La más reciente, los esperadísimos dobles grados.

Cuando Zarraza habla de ellos, resulta evidente que no están hechos para cualquier persona. Exigen un gran sacrificio. Sin embargo, los dos que ya funcionan, Administración y Dirección de Empresas con Derecho e Ingeniería Eléctrica y Física, han sido recibidos con entusiasmo. “Lo hicimos porque los estudiantes los pedían. Y estamos abiertos a nuevas combinaciones”, matiza. También existe una clara disposición a generar nuevos grados para responder a nichos de mercado en auge, como lo evidencian la puesta en marcha de Fisioterapia y de Ingeniería de Energías Renovables, aunque no es fácil debido a los condicionamientos administrativos a los que está sujeta la UPV por su condición de entidad pública y a los límites que le imponen sus recursos económicos y humanos. Precisamente por esos motivos, no siempre es posible dar respuesta a todas las solicitudes de inscripción que llegan con el inicio de un nuevo curso. “Hay titulaciones donde las peticiones triplican las plazas”, reconoce Garaizar. Y no son, en todos los casos, aquellas que teóricamente podrían tener más salidas laborales. Aunque en los diez años los estudios con mayor demanda siguen siendo los mismos -los relativos a la salud, Empresariales, Ingeniería Industrial y los relacionados con el ámbito educativo- “cada vez notamos más que la gente, al no saber qué va a pasar, opta por la vocación”. Si no, ¿cómo se explica el boom de Historia en Vitoria?

La realidad de la UNED es, en ese sentido, distinta, aunque no tanto como pudiera parecer. “Los alumnos eligen sobre todo por cuestiones prácticas. Desde su puesto de trabajo, en la mayoría de casos, piensan que esa formación les viene bien para mejorar sus competencias. Aunque también es verdad que existe el perfil que acude a nosotros por desarrollo personal o para cursar titulaciones que no se ofrecen en la UPV, como lo demuestra la gran demanda de Psicología o Ciencias Ambientales”, explica la directora de la delegación vitoriana, Teresa Imízcoz. En un territorio sin las alternativas de un deusto o mondragón, el centro que ella lidera, pese a su característica de enseñanza a distancia, ha adquirido un valor añadido. Además, el 90% de los estudiantes es de Álava, lo que significa que lo que da revierte en el territorio. Por eso, ella no duda en defender la importancia de su entidad a capa y espada ante las administraciones públicas. A ellas, que constituyen su principal sustento económico, Imízcoz lleva tiempo planteando que se aprovechen más de la UNED para desarrollar programas de formación para su personal.

“Pongo un ejemplo reciente. Ante el caso de ébola en Madrid, las autoridades concluyeron que hacía falta formar bien al personal sanitario. Para esto, el Instituto Carlos II ha firmado un convenio con la UNED para que dé formación en seguridad biosanitaria y de ébola a estos profesionales. Así pues, volviendo a Euskadi, ¿por qué no usar la plataforma de la UNED para establecer una formación similar entre los funcionarios dispersos entre los tres territorios?”, pregunta. Su propuesta permitiría al Gobierno Vasco proporcionar esos conocimientos con calidad y nivel universitario, evitar desequilibrios, no tendría problemas con las plazas porque la enseñanza podría ser virtual y afrontaría un coste muy reducido. Ventajas todas que Imízcoz no se cansa de exponer, a la vez que prosigue la mejora continua y diaria del centro vitoriano. Ya ha introducido nueve grados combinados y su objetivo es ofertar más el curso que viene. También se han introducido, por primera vez, dos ciclos formativos de FP de grado superior: Educación Infantil y Administración de Sistemas Informáticos en Red. No por capricho. Es cada vez más la gente que aspira a escalar hasta la cumbre de la formación profesional, ofrecida en Gasteiz en 16 centros a través de 65 grados. Una hermosa oferta para una demanda creciente.

Egibide lo sabe bien. El gigante de la FP en Vitoria, con sus sedes de Nieves Cano, Mendizorrotza, Jesús Obrero, Arriaga y Molinuevo, ha experimentado un incremento constante en las matriculaciones de entre un 5% y un 11% en los tres últimos cursos, de la mano de una carta con 34 ciclos de trece familias profesionales diferentes. “Y ello se consigue por la capacidad que siempre hemos tenido para adaptarnos a las demandas de las empresas y de la propia sociedad alavesa. En consecuencia, nuestra oferta va variando en base a esas nuevas necesidades. Un claro ejemplo de ello es la implantación en los últimos cursos de algunos ciclos de Ortoprótesis y Productos de Atención a Personas en Situación de Dependencia”, cuenta el director de Formación Profesional de la entidad, Xabier López. Ese mismo feedback también explica que los estudios más solicitados sean, entre otros, Desarrollo de Aplicaciones Web y Multiplataforma, Laboratorio de Análisis y Control de Calidad, Automatización y Robótica Industrial, Mecanizado y, dado el boom gastronómico, las propuestas de hostelería.

La FP de Egibide está tan viva que, a la vez que su oferta, también se producen adaptaciones en el perfil del alumnado. Aunque tradicionalmente la mayoría de estudiantes procedía del Bachillerato, recibe cada vez más personas que tras pasar por la Universidad se acercan a la formación profesional en busca de mayores oportunidades de empleo, ciudadanos desempleados y gente que quiere mejorar su situación laboral. La elevada especialización y el componente práctico de los estudios justifican esa nueva ola, así como la estrecha relación que la entidad mantiene con las empresas del entorno para favorecer la realización de prácticas. Es el pomo que puede abrir la ansiada puerta del trabajo. Aunque, a estas alturas, muchos alaveses se conformen con engordar el currículo académico para ser los más fuertes cuando la crisis finalice. Una oportunidad superior a la que cada vez más personas, en la FP o en el ámbito universitario, se sujetan.